Contaminación en Panamá: bebés intoxicados, dermatitis por pesticidas y cáncer en aumento
Desde el 2023 investigadores vienen advirtiendo los efectos de los plaguicidas en bebés dentro de la región de Azuero.
Panamá/La contaminación química en Azuero y en varias provincias del país ha dejado de ser un problema ambiental abstracto para convertirse en una amenaza tangible a la salud humana.
Investigaciones científicas revelan que, en esta región del país, bebés están naciendo con contaminantes tóxicos en sus organismos y presentando enfermedades como dermatitis atópica, asociadas directamente al uso intensivo de plaguicidas, fertilizantes, productos mineros y otras actividades humanas que liberan metales pesados al ambiente.
Estas mismas investigaciones vinculan la exposición a plaguicidas con un riesgo potencial de cáncer, especialmente a través de contaminantes orgánicos persistentes (POPs) con acción hormonal (xenoestrógenos), metales pesados acumulados en alimentos y suelos agrícolas, y riesgos crónicos por exposición prolongada en zonas agrícolas como Azuero, Chiriquí y Bocas del Toro.
Aunque el tema no es nuevo, los recientes estudios dejan más clara la gravedad de la situación que enfrentan Azuero y otras provincias del país expuestas a estos contaminantes, los cuales podrían acarrear enfermedades crónicas, incluido el cáncer.
Generadores de cáncer
Según el estudio “Uso de plaguicidas en la agroindustria Panamá y el mundo”, elaborado por los investigadores Pauline Garcerán y Mónica Castillo, de la Universidad Tecnológica de Panamá, Chiriquí —al ser el mayor productor de los principales rubros del país— utiliza la mayor cantidad de herbicida importada, seguido de Veraguas, Coclé y Los Santos, respectivamente. Bocas del Toro utiliza la mayor cantidad de fungicidas, debido a que es el único productor de banano, cultivo comúnmente afectado por el hongo Mycosphaerella fijiensis, causante de la enfermedad conocida como Sigatoka negra.
Cabe señalar el uso de herbicidas como el glifosato y de pesticidas organofosforados, considerados peligrosos por su potencial neurotóxico y disruptor endocrino. Según el estudio, Azuero se encuentra entre las regiones con mayor consumo de sustancias como glifosato, endosulfán y otros pesticidas altamente peligrosos.
“Existen evidencias que relacionan el creciente padecimiento de enfermedades crónicas, como diferentes tipos de cáncer o diabetes, con la exposición directa e indirecta a estos agrotóxicos”, dice el estudio.
Añade que “se han encontrado residuos de metales pesados como arsénico, cadmio, plomo, mercurio y cromo, los cuales son reconocidos como peligrosos para la salud humana”.
Recientemente, se dio a conocer que la sala de Oncología del Hospital Regional de Azuero "Anita Moreno", ubicada en La Villa de Los Santos, se ha convertido en un punto de referencia crucial para pacientes oncológicos de Herrera, Los Santos y otras provincias del país que buscan tratamiento. Sin embargo, las cifras que maneja este centro médico son alarmantes: solo en lo que va del año, ya han atendido más de 3,000 pacientes con cáncer.
La magnitud del problema se hace evidente cuando se comparan las estadísticas regionales con el resto del país. Según los datos disponibles, las tasas de incidencia de cáncer en la región de Azuero superan casi al doble el promedio nacional, una cifra que ha encendido las alarmas entre los especialistas.
ADN afectado: metales tóxicos desde la placenta
Un estudio titulado “Presencia de organoclorados en placenta humana”, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Panamá, expone un hallazgo inquietante: se detectaron residuos de pesticidas persistentes en placentas humanas recolectadas en provincias agrícolas, entre ellas Herrera y Los Santos. Estas sustancias, entre las que figuran el DDT, aldrin, lindano y endosulfán, son conocidas por su capacidad de bioacumularse y generar efectos adversos en el desarrollo fetal. En algunos casos, los niveles hallados en las placentas superaron los umbrales de seguridad establecidos por organismos internacionales.
