Sara Burack | De la fama en Netflix a la tragedia de vivir y morir en la calle

Sara Burack, reconocida por su participación en la serie de Netflix Million Dollar Beach House y por su éxito como agente de bienes raíces de lujo, falleció el 19 de junio en circunstancias desgarradoras. La mujer, de 40 años, fue atropellada en la carretera Montauk Highway en Hampton Bays, Nueva York, mientras vivía en situación de calle.

Burack, quien durante años se destacó por vender propiedades multimillonarias en los Hamptons con la firma Nest Seekers International, había atravesado un colapso personal que la dejó sin hogar y completamente alejada del mundo glamoroso al que perteneció. La noticia de su muerte reveló una historia de declive silencioso que conmovió tanto a la industria como al público.

Burack alcanzó notoriedad mediática en 2020, cuando fue parte del elenco de Million Dollar Beach House, un reality show de Netflix que seguía la vida de agentes inmobiliarios que compiten por cerrar tratos de alto perfil. Su carisma frente a las cámaras y su dominio en el sector la convirtieron en una figura prometedora en el competitivo mercado inmobiliario de lujo.

Sin embargo, poco después de su aparición televisiva, la trayectoria de Burack cambió abruptamente. Según Daily Mail, llevaba al menos un año viviendo en las calles de los Hamptons, arrastrando una maleta rosada, utilizando las duchas de un gimnasio local y durmiendo en cajas de cartón.

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Un trabajador de un depósito de taxis relató que la veía con frecuencia: “Tenía el cabello sucio, un ligero olor corporal. Cargaba todo lo que tenía consigo y a veces empujaba un carrito. Era difícil imaginar que esa mujer alguna vez vendió casas de millones”.

A las 4:00 a. m. del 20 de junio, la policía del condado de Southhampton recibió una llamada al 911: una mujer yacía inconsciente en la carretera. Los agentes encontraron a Burack con heridas graves, presuntamente causadas por un atropello con fuga. Fue trasladada al Hospital Universitario de Stony Brook, donde falleció horas después.

El pescador comercial Marijan “Mario” Crnkovic fue quien la encontró. En declaraciones a Daily Mail, compartió un relato desgarrador: “Ella estaba sangrando. Su cabeza en la acera, su cuerpo contorsionado como un pretzel. Levantó la mano. La sostuve y recé hasta que llegaron los policías”.

Crnkovic notó un contraste inquietante entre la apariencia de Burack y su situación: “Tenía unos Heelys negros nuevos y una cartera de diseñador en el pasto. No sabía si era una persona sin hogar o alguien que venía de trabajar”.

Días después, Amanda Kempton, una bióloga marina de 32 años, fue arrestada como sospechosa del atropello. Según NBC News, Kempton afirmó que creyó haber golpeado un cono de tráfico. No obstante, la policía señaló que no había marcas de frenado y que el cuerpo de Burack había sido arrastrado unos 30 metros.

Crnkovic, cuya familia ha sido víctima de un incidente similar, expresó su indignación: “No hay forma de que no supiera que golpeó a una persona. Si golpeas un bache o un animal, frenas. Esta persona no frenó nunca”.

A pesar de su trágico final, quienes conocieron a Burack recuerdan a una mujer generosa, trabajadora y orgullosa de su independencia. Una amiga cercana que estuvo con ella en sus últimas horas y asistió a su funeral declaró a Daily Mail: “Sara estaba orgullosa de su vida y de lo que logró. Hacía su propio dinero y no quería que nadie hiciera nada por ella”.

La misma fuente subrayó el dolor con el que muchos han recibido su muerte: “Lo que sea que le haya pasado, no merecía morir así, tirada en la calle como basura”.

Las causas del abrupto descenso de Burack hacia la indigencia siguen sin ser del todo claras. Sus allegados han preferido no profundizar en los motivos que la alejaron del lujo que alguna vez la rodeó. No obstante, su caso se suma a la larga lista de figuras públicas cuya vida oculta dolores invisibles bajo una apariencia de éxito.

El próximo 30 de junio, Amanda Kempton deberá presentarse en la corte por el presunto atropello con fuga. Mientras tanto, la comunidad de los Hamptons intenta asimilar la caída de una mujer que, en su momento, fue símbolo de triunfo y ambición, y que murió en el más desolador anonimato.