Los castillos del Loira compiten con ideas originales para atraer turistas
Exposiciones, festivales y juegos de pistas. Los castillos del Loira compiten con ideas cada vez más originales para atraer a turistas, una receta que funciona, con un aumento de la frecuentación cada año.
"Es muy lindo visitar el interior del castillo, pero después de un tiempo se quiere ver otra cosa", explica Elise, una guía turística que vino a Chenonceau no sólo para admirar su magnífico castillo construido sobre el agua sino también para visitar en la galería de las cúpulas adyacente una botica que los dueños del lugar acaban de abrir.
Parecida a la que existía en el siglo XVI, cuando la reina Catalina de Médicis vivía allí y acogía al científico Nostradamus, la botica exhibe morteros y balanzas de esa época, así como centenares de fabulosos frascos farmacéuticos, a veces centenarios.
El castillo de Chenonceau, como muchos otros, funciona con fondos propios. "Es por eso que debemos ser buenos en cuanto a la promoción y a la programación", explica su directora de comunicación, Marie-Caroline Darrasse, mientras presenta los más de 200 botes de farmacia.
Pero Chenonceau no es el único que busca renovarse. El castillo de Chambord cambió de decoración en varias habitaciones para recrear la atmósfera que reinaba en la época de Francisco I de Francia (1515-1547). La corte, entonces itinerante, iba de un castillo al otro, llevando consigo sus cortinas, tapices y otros muebles.
"Un ambiente cálido"
"Chambord fue hecho con dos piedras, magníficas, pero había que crear un ambiente cálido para poder vivir dentro. Para ello se superponían capas de materiales, por ejemplo junto trenzado. Y encima se tapizaba. En el suelo había pieles de animales, y así poco a poco el lugar se volvía más acogedor, explica Jean d'Haussonville, director del castillo de Chambord, al mostrar la habitación del rey, idéntica a aquella en la que dormía Francisco I.
"Para el rey todo era suntuoso. Y pensar que se construyó todo esto sólo para que viniera de vez en cuando. Es una locura", dice Kevin, un estudiante estadounidense.
También se renovó el teatro de Molière, para que sea idéntico a como era cuando el famoso dramaturgo presentó por primera vez "Le Bourgeois gentilhomme" (El burgués gentilhomme) en 1669 y 1670.
En el Castillo de Cheverny, la oferta es variada con un fin de semana veneciano, un festival de jazz y una exposición de obras del escultor sueco Gudmar Olovson.
"Lo hacemos en función de nuestros gustos y deseos", explica a la AFP Constance de Vibraye, dueña del castillo.
Desde un jardín de tulipanes hasta un festival de sombreros, pasando por una exposición de Tintín, "hacemos las cosas que nos gustan", añade de Vibraye, cuya propiedad acogió a 450.000 visitantes en 2018.
Otros castillos del Loira privilegian en cambio las actividades familiares, con juegos de pistas en Villesavin, o un espectáculo nocturno, "Las noches fantásticas", en Azay-le-Rideau.
Y estas iniciativas han tenido buena acogida. En 2018, los principales castillos de la región acogieron a cinco millones de visitantes, lo que corresponde a un aumento de 5% en relación a 2017, según la Oficina regional encargada de turismo.
Únicamente para los cuatro primeros meses de 2019 se registró un incremento de 9%.
Uno de los castillos que más atrajo a turistas fue Chambord, que celebra sus 500 años con una serie de exposiciones excepcionales, como una sobre su construcción, ilustrada por dibujos de Leonardo da Vinci, que atrajo ya a multitudes.
Esta propiedad, una de las más populares de la región, acogió en 2018 a unos dos millones de visitantes.