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Robots bailarines se toman el escenario de artista chino y redefinen espectáculo musical

La línea que separa la tecnología del arte escénico acaba de volverse mucho más delgada.

Inteligencia artificial / IA - META

Durante uno de los conciertos más recientes del cantante Wang Leehom, el público no solo presenció un show musical de gran formato, sino una demostración inédita de hasta dónde puede llegar la robótica aplicada al entretenimiento en vivo. Seis robots humanoides sorprendieron a miles de asistentes al actuar como bailarines principales y convertirse, sin discusión, en los protagonistas de la noche.

El evento tuvo lugar el pasado 18 de diciembre en el Parque Deportivo del Lago Dong’an, en Chengdu, como parte del Best Place Tour. Ante más de 18 mil espectadores, Wang Leehom compartió escenario con seis robots G1 desarrollados por la empresa china Unitree Robotics, que hicieron su debut oficial como performers durante un concierto masivo.

Lejos de cumplir un rol decorativo, los androides ejecutaron coreografías complejas junto a bailarines humanos, demostrando coordinación, ritmo y una precisión que rápidamente capturó la atención del público presente y de millones de usuarios en redes sociales. Vestidos con pantalones amplios y camisas brillantes, los robots se integraron visualmente al cuerpo de baile, borrando cualquier sensación de artificio o elemento experimental.

El momento más comentado del espectáculo ocurrió durante la interpretación de Open Fire. Allí, los robots G1 realizaron rutinas sincronizadas de alta exigencia física, incluyendo Webster flips, un tipo de salto mortal hacia atrás que exige gran control corporal. Este tipo de acrobacias, habituales en bailarines profesionales, rara vez se asocia con máquinas, lo que convirtió la escena en uno de los puntos más virales del concierto.

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Expertos en robótica y software señalaron que este nivel de desempeño implica una coordinación extremadamente precisa entre sensores, algoritmos de equilibrio, control de motores y programación en tiempo real. A diferencia de movimientos repetitivos o pregrabados, las coreografías ejecutadas durante el concierto exigieron adaptación constante al ritmo, al espacio escénico y a la interacción con bailarines humanos.

El impacto del show no tardó en cruzar fronteras. El video de la presentación circuló rápidamente en plataformas, donde acumuló millones de visualizaciones. Entre las reacciones destacó la del empresario y magnate tecnológico Elon Musk, quien comentó el clip con una sola palabra: “Impressive”. El mensaje fue interpretado por muchos como un reconocimiento implícito al avance de la robótica de entretenimiento y a su potencial futuro.

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Más allá del asombro inmediato, la presentación de Wang Leehom abrió un debate más profundo dentro de la industria cultural. Para algunos analistas, este espectáculo marca un antes y un después en los conciertos en vivo, al demostrar que los robots pueden dejar de ser simples efectos visuales para asumir un rol activo como intérpretes escénicos.

La discusión ya empieza a girar hacia preguntas más complejas: ¿podrán los robots convertirse en parte habitual de los cuerpos de baile? ¿Deberán los sindicatos artísticos y la industria del entretenimiento replantear regulaciones sobre la participación de máquinas en espectáculos en vivo? Aunque estas cuestiones aún parecen lejanas, el show de Chengdu sugiere que el debate no es hipotético.

Por ahora, la reacción del público ha sido mayoritariamente positiva. Lejos de percibir a los robots como una amenaza, muchos asistentes celebraron la innovación y la capacidad de integrar música, danza y tecnología en una experiencia inmersiva sin precedentes. El concierto fue aplaudido como una muestra de creatividad y de visión futurista, alineada con el rápido avance tecnológico de China.

En un escenario donde el arte y la ingeniería convergen cada vez con más fuerza, el espectáculo de Wang Leehom deja una imagen poderosa: miles de personas ovacionando una coreografía ejecutada por humanos y máquinas en perfecta sincronía. Una postal que confirma que el futuro del entretenimiento ya no es una promesa, sino una realidad que baila, salta y se mueve al ritmo de la música.

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