El satélite Sentinel 6 y su larga estancia en una sala blanca
El satélite Sentinel-6 viajará al espacio para medir el aumento del nivel de los océanos en la Tierra, pero antes debe pasar una serie de exigentes pruebas que se realizan en un lugar llamado "sala blanca".
Sentinel-6 está en la sala blanca que la empresa IABG tiene en la localidad alemana de Ottobrunn, cerca de Múnich, donde permanecerá hasta su traslado a Estados Unidos para ser lanzado en noviembre del año que viene.
Una sala blanca es un lugar donde el aire contiene muy pocas partículas de polvo, para reducir al mínimo la posibilidad de que contaminen el satélite, pues una mota en un interruptor o un circuito puede provocar el fallo de todo el aparato.
En este caso, la humedad se sitúa en el 50 % y la temperatura es de 23 grados: además, la sala está equipada con filtros para limpiar el aire, que cae de manera vertical.
El nuevo satélite de la familia europea Copérnico fue presentado este viernes "en sociedad" y un grupo de periodistas pudo acceder a la sala para observar el Sentinel-6.
Hay diversos tipos de salas blancas, cada una con sus requisitos de vestimenta para el visitante, que dependen también del contacto que se vaya a tener con el satélite.
En este caso, el ingenio ya está terminado y esperaba suspendido en el aire gracias a un brazo mecánico, que permitía observarlo desde todos los ángulos.
Pero, para llegar a ese momento, primero hay entrar en una sala donde un felpudo de cedras automáticas limpia la suciedad de los zapatos, tras lo que se debe endosar una bata especial, gorro para el pelo y patucos para los zapatos.
Existen otras salas y situaciones en las que los trabajadores tienen contacto directo con las piezas, lo que requiere de un mono integral de protección, con capucha, guantes y mascarilla -también las hay especiales para barbas-.
Aunque el mensaje más repetido antes de la visita fue poner en modo avión los teléfonos móviles o cualquier otro tipo de aparato electrónico, así como apagar las conexiones inalámbricas y wifi, porque los satélites son tremendamente sensibles a ellas y pueden sufrir daños.
El director de programas de observación de la Tierra en la Agencia Espacial Europea (ESA), Josef Aschbacher, se mostró "tremendamente orgulloso de ver el satélite completo a la vista en la sala limpia" y destacó la importancia de su misión para registrar el aumento del nivel del océano, que cada vez es más rápido y que constituye una de las señales de la crisis climática.
Los sentinel, siete modelos hasta la fecha, tienen cada uno su propio aspecto, que depende de la misión y el equipamiento que transporten para ella.
En el caso de Sentinel-6, llama la atención que parece una casa y, una vez en órbita, cuando abra totalmente los paneles solares, recordará la parte superior de un chalet suizo, con su tejado a dos aguas, aunque de color dorado.
Sentinel-6 pesa alrededor de 1,5 toneladas y mide unos cinco metros de largo, pero al mirarlo suspendido no parece muy grande, sobre todo teniendo en cuenta la importante misión que tiene por delante, cuando empiece a orbitar la Tierra a 1.336 kilómetros.
De momento, el satélite ya ha pasado de manera satisfactoria algunas pruebas, aunque deberá seguir siendo testado hasta primavera en las instalaciones de IABB, para que Airbus -contratista principal- verifique que puede soportar las condiciones del despegue y su estancia en el espacio.
Cuando todo esté listo, Sentinel será puesto en un contenedor limpio, con temperatura controlada y humedad cercana al 20 %, para viajar por carretera a Múnich y, de allí, en avión a Estados Unidos desde donde será lanzado al espacio.