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Impostores virtuales: cómo la IA está clonando a los famosos sin su consentimiento

Inteligencia Artificial

La inteligencia artificial desafía la privacidad de las figuras públicas, impulsando nuevas estrategias legales y tecnológicas para frenar el abuso de su imagen y voz.

Desarrollo de la inteligencia artificial
Desarrollo de la inteligencia artificial / AFP

La expansión de los deepfakes, tecnología que permite replicar rostros y voces mediante inteligencia artificial, ha encendido las alarmas en la industria del entretenimiento. Actores, cantantes y figuras públicas han visto su identidad digital manipulada sin su consentimiento, lo que no solo amenaza su reputación, sino que también pone en riesgo a sus seguidores, quienes pueden ser víctimas de estafas.

El caso de Scarlett Johansson, quien denunció a OpenAI por imitar su voz en el asistente “Sky” sin autorización, es solo un ejemplo del dilema ético y legal que enfrenta la industria tecnológica. Sin regulaciones claras, muchas empresas han explotado la imagen de las celebridades para el desarrollo de productos de inteligencia artificial sin su aprobación.

En mayo pasado, Scarlett Johansson se pronunció en contra de OpenAI tras descubrir que el asistente de voz “Sky”, incluido en la última actualización de ChatGPT 4.0, tenía un timbre sorprendentemente similar al suyo.

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Según la actriz, la semejanza era tal que incluso amigos cercanos no podían notar la diferencia. Lo más inquietante es que, meses antes, la compañía liderada por Sam Altman se había acercado a ella para ofrecerle participar en el desarrollo de la herramienta, propuesta que rechazó rotundamente.

“Estaba sorprendida, enfurecida y no lo podía creer”, afirmó Johansson en un comunicado. Ante esta situación, sus abogados exigieron a OpenAI transparencia sobre los métodos utilizados para crear “Sky”. Tras la presión pública, la empresa optó por retirar la voz del sistema.

La amenaza de los deepfakes no se limita a la industria del entretenimiento. Un caso inquietante fue el de una mujer en Francia que perdió más de 800.000 dólares tras ser engañada por un impostor que utilizó imágenes generadas digitalmente de Brad Pitt para simular una emergencia médica.

Este tipo de fraudes han crecido exponencialmente, evidenciando la falta de herramientas efectivas para detectar y eliminar contenido falso antes de que cause daño.

Ante este panorama, han surgido empresas dedicadas a proteger la identidad digital de las celebridades. Una de ellas es Loti, fundada en 2022 por Luke y Rebekah Arrigoni, la cual combina inteligencia artificial y estrategias legales para rastrear y eliminar contenido manipulado.

Según Rolling Stone, Loti escanea más de 100 millones de imágenes y videos al día, logrando eliminar contenido fraudulento con un 95% de éxito en menos de 17 horas. Su sistema no solo detecta deepfakes, sino que también proporciona análisis técnicos para ayudar a los equipos legales a probar si una falsificación está basada en características reales de una celebridad.

Sin embargo, convencer a los famosos de confiar en soluciones tecnológicas sigue siendo un reto. “El impacto negativo que la inteligencia artificial ha tenido en sus vidas hace que la comunicación con ellos deba ser extremadamente cuidadosa”, afirmó Luke Arrigoni.

Aunque la tecnología avanza a pasos agigantados, la legislación no ha logrado mantener el mismo ritmo. Un ejemplo de regulación reciente es la Ley ELVIS en Tennessee, la cual protege las voces de los artistas contra la clonación no autorizada. Sin embargo, aún existen vacíos legales que permiten a las empresas de inteligencia artificial explotar identidades sin repercusiones.

Rolling Stone advierte que el creciente uso de deepfakes pone en evidencia la urgencia de establecer regulaciones globales, no solo para proteger a las celebridades, sino también a los ciudadanos comunes que podrían ser víctimas de suplantación de identidad, fraudes y manipulación digital.

La lucha contra los deepfakes ya no es solo una preocupación de las figuras públicas. Es un problema tecnológico, ético y social que requiere la colaboración de legisladores, empresas y la sociedad para frenar el impacto negativo de la inteligencia artificial en la privacidad y seguridad digital.

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