Así es el sorprendente sistema de descanso del insecto que sostiene la vida en el planeta

Flora y fauna

Mientras millones de abejas zumban sin descanso entre flores y colmenas, pocas personas se detienen a pensar en algo tan elemental como su sueño.

Detrás del zumbido que llena los campos de flores y los huertos del planeta, hay una coreografía biológica de trabajo y sueño que sostiene silenciosamente la vida. / IA - META

Incluso estos incansables polinizadores necesitan detenerse. La forma en la que duermen varía según su rol en la colmena, y revela mucho sobre su extraordinaria organización social.

Las abejas no solo son vitales para el ecosistema, sino que también desempeñan un papel crucial en la producción de alimentos que consume la humanidad. Según datos recopilados por National Geographic, una sola colmena puede albergar entre 30.000 y 80.000 abejas. La mayoría son obreras: hembras pequeñas que no se reproducen, pero que cargan sobre sus alas el peso del trabajo colectivo.

A diferencia de los humanos, las abejas no tienen un ciclo de sueño prolongado. De hecho, su descanso es breve, intermitente y profundamente funcional. Pero es precisamente esa eficiencia lo que les permite mantener el equilibrio ecológico del planeta. Dormir, para ellas, no es un lujo. Es una necesidad biológica que garantiza su rendimiento, su salud y, en última instancia, su capacidad de polinizar.

La forma de dormir varía según la casta a la que pertenece cada abeja: reina, obrera o zángano. Según La Tienda del Apicultor, las abejas adoptan una postura característica cuando duermen: relajan el tórax, la cabeza y las antenas, signos claros de que su cuerpo entra en estado de reposo. Pueden descansar tanto de día como de noche, aunque permanecen alertas a cualquier estímulo externo. Un simple contacto con otra abeja basta para despertarlas.

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Las abejas obreras, las más activas de la colmena, duermen en bloques cortos de entre 15 a 30 minutos, repartidos a lo largo de 4 o 5 horas. Lo hacen en rincones de la colmena, aprovechando momentos breves para recuperar energía después de largas jornadas recolectando néctar o construyendo panales. La Bee, un portal especializado en apicultura, detalla que esta rutina es suficiente para que las obreras se mantengan funcionales y productivas.

Los zánganos, en cambio, tienen un ciclo más parecido al humano. Descansan principalmente por la noche, durante aproximadamente 10 horas. Aunque su función en la colmena es limitada, básicamente aparearse con la reina, este largo período de descanso refleja su menor nivel de actividad diaria.

La abeja reina, por su parte, presenta un patrón de sueño fragmentado y más breve. Según La Bee, duerme en intervalos de 15 a 20 minutos, dentro de un período de 2 a 4 horas, pero se ve interrumpida constantemente por las obreras que la alimentan. A pesar de su rol privilegiado, su descanso es tan frágil como esencial: su principal misión es asegurar la continuidad de la colmena poniendo huevos sin cesar.

El sueño en las abejas no es solo una cuestión de descanso, sino de supervivencia. Cada minuto de sueño les permite recargar la energía que necesitan para continuar su labor de polinización, vital para el mantenimiento de ecosistemas y cultivos agrícolas.

Aunque parezcan pequeñas y frágiles, las abejas son responsables de fecundar cerca del 75% de las especies vegetales que alimentan al mundo. Pero este titánico esfuerzo tiene un costo. Como resume con aguda precisión el titular de una investigación sobre su descanso: “Salvar al mundo es agotador”.

Así, detrás del zumbido que llena los campos de flores y los huertos del planeta, hay una coreografía biológica de trabajo y sueño que sostiene silenciosamente la vida. Y entender cómo duermen las abejas es también una manera de reconocer su importancia y protegerlas antes de que sea demasiado tarde.

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