Gumersinda Páez: La destacada panameña que fue conocida como 'la diputada del pueblo'

Día Internacional de la Mujer

Asamblea Constituyente de 1945. Gumersinda Páez sentada en el extremo izquierdo.
Asamblea Constituyente de 1945. Gumersinda Páez sentada en el extremo izquierdo.

Ciudad de Panamá/El 15 de junio de 1945 un grupo de 51 panameños hacía su entrada triunfal en el Teatro Nacional para inaugurar la Asamblea Nacional Constituyente, que tendría la responsabilidad de redactar la segunda constitución en la historia del país.

Una gran novedad escribía esta página de la política nacional: por primera vez las mujeres participaban en este proceso.

Desde el anuncio de la posibilidad de que las mujeres pudieran ser candidatas y votantes, los principales grupos de activismo femenino empezaron a realizar sus campañas y acuerdos con partidos ya constituidos para conquistar la mayor cantidad de puestos de elección.

Pero solo dos de ellas obtuvieron una curul.

Una era la conocida educadora Esther Neira de Calvo, líder de la Liga Patriótica Femenina, y miembro de una familia de reconocido prestigio e influencia en el país, resultó diputada nacional.

Mientras que la otra, Gumersinda Páez una humilde maestra de 35 años, hija de padre afrodescendiente y madre indígena, sin grandes conexiones en las esferas políticas y económicas de poder fue electa como diputada de la provincia de Panamá.

Fue así como llegaron a la Asamblea Constituyente las dos primeras diputadas de la república de Panamá quienes firmarían la Constitución de 1946.

Pero la gran pregunta es ¿Cómo había llegado Gumersinda Páez, huérfana desde los 15 años, a tan importante cargo?

Sesiones de la constituyente de 1945 en el Teatro Nacional
Sesiones de la constituyente de 1945 en el Teatro Nacional / Internet

Una persona no conformista

Había nacido en el año 1910 en el barrio de Santa Ana y desde muy joven sufrió las calamidades que afectaban a las grandes mayorías pobres de la población como discriminación, desempleo, analfabetismo, racismo y falta de oportunidades en todos los sentidos.

De acuerdo con Mónica Guardia en un artículo de La Estrella de Panamá, que la muerte de su padre la obligó a abandonar la Escuela de Señoritas de Santa Ana, a la que acudía, para ayudar a mantener a sus tres hermanos. Primero se ganó la vida reparando máquinas de escribir, labor que aprendió en la Escuela de Artes y Oficios.

‘A los quince años, huérfana de padre y madre, comencé la lucha por la vida', recordaría posteriormente en una entrevista concedida a la periodista Mayín Correa y publicada en el periódico El Día en el año 1963.

Después de las jornadas de trabajo acudía en horario nocturno al Instituto Nacional, donde obtuvo varios diplomas que la acreditaron como perito mercantil, bachiller en ciencias y maestra de enseñanza primaria. Primero fue maestra en una escuela en la provincia de Darién y luego en Macaracas y Chilibre.

Finalmente, con mucho esfuerzo logró la posición de subdirectora de la Escuela República de Venezuela y fue cuando “decidida a impulsar una agenda popular y feminista, decidió lanzarse como candidata con el apoyo de la Liga Patriótica Femenina y del Partido Nacional Revolucionario”.

Gumersinda Páez un de las dos primeras diputadas de Panamá.
Gumersinda Páez un de las dos primeras diputadas de Panamá. / Wikipedia

Precursora del 'teatro social'

Donde llegaba, por su dedicación, captaba la atención y el interés de padres y estudiantes no solo por impartir las materias exigidas por la ley. De acuerdo con Julio Bermúdez y Berta Valencia Mosquera en Protagonistas del siglo XX, “en varios cuadernos llevaba, como en secreto de voces altas, decenas de obras de teatro en las que retrataba escenas sociales, lecciones morales y sainetes simples. Sus actores: los propios estudiantes. Los temas, aquellos con los que había crecido; otros, observados en su todavía corto camino de la vida”.