El estudio, liderado por el genetista y pediatra Iván Landires, fue desarrollado en colaboración con universidades nacionales y los hospitales Cecilio Castillero en Chitré (Herrera) y Joaquín Pablo Franco Sayas en Las Tablas (Los Santos). La investigación contó con el respaldo financiero de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), y constituye una de las primeras en Latinoamérica enfocada en cómo la contaminación ambiental compromete la salud desde antes del nacimiento.
Los resultados son alarmantes: análisis de placentas revelaron que el 100% de las muestras contenían residuos de al menos tres pesticidas organoclorados —entre ellos lindano, DDT (y su metabolito DDE) y hexaclorobenceno—, todos clasificados como contaminantes orgánicos persistentes (COP). Más del 70% de las placentas analizadas presentó residuos de hasta seis de estas sustancias. Además, pruebas de bioensayo confirmaron actividad xenoestrogénica, lo que implica interferencia directa con el sistema hormonal de los fetos.
La presencia de estos contaminantes no solo genera preocupación por sus efectos inmediatos, como alergias o trastornos inmunológicos. La investigación de Landires y su equipo demuestra que el ADN de los recién nacidos ya muestra señales de alteración, lo que podría tener consecuencias en su desarrollo neurológico, endocrino y reproductivo a lo largo de su vida.
“Estamos ante evidencia directa de que la contaminación está dejando una huella biológica en las nuevas generaciones”, advirtió el doctor Landires. “La exposición a plaguicidas durante la gestación está comprometiendo el material genético de los bebés”.
Esta situación se enmarca en un uso intensivo de agroquímicos en la región, particularmente en cultivos de maíz, arroz y otros productos en Los Santos y Herrera.
Las bananeras y la dermatitis
Los efectos sobre la población infantil ya comienzan a manifestarse. En las comunidades rurales, médicos locales han reportado un aumento en casos de dermatitis en niños, condición que se ha relacionado en estudios internacionales con la exposición prenatal o postnatal a pesticidas organoclorados. Aunque el Ministerio de Salud aún no ha emitido un informe oficial, las evidencias reunidas por estos estudios académicos son motivo de seria preocupación.
El estudio titulado “Dermatitis asociada a pesticidas en banano”, el cual se realizó en trabajadores agrícolas del cultivo de banano en la provincia de Bocas del Toro, demuestra que se utilizó una batería de pruebas epicutáneas con pesticidas (Pesticide Patch Test Series) y una batería estándar para diagnosticar dermatitis de contacto alérgica (DCA).
En ese sentido los “resultados mostraron que varios trabajadores reaccionaron positivamente a pesticidas como el mancozeb, captan, paraquat y glifosato, lo que sugiere sensibilización alérgica a estos compuestos”.
Además, “se encontró una elevada prevalencia de dermatitis ocupacional, lo cual evidencia la necesidad de establecer medidas de prevención y vigilancia en estas comunidades expuestas”.
Estas sustancias son fungicidas y herbicidas comunes en el cultivo de banano y han sido identificadas como agentes sensibilizantes en los trabajadores expuestos.
Solo ayer, el director de la Caja del Seguro Social, Dino Mon indicó que han comenzado a preparar al personal de las bananeras para sus pruebas de laboratorio, en relación a los temas de contaminación en sangre por pesticidas.
Así las cosas, Azuero, conocida por su vocación agrícola y otras provincias del país como Bocas del Toro y Chiriquí, parecen estar pagando un precio muy alto por su dependencia de agroquímicos. Como advirtió Paracelso hace siglos, “la dosis hace el veneno”, pero hoy la ciencia revela que incluso pequeñas cantidades de contaminantes pueden acumularse en el cuerpo humano desde antes del nacimiento.