Almacenar el CO2 bajo la tierra, técnica ambiciosa pero difícil de concretar

En el Día de la Tierra, se hace un llamado a reflexionar sobre el calentamiento global
Almacenar el CO2 bajo la tierra, técnica ambiciosa pero difícil de concretar.
Afp
21 de noviembre 2015 - 12:08

Almacenar el CO2 bajo tierra es, según los especialistas, una técnica indispensable para luchar contra el calentamiento global, pero su coste y la falta de estímulos financieros frenan su aplicación.

"Hay unos 50 millones de toneladas que ya están almacenadas pero solo representan el 0,06% de lo que habría que hacer antes de 2050" según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), recuerda a la AFP Isabelle Czernichowski-Lauriol, presidenta emérita de CO2GeoNet, una red de 16 grupos de investigación europeos.

Además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la AIE cree que hay que enterrar 90.000 millones de toneladas de CO2 emitidas por la industria para limitar el calentamiento a un máximo de 2°C en relación a la era preinudstrial, el objetivo de la comunidad internacional que se reunirá en diciembre en París para la conferencia COP21.

Si la temperatura sube más de 2°C, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) considera que en muchas partes del planeta la población será incapaz de adaptarse.

Por eso es necesario el CCS (siglas en inglés de captura y almacenamiento de CO2) para respetar ese objetivo, sobre todo porque en países como China o India parece que las centrales de carbón, muy contaminantes, todavía tardarán en desaparecer.

Esta tecnología consiste en captar el CO2 cuando sale de las chimeneas de las industrias y llevarlo hasta un lugar de almacenamiento, como un pozo de petróleo agotado o capas profundas de agua salina.

En los años 2000 se pusieron en marcha muchos proyectos piloto pero el entusiasmo por esta técnica ha caído, en parte por el coste y también por la falta de estímulos financieros, como las tasas sobre las emisiones de carbono.

"El coste es uno de los principales obstáculos", confirma Samuela Bassi de la London School of Economics.

En 2013, un enorme proyecto en la refinería de Mongstad (Noruega) fue abandonado. Y en 2014 el grupo energético sueco Vattenfall decidió abandonar el almacenamiento de CO2 tras haber invertido mucho dinero en él.

Actualmente hay unos veinte proyectos importantes de almacenamiento a nivel industrial en marcha o a punto de empezar.

"Hace algunos años pensábamos tener 100 proyectos operativos en 2020 pero al final sólo habrá unos 30", explica Isabelle Czernichowski-Lauriol.

Según esta investigadora, los únicos proyectos rentables son los que están asociados con un pozo de petróleo: el CO2 captado se vuelve a inyectar en antiguos pozos donde los restos de bruto se pueden recuperar y cubren así el coste del almacenamiento.

En Canadá hay dos grandes proyectos de almacenamiento, uno en la central de carbón de Boundary Dam, inaugurado en 2014, y otro llamado Quest, impulsado por Shell.

En Emiratos Árabes Unidos está prevista en 2016 la creación de un lugar de almacenamiento junto a una fábrica siderúrgica. También hay varios proyectos en China, todavía por concretar.

Además de la financiación, otro de los problemas es identificar con precisión los posibles lugares de almacenamiento para determinar "la cantidad de carbono que se podrá almacenar indefinidamente", indica Henri Waisman, un especialista de políticas climáticas del Instituto de Desarrollo Sostenible y de Relaciones Internacionales (Iddri) de París.

Frente a estas dificultades, las oenegés se oponen a esta técnica y consideran que sería mejor invertir ese dinero en energías renovables y eficiencia energética.

Pero según Henri Waisman "el CCS no será una solución milagrosa pero tampoco lo será la eficiencia energética", por lo que "habrá que hacer el máximo de investigación posible en los próximos años".

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