Gumersinda Páez era una dramaturga aficionada, que escribía obras de teatro para que sus alumnos las representasen. "Cada fecha cívica era una oportunidad para representar una velada: el 14 o 24 de julio, en que se conmemoraban el día de la Revolución Francesa o el natalicio del libertador Simón Bolívar, los días patrios, como 3 o 4 de noviembre".

Sus obras gustaban tanto que en una época en que todavía no se conocían las radionovelas, treinta y cuatro de sus dramas fueron radiados a través de La Voz de Panamá y Radio Chocú, patrocinados por el Ministerio de Educación.

Los biógrafos detallan como la autora en la obra ‘La hija del pirata', recoge el drama de la hija abandonada, cuyo padre se va a recorrer el mundo sin recordar que ha engendrado una hija, a la que se encuentra después ya hecha una adulta.

Mientras que ‘Mira los clavos', retrata la difícil vida de un hogar humilde, en el que la madre se ve obligada a hacer grandes sacrificios para criar sola a su hijo, que no agradece sus esfuerzos y la denigra.

Ese compartir desgracias y alegrías definirá en gran medida el comportamiento de la educadora ente las minorías marginadas y ante los sectores vulnerables de la sociedad panameña, en especial las minorías étnicas y las mujeres. Allí estarán, pues, sus esfuerzos en el caso de los sectores afroantillanos, parte de esa migración negra llegada al país durante la construcción del Canal, y que enfrentó muchas vicisitudes en su integración a la sociedad panameña. También estará, por supuesto, presente en la lucha por los derechos de la mujer”.

El público se identificaba con los personajes y encontraba en los desenlaces respuestas a sus inquietudes, hasta el punto de que “Julio B. Sosa la describió como la precursora del ‘teatro social' panameño.

Sus obras llegaron a tener una “gran audiencia lo que sin duda le significó una popularidad que fue decisiva en su elección como diputada provincial a mediados de la década de 1940”.

En su oportunidad como vicepresidenta de la directiva de la Asamblea Constituyente, participó activamente durante los debates sobre temas relaciones con la educación, la salud, la familia y las libertades religiosas, manifestando, por este último posiciones bastante conservadoras. Defendió la igualdad de derechos de las mujeres, la creación de guarderías, el reconocimiento de la paternidad y la unión de hecho, la igualdad de salarios entre hombres y mujeres por el mismo trabajo, la seguridad social para las embarazadas y los derechos de la comunidad afroantillana.

El primero de marzo de 1946 fue aprobada la nueva Constitución del país. En los años siguientes, tanto Gumersinda Páez como Esther Neira de Calvo gozaron de una gran notoriedad internacional.

Pero ni siquiera estos logros fueron suficientes para evitar el arraigado racismo y discriminación imperantes. En 1947, cuando viajó en representación de Panamá a Guatemala para presidir el Primer Congreso Interamericano de Mujeres, sufrió humillaciones por parte de las otras mujeres delegadas que veían con malos ojos la presencia de una afrodescendiente entre ellas.

La misma Gumersinda relató a la periodista panameña Eva Montilla (Diario La República, 1980) que durante el congreso incluso un periódico guatemalteco publicó una caricatura en la que se burlaba del color de su piel.

‘He sufrido muchísimo por el egoísmo de otras mujeres', le comentó a Montilla en el curso de la entrevista, cuando ya era una anciana de 70 años, casi ciega.

En los años siguientes, Páez llegó a cartearse con personas de la talla de Gabriela Mistral, Eleanor Roorsevelt, Mammie Eisenhower y las doctoras Magdalena Espínola y Elsie Druri, quienes le manifestaron su aprecio.

Recibió gran cantidad de distinciones nacionales e internacionales, entre ellas, la Orden de Vásco Núñez de Balboa.

Gumersinda Páez se retiró después de terminar su periodo de la Asamblea, y vivió sus últimos años en Veracruz donde murió en 1992.

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