Contenido Exclusivo: El rostro humano del dengue
Pero más allá de lo que haga el Estado, también es clave la acción ciudadana.
Ciudad de Panamá, Panamá/El dengue dejó de ser solo una estadística más y se ha convertido en una amenaza real para miles de panameños. Ya no es una enfermedad lejana o esporádica. Hoy, afecta a familias enteras, altera rutinas, llena hospitales y, en los peores casos, cobra vidas.
Se trata de una enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes aegypti, común en áreas tropicales y urbanas. Sus síntomas, por lo general, inician como una simple fiebre, pero en cuestión de horas puede convertirse en un cuadro grave.
Una crisis creciente
El año pasado, Panamá vivió uno de los brotes más grandes de las últimas décadas por la picadura del mosquito Aedes aegypti. Fueron más de 32,000 panameños los que se enfermaron de dengue. Una cifra alarmante que expone la magnitud del problema de salud pública que enfrenta el país.
Y es que el dengue no distingue edad, género ni condición social. Puede tocar la puerta de cualquiera y cambiar una vida en cuestión de días.
“Dolor intenso, fiebre y miedo a no sobrevivir”. Así recuerdan el dengue quienes ya lo enfrentaron.
Lidia de Alvarado es una de esas sobrevivientes. Su testimonio deja claro que esta enfermedad no es un simple virus pasajero:
"Las rodillas... ¡Ay! Me dolía esto aquí, horrible. De repente, algo me picó en el brazo y no presté atención; lo sacudí. A los dos días mi cuerpo se estaba llenando de salpullidos y en la noche fiebre... Me fui al doctor y era dengue positivo".
Hoy, después de superar esa experiencia, Lidia mantiene su casa limpia y libre de criaderos, decidida a no volver a enfermarse ni permitir que su familia sufra lo mismo.
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Pero no todos piensan como ella. Lo denuncia Yaviletsy Centella, quien trabaja en las comunidades más afectadas:
"Hay gente que vive con 10 criaderos y uno va y limpia, y cuando regresa está sucio".
San Miguelito en alerta
Uno de los puntos más críticos del país es San Miguelito, el distrito con la más alta incidencia de dengue. Allí, las autoridades realizan operativos casa por casa para poder eliminar al vector. Sin embargo, existe una gran limitación: la fumigación solo destruye al mosquito en su fase adulta, no mata ni los huevos ni las larvas.
Cornelio Rivas, parte del equipo de vectores del Ministerio de Salud (Minsa), ha vivido la lucha contra el dengue desde ambos lados: como profesional y como paciente.
"La gente nada más habla de dengue y dice: '¡Ay, dengue!'... Si a mí me pica serotipo 2 o 3, me puede dar hemorrágico y me muero".
Cornelio fue picado por el mosquito mientras trabajaba en campo. El cazador se convirtió en víctima.
4 serotipos y múltiples riesgos
En el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud, los científicos han detectado que actualmente en Panamá circulan cuatro serotipos de dengue: DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4. Esto significa que una persona puede infectarse hasta cuatro veces.
En los casos más graves, además del peligro de muerte, el dengue puede dejar secuelas permanentes. Pero, ¿qué hace que algunas personas sean más vulnerables que otras?
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El epidemiólogo Jaime Sevillano lo explica sin rodeos: "La mayoría de las muertes se dan por las comorbilidades".
Quienes padecen enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión o inmunodeficiencias corren un riesgo aún mayor.
La lucha de Sandra... y la pérdida de Cristopher
Sandra Sotillo vivió momentos de angustia cuando su hija, una niña con condición especial, presentó síntomas que no parecían una gripe común: "Ella estaba caliente y se me puso roja".
Llevó a su hija al médico a tiempo, y eso hizo la diferencia:
"La llevé al médico y se le bajaron las plaquetas; me la hospitalizaron. Le pusieron hasta un mosquitero para no contagiar a los otros pacientes. Ahora hay que cuidarla más".
La historia de Sandra tuvo un final feliz. Pero no todos corren con la misma suerte. Cristopher, un joven de apenas 14 años, no tuvo esa oportunidad.
Su madre, María Córdoba, relató con dolor los días que vivió intentando salvar a su hijo:
"Él me dijo que le dolía el pecho y tenía fiebre. Lo llevé al médico, le mandaron antibiótico e ibuprofeno. Seguía mal y lo volví a llevar, que era una infección... que le hacían electrocardiograma y nada. Me dijeron que lo tenía que hospitalizar".
La madre, desesperada, recorrió múltiples hospitales sin éxito:
"El doctor me dijo que tenía que hospitalizarlo, que la infección iba subiendo. Fui al Hospital del Niño y me negaron la entrada. El Santo Tomás lleno, el Complejo lleno... Me lo llevé hasta Aguadulce".
La tragedia llegó demasiado pronto:
"Mi hijo me dijo que quería toser y tosió sangre... Muere en la tarde. Y no fue hasta después de su muerte que me dicen que era dengue. ¿Ya para qué me dicen que era dengue...?", lloró.
Historias como la de Cristopher exigen respuestas urgentes y un sistema de salud que actúe con mayor rapidez.
¿Estamos preparados?
Hoy más que nunca es necesario concienciar a la población sobre los peligros del dengue. La época lluviosa, el cambio climático y los envases con agua son caldo de cultivo para el mosquito.
Además, la falta de agua potable obliga a muchas familias a almacenarla, lo cual, si no se maneja adecuadamente, crea criaderos perfectos para el Aedes aegypti.
La doctora Miriam González, desde el Hospital Irma Lourdes Tzanetatos, alertó: "Después del COVID, lo que nos tiene como locos es el dengue".
Y no es para menos. En ese centro médico ya se reportan "400 casos en urgencias y 100 hospitalizaciones".
La prevención está en nuestras manos
Para combatir el dengue, el Estado debe reforzar las estrategias de prevención, concientizando a la población, realizando jornadas de fumigación, recolección de desechos, y garantizando el acceso rápido al diagnóstico y atención médica.
En otros países endémicos ya existen vacunas contra el dengue. En Panamá, todavía se estudia esa posibilidad.
Pero más allá de lo que haga el Estado, también es clave la acción ciudadana. Muchas veces, sin darnos cuenta, somos nosotros mismos quienes le abrimos la puerta al mosquito para que venga a vivir con nosotros.
La prevención está en nuestras manos: Limpiar, tapar y eliminar criaderos.
Porque mientras no entendamos que todos somos parte de la solución, el dengue seguirá cobrando víctimas.