Juicio al muerto | El día que sacaron a un papa de la tumba para llevarlo a juicio

Concilio Cadavérico

El Concilio Cadavérico, también llamado 'Sínodo del terror' es el nombre dado al juicio eclesiástico póstumo del papa Formoso, celebrado en la Basílica de San Juan de Letrán de Roma en enero de 897.

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Imagen con fines estrictamente ilustrativos / Pixabay

En enero de 897, un tribunal eclesiástico acusó al papa Formoso de perjurio y de haber accedido al papado de manera ilegal. Indignados, decidieron llevarlo a juicio para que respondiera por sus pecados. El problema era que Formoso llevaba nueve meses muerto, ¿cómo harían para juzgarlo? Esteban VI, el papa de entonces, haría lo impensado: ordenó la exhumación del cadáver y obligó al pobre de Formoso a sentarse en el banquillo de los acusados en un juicio que pasó a la historia de la iglesia católica y que sería conocido como el Concilio cadavérico o Sínodo del terror.

No cabe duda que la historia está llena de momentos sumamente extraños, algunos hechos resultan tan inverosímiles que la frase “la realidad supera a la ficción” retrata a la perfección cuando los sucesos de la vida real superan con creces aquello que solo sucede en los cuentos de fantasía. El caso de Formoso es uno de ellos.

Desde finales del siglo IX y durante el siglo X no se dieron buenos tiempos para ocupar el trono de San Pedro en la Iglesia católica. Por entonces, Roma se había convertido en el tablero político y militar en el que las familias nobles luchaban por el control de la ciudad y la península italiana sin importar los medios utilizados. Se adelantaron quinientos años a la máxima que popularizó Maquiavelo.

Los papas de esta época actuaron como meros títeres utilizados en estas luchas por el poder. Entre el año 872 y el 965 se nombraron hasta 24 papas, nueve en menos de una década. Un porcentaje preocupante de estas sucesiones se dieron por asesinatos o destituciones forzadas de unos pontífices que fueron encarcelados, envenenados y que, en definitiva, formaron parte de la violencia reinante en el ambiente. No en vano, esta época de la historia del papado se conoce como Saeculum obscurum, es decir, el Siglo Oscuro. Uno de los papas peor parados fue Formoso.

En el año 891 Formoso fue elegido como cabeza de la iglesia católica convirtiéndose en el 111º papa. Según cuentan los historiadores, Formoso fue conocido por ser un gran evangelizador, recto y austero, de costumbres ejemplares y un hábil político que supo manejar con éxito las riendas diplomáticas de su papado. Pero sus capacidades no le libraron del duro contexto que le tocó vivir. Intentó capear el temporal transigiendo privilegios y beneficios para las familias poderosas, a fin de que le dejaran ejercer su puesto libremente.

Una de las familias más destacadas del momento eran los Spoleto, que no llevaban una buena racha de contactos papales. Formoso ratificó a Guido de Spoleto como emperador, confiando en que el gesto fuera suficiente para reconciliar a la familia con el papado. Pero la ambición de los Spoleto no tenía fin y Guido de Spoleto no solo exigió que se reconociera a su hijo como heredero a la corona imperial, sino que estaba dispuesto a conquistar toda Italia y dejar al papa como un súbdito más.

Sabedor del peligro que corría, Formoso pidió ayuda al rey de Francia Oriental, Arnulfo de Carintia, quien no tardó en acudir con su ejército hasta las puertas de Roma. Durante estas maniobras políticas y militares murió Guido de Spoleto, lo que hizo despertar un odio exacerbado de su viuda y su hijo Lamberto hacia el papa Formoso.

La muerte de Guido allanó el camino para que el papa coronase emperador a Arnulfo, un nombramiento que desató importantes revueltas en Roma. Sin embargo, Formoso no pudo vivir la conclusión de aquella rebelión, pues falleció en abril de 891, envenenado según cuentan algunas fuentes. Le sucedió Bonifacio VI en el trono papal, pero solo durante quince días, en lo que fue uno de los pontificados más cortos de la historia. Tras él, tomó el báculo papal Esteban VI, un papa afín a la familia Spoleto.

Fue el momento en que los Spoleto tramaron su macabra venganza por haberse atrevido a nombrar un emperador extranjero. Entonces Esteban VI, arropado por la protección política y económica que los Spoleta le prometieron ordenó que se realizara un juicio de cuerpo presente, por lo que hizo que exhumaran el cuerpo de Formoso. Posteriormente lo vistieron con los atuendos papales y lo amarraron a una silla en la Basílica de San Juan de Letrán, donde fue juzgado en enero del año 897, nueve meses después de haber fallecido.

El avanzado estado de descomposición y el hedor que habría en la sala no cejaron la voluntad de Esteban VI y sus abogados en acusar a un cadáver que ofrecía las cuencas de los ojos vacías y partes del rostro descarnada. Se cuenta que incluso hubo un diácono obligado a permanecer junto al cuerpo de Formoso para prestar su voz al acusado y que este declarara en un esperpéntico número de ventriloquía.

Lógicamente, la sentencia dictó que Formoso era culpable:

“Indigno servidor de la Iglesia, llegado a la silla papal de forma irregular, siendo por tanto un papa ilegítimo y que todo cuanto había hecho, decretado y ordenado durante su papado era nulo de toda nulidad incluidas las ordenaciones que había llevado a cabo”.

El tecnicismo legal al que se agarró Esteban VI fue alegar que Formoso había abandonado un puesto de obispo para ser nombrado papa, algo que estaba prohibido. Y, efectivamente, así había ocurrido, pero el propio Esteban VI había seguido los mismos pasos, por lo que era culpable de lo mismo que acusaba a un cadáver en descomposición.

Con los ánimos muy caldeados desde el estallido de las revueltas, el cadáver de Formoso fue despojado de las vestimentas y le amputaron los tres dedos de la mano derecha con los que había bendecido durante su vida. Los restos fueron arrojados al Tíber, aunque cuenta una leyenda con varias versiones que un pescador recogió el cuerpo de Formoso entre sus redes y acabó recibiendo sepultura en el Vaticano.

*Con información de www.muyinteresante.com*

Referencias:

Cervera, C. 2015. El Sínodo del Terror: el juicio que celebró un Papa al cadáver de quien fue su antecesor. abc.es.

Sanz, J. 2010. El papa que fue exhumado para ser juzgado. historiasdelahistoria.com.

Zavala, J. M. 2020. Formoso I, el Papa que fue exhumado y juzgado después de muerto. larazon.es.

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