Michael Jackson y Elizabeth Taylor: La historia del amor imposible que nunca fue confesado

Michael Jackson

Entre los pasillos de Neverland y las alfombras rojas de Hollywood, se tejió una de las relaciones más enigmáticas del espectáculo.

Michael Jackson / AFP

La que unió al Rey del Pop y a una de las divas más legendarias del cine. Michael Jackson y Elizabeth Taylor compartieron algo más que amistad; compartieron una vida marcada por el dolor, la fama prematura y una conexión emocional que, hasta el día de hoy, sigue desafiando toda explicación.

Se conocieron en 1984, durante una proyección privada del videoclip "Thriller". Aquel encuentro fue suficiente para que surgiera un lazo que con los años se volvió casi indestructible. Taylor, ya consagrada como ícono del cine, y Jackson, en la cúspide de su carrera musical, vieron reflejadas sus propias heridas en los ojos del otro.

“Somos muy parecidos. Los dos tuvimos infancias horribles. Bueno, trabajar a los 9 años no es infancia”, confesó la actriz, conmovida por el pasado de ambos.

Lo que para muchos fue simplemente una amistad excéntrica y devota, para otros fue una historia de amor que jamás se permitió ser. Las muestras públicas de afecto, las declaraciones cargadas de ternura y los regalos fuera de lo común alimentaron durante años una sospecha.

Taylor lo negó hasta el final. “Nos amamos profundamente, pero no de la manera que la gente quiere creer”, dijo en 1993, en medio de rumores que la señalaban como la única mujer verdaderamente importante en la vida de Michael. Él, por su parte, se refería a ella como “una amiga, una madre, una hermana”, aunque también llegó a decir: “Elizabeth es preciosa, hermosa, todavía lo sigue siendo y estoy loco por ella”.

A lo largo de los años, hubo gestos que desafiaban las explicaciones racionales. Jackson compuso para ella una canción inédita, Elizabeth, I Love You, que interpretó frente a cientos de celebridades en el cumpleaños número 65 de la actriz. La emoción en su voz y el brillo en sus ojos no dejaron indiferente a nadie. La prensa lo calificó como una declaración de amor velada.

Un retrato de la legendaria actriz Elizabeth Taylor en una calle en Hollywood, California. / AFP

Pero no fue el único detalle que generó sospechas. El intérprete de Billie Jean le regaló a Taylor un anillo de diamantes de 17 quilates, y ella le obsequió, a su vez, un elefante, como muestra de gratitud por haberle organizado su boda con Larry Fortensky en el rancho Neverland. El evento, valorado en más de 1.5 millones de dólares, fue una de las últimas grandes celebraciones privadas de Jackson.

“Elizabeth estaba vestida como gitana y por eso decidimos llamarla Gypsi. Fue uno de los mejores regalos que me han hecho”, dijo el cantante.

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Según la biografía Untouchable: The Strange Life and Tragic Death of Michael Jackson, del periodista Randall Sullivan, Taylor fue “el único amor real y no sexual” de Michael. Sullivan sostiene que la conexión era tan intensa que bordeaba lo romántico, aunque nunca llegó a materializarse físicamente. “Me gustaría haberle propuesto matrimonio”, confesó Jackson en una entrevista, cuando fue interrogado sobre los rumores que aseguraban que él sí lo hizo, en varias ocasiones.

Incluso amigos cercanos, como su exguardaespaldas Matt Fiddes, aseguraron que “existía algo más que amistad, aunque nunca lo hicieran público”.

Sin embargo, no todos lo vieron con buenos ojos. La madre del cantante, Katherine Jackson, creía que Elizabeth había alejado emocionalmente a su hijo de su propia familia. “Michael parecía depender más de ella que de nosotros”, llegó a declarar, preocupada por la cercanía entre ambos.

Aun así, Taylor permaneció inquebrantable en su lealtad. En 1993, cuando el artista enfrentó por primera vez acusaciones de abuso sexual, ella viajó hasta Singapur para acompañarlo en su cumpleaños y defendió públicamente su integridad: “Creo totalmente al 100% en la integridad de Michael. Preferiría cortarse las muñecas antes que dañar a un niño”.

Ese mismo año, fue clave para que Jackson ingresara en rehabilitación por su adicción a los analgésicos, reflejando no solo su apoyo emocional, sino también su preocupación real por su salud física y mental.

Cuando Michael Jackson falleció en 2009, Elizabeth Taylor se negó a asistir al funeral televisado, explicando: “No puedo ser parte de una ceremonia pública para alguien que considero un hermano”.

Su despedida fue privada, íntima, como había sido su relación con él. Dos años después, cuando ella también falleció, fue enterrada en el mismo cementerio donde yacen los restos del cantante: Forest Lawn Memorial Park, en Glendale, California.

La historia entre ambos nunca fue definida. Taylor insistió hasta el final: “Nunca fui su amante, fui su mejor amiga”. Michael Jackson y Elizabeth Taylor compartieron un vínculo que no cabía en etiquetas. No fue una simple amistad, ni tampoco un romance tradicional. Fue una forma de amor única, privada, devota, que continúa despertando admiración y misterio más de una década después de sus muertes.

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