El nombre del papa: ¿Por qué se elige y qué revela?
El nombre papal tiene un gran peso simbólico. Muchos lo consideran como la primera gran decisión del nuevo papa.
Cada vez que se elige un nuevo papa, millones de fieles en todo el mundo esperan con gran expectativa un anuncio que tiene un profundo significado: el nombre que usará el nuevo líder de la Iglesia católica. Más allá de la elección del nuevo pontífice, el nombre papal es una declaración de principios, un mensaje claro sobre lo que podría ser su visión, su estilo y el legado que aspira dejar. Pero, ¿por qué los papas no conservan su nombre de nacimiento? ¿Qué significa realmente ese cambio?
La costumbre de adoptar un nuevo nombre al ser elegido papa se remonta al siglo VI. En una nota de DW, el experto papal Ernesti explicó que el primer pontífice en hacerlo fue Juan II, cuyo nombre de nacimiento era Mercurio. “Probablemente ocurrió en el año 1533, por vergüenza” —señala Ernesti—, ya que el líder de la Iglesia llevaba el nombre de un dios pagano, Mercurio, y "entonces eligió el nombre de Juan II".
Desde entonces, este gesto se convirtió en norma. El cambio de nombre representa una especie de “nuevo nacimiento”. Simboliza un corte con la vida anterior y, a su vez, una dedicación total a la Iglesia. Al igual que Simón fue renombrado como Pedro por Jesús en los Evangelios —“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”—, el papa asume una nueva identidad para iniciar su pontificado.
Peso simbólico
El nombre papal tiene un gran peso simbólico. Muchos lo consideran como la primera gran decisión del nuevo papa. En la mayoría de los casos, se trata de un homenaje a un pontífice anterior, a un santo que marcó su vida o a una figura emblemática cuyos valores espera reflejar durante su liderazgo.
Un ejemplo reciente y muy conocido es el del fallecido papa Francisco. Nacido como Jorge Mario Bergoglio, eligió ese nombre en honor a San Francisco de Asís, símbolo de humildad, pobreza y amor por los más desfavorecidos. Fue el primer papa en la historia en adoptar ese nombre, lo cual sorprendió a muchos dentro y fuera del Vaticano.
En una audiencia con representantes de los medios de comunicación, el 16 de marzo de 2013, el papa Francisco explicó su elección con estas palabras: «Me llegó al corazón el nombre: Francisco de Asís. Para mí, es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y protege la creación» (Vatican News, 2013).
- Los cardenales hacen un llamado a la paz en Ucrania y Oriente Medio antes del cónclaveA lo largo de la historia, ciertos nombres se han repetido con frecuencia entre los pontífices. Esto no es casualidad. Elegir un nombre ya usado también implica una declaración de continuidad, de apego a ciertas ideas o épocas doradas de la Iglesia.
Según datos citados por la página Excélsior, los nombres más utilizados por los papas son:
- Juan: 23 veces.
- Gregorio: 16 veces.
- Benedicto: 15 veces.
- Clemente: 14 veces.
- Inocencio y León: 13 veces cada uno.
- Pío: 12 veces.
Si bien algunos nombres se han repetido, otros han sido únicos en la historia. El papa Francisco es uno de ellos. Antes de él, ningún pontífice había optado por ese nombre.
De igual manera, algunos papas han elegido nombres compuestos, lo cual es una excepción dentro de la tradición.
Muchos expertos coinciden en que, aunque el nombre del papa no determina sus decisiones, sí ofrece pistas sobre sus prioridades y el estilo pastoral que podría adoptar.
Ahora, con el inicio del cónclave, la atención mundial vuelve a centrarse en Roma. El próximo cónclave reunirá a 133 cardenales de distintas partes del mundo para elegir al nuevo jefe supremo de la Iglesia católica. Y, por supuesto, uno de los primeros anuncios que acaparará titulares será el nombre que elija.
*Con datos de DV, Excélsior y Vatican News