Halloween: el oscuro ritual europeo que inspiró la noche más terrorífica del año
Cada 31 de octubre, ciudades en todo el mundo se transforman.
Fachadas teñidas de naranja, luces parpadeantes, disfraces inquietantes y niños recorriendo las calles en busca de dulces. Halloween, hoy sinónimo de entretenimiento, misterio y comunidad, tiene raíces profundas que se remontan a rituales agrarios europeos, mitos de ultratumba y simbolismos que sobrevivieron siglos de transformación cultural.
Aunque se asocia principalmente con Estados Unidos, Canadá, Irlanda y el Reino Unido, esta celebración popularizada globalmente por el cine, la televisión y la cultura pop hoy conquista también América Latina y Europa, donde ha adquirido identidad propia sin perder su esencia ancestral.
La explicación más aceptada sobre el origen de Halloween proviene del antiguo festival celta Samhain, celebrado hace más de dos mil años en Irlanda, Escocia y el norte de Francia. Era el cierre del ciclo agrícola y el inicio del invierno, época asociada con la oscuridad y la incertidumbre.
Durante Samhain, se creía que la frontera entre el mundo de los vivos y los muertos se desdibujaba. Se encendían hogueras, se dejaban alimentos como ofrenda y las personas se disfrazaban para pasar desapercibidas o ahuyentar espíritus. Ese simbolismo fue tan determinante que siglos después aún persiste en las prácticas actuales.
El cristianismo integró esta tradición al trasladar el Día de Todos los Santos al 1 de noviembre. La víspera All Hallows’ Eve derivó en el término Halloween, permitiendo que las costumbres paganas convivieran con rituales religiosos.
Con la migración irlandesa del siglo XIX hacia América, estas tradiciones cruzaron el Atlántico, se mezclaron con nuevas costumbres y dieron origen a la versión moderna del Halloween que hoy conocemos.
Los disfraces nacieron de la necesidad de confundirse con espíritus errantes. Más adelante, durante la Edad Media, se popularizó la práctica del “soul cake”, donde personas visitaban casas cantando o rezando por los difuntos a cambio de comida.
Ya en Estados Unidos, el siglo XX consolidó los disfraces como una industria creativa influenciada por personajes literarios, cinematográficos y, más recientemente, por la cultura digital. Lo que comenzó como una estrategia espiritual se convirtió en un vehículo para la imaginación colectiva.
La calabaza tallada o jack-o’-lantern es quizá el símbolo más reconocible de Halloween, aunque originalmente se utilizaban nabos, papas y remolachas en Europa. Como explica Nathan Mannion, conservador jefe del EPIC The Irish Emigration Museum en Dublín: “Es posible que incluso tenga orígenes precristianos y que haya evolucionado a partir de la costumbre de venerar las cabezas, o que incluso representara trofeos de guerra arrebatados a los enemigos”.
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El mito más popular sobre su origen es la historia irlandesa de Stingy Jack, un astuto herrero que engañó al diablo y terminó vagando eternamente con una linterna improvisada. Mannion agrega que también era un relato moral: “Jack era un alma atrapada entre dos mundos, y si te comportabas como él, podías acabar igual”.
Además, la leyenda ayudaba a explicar un fenómeno natural: el ignis fatuus, luces que parpadean sobre terrenos pantanosos. Según Mannion, “si intentabas seguir la luz, podías caer en un sumidero o un pantano, o ahogarte. La gente pensaba que era Jack of the Lantern, un alma perdida o un fantasma”.
Con la electrificación en Irlanda en los años treinta, estas historias comenzaron a disiparse, pero la tradición ya había arraigado en Estados Unidos, donde las calabazas más grandes y fáciles de tallar se volvieron protagonistas.
A finales del siglo XIX, medios estadounidenses como Harper’s Weekly comenzaron a mostrar imágenes de calabazas talladas. En 1892, The Atlanta Constitution celebró una festividad descrita como “única y brillante”, repleta de linternas creativas. Con el tiempo, la calabaza simbolizó algo más que terror festivo: comunidad.
Como afirma la historiadora Cindy Ott: “Se trata de consolidar una comunidad, proyectar buenos valores, vecindad. La calabaza de Halloween también adquiere esos significados”.
Hoy, Halloween es una mezcla entre celebración cultural, memoria ancestral y evento social. Cada máscara, cada luz y cada calabaza mantienen viva una tradición que ha viajado por siglos, territorios e imaginarios.
Lo que empezó como un rito celta para honrar a los muertos, continúa como una noche donde el miedo y la fantasía conviven en perfecta armonía.