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La huella de Picasso somete a sus discípulos

La unión de sus obras con otras de El Greco, Diego Velázquez, Francisco de Goya, Francisco de Zurbarán o Nicolas Poussin arrastró a masas de espectadores, lo que demuestra que su nombre vende.

Varias personas observan los cuadros que forman parte de la exposición 'Picasso Mania'
Varias personas observan los cuadros que forman parte de la exposición 'Picasso Mania' / EFE
Efe
06 de octubre 2015 - 12:11

El mundo del arte no fue igual tras el influjo de Picasso, cuya huella en artistas como Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat, David Hockney, Roy Lichtenstein, Joan Miró, Miquel Barceló o Martin Kippenberger queda patente en una exposición que a partir de mañana podrá verse en el Grand Palais de París.

En "Picasso.mania", abierta hasta el 29 de febrero, cien obras del genio cubista, pinturas y esculturas conviven con otras 300 de grandes maestros de la segunda mitad del siglo XX y hasta nuestros días, y que por su temática, inspiración, técnica o estética beben de las fuentes del malagueño sin pretender hacerles sombra.

"No es una exposición didáctica, hemos querido que cada espectador reconstruya la forma en la que los artistas contemporáneos se inspiraron en Picasso", aseguró la nieta del pintor, Diana Widmaier-Picasso, historiadora del arte y una de las tres comisarias de la muestra.

La exposición, que apoyada en el nombre de Picasso aspira a convertirse en uno de los eventos artísticos del año, llega ocho años después de que el Grand Palais repasara los influjos que tuvo el malagueño en "Picasso y sus maestros".

En "Picasso.mania" las obras no dialogan, como entonces, sino que se yuxtaponen, tal y como al pintor le gustaba mostrarlas en su taller, lo que permite a la comisaria decir que hasta la presentación es obra de su abuelo.

"A través de su influencia en otros autores se puede ver su obra de una forma diferente. Lo sorprendente es que Picasso no es un genio aplastante, es más bien alguien estimulante, que ha dado ganas de crear, de inventar", indicó la comisaria.

De entrada, el espectador se topa con la admiración que despierta en muchos de los grandes nombres del panorama artístico actual, en una serie de vídeos que, en primera persona, Jeff Koons, Agnès Varda, Frank Gehry o Miquel Barceló se confiesan subsidiarios del genio.

Atravesado ese prólogo ya no son los artistas quienes hablan, sino sus creaciones. Y las de Picasso.

Retratos y esculturas del malagueño firmadas por artistas del siglo XX dejan paso a obras concebidas bajo su influjo.

Cada uno en su género. David Hockney en la fotografía y la imagen de vídeo, a las que aplica las técnicas del cubismo porque, como decía él mismo, "constituye un progreso en el realismo".

Dos estudios del célebre "Las señoritas de Aviñón" -el original no abandona nunca el MoMA de Nueva York- se anteponen a una serie de obras inspiradas en ellas, firmadas por Robert Colescot, Richard Prince o Faith Ringgold.

Emerge después el Guernica como símbolo de paz, inspirador y evocador, icono de la lucha contra la guerra y de otras causas, como la protección de los animales que representa la monumental "¿Quién teme al lobo malvado?", creada por Adel Abdessemed con animales disecados.

En una representación de la sala del Consejo de Seguridad de la ONU, donde cuelga uno de los tres tapices que reproducen el Guernica, los comisarios han mostrado el gran poder icónico del cuadro con el que Picasso denunció las atrocidades de la aviación nazi en la Guerra Civil española.

Recuerda Widmaier-Picasso que en 2003 la familia Rockefeller, propietaria del tapiz, pidió que se tapara con una cortina mientras el entonces jefe de la diplomacia de EEUU Colin Powell presentaba sus argumentos para iniciar la segunda guerra de Irak.

Inevitable fue Picasso también para los artistas "pop", y la exposición lo demuestra con obras, pocas, de Warhol o Roy Lichtenstein, particularmente marcado por el español. Y en el mundo del cine, de la mano de Orson Welles o de Jean-Luc Godard.

Especial relevancia cobra la sala dedicada a Jasper Johns, que comenzó su carrera bajo el influjo de Marcel Duchamps para acabar tras las huellas de Picasso, según los organizadores.

El "Pulpo" de Miquel Barceló dialoga con "El acróbata azul" y en los retratos que Antonio Saura firmó en 1983 de Dora Maar cuesta no ver la inspiración de la "Femme au champeu", que el malagueño pintó en 1939.

En "Picasso.mania" queda claro que el artista cubista tuvo una fuerza creadora de tal intensidad que aplasta incluso a quienes siguen la estela de su genio.

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