Ulpiano Vergara soñó con ser profesor de historia y geografía, pero la música fue su destino

Ciudad de Panamá, Panamá/Panamá celebra el legado de una de sus más grandes figuras de la música típica: Ulpiano Vergara, quien este fin de semana conmemora 55 años de carrera musical con un espectáculo en los estacionamientos del estadio Rommel Fernández, acompañado de artistas como Alfredo Escudero, Osvaldo Ayala, Sammy y Sandra Sandoval, Nenito Vargas y Alejandro Torres.

“Eso es una lucha, una dedicación, un apego a lo nuestro”, expresó el acordeonista al programa Jelou de TVN. Una frase que resume perfectamente el camino que inició de niño, en medio de la humildad rural de San José de Las Tablas, en Los Santos, donde no había luz, agua ni escuela formal. Ahí, con tan solo nueve años, agarró por primera vez el acordeón de su hermano... y nunca más lo soltó.

Un niño curioso y una pasión inevitable

La historia de Ulpiano se teje con recuerdos de familia y música. Su padre era violinista y compositor, y su hermano mayor, también músico, fue su primer referente. Recordó cómo su hermano, lejos de regañarlo, lo animó a seguir cuando lo sorprendió intentando tocar.

En una velada local conoció por primera vez la competencia musical, al ver tocar a otro niño de doce años; aquella imagen lo motivó.

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Del Instituto Nacional al mundo

Al llegar a Panamá fue inscrito en el Instituto Nacional. Aunque su deseo era estudiar geografía e historia, la música lo fue envolviendo cada vez más.

Una anécdota en clase marcó el giro definitivo: una profesora lo descubrió espiando ensayos del grupo musical del colegio. Cuando supieron que sabía tocar, fue invitado a participar. Su talento ya era evidente.

“Yo no sé si toco bien, pero yo toco”, comentó con humildad, sin imaginar que muy pronto sería uno de los referentes en Panamá.

La maleta y los sueños grandes

Con tan solo 22 dólares en el bolsillo y una maleta —que aún conserva—, Ulpiano emprendió su primer viaje internacional. Recuerda cómo en Washington le entregaron 300 dólares para viáticos: “300 dólares no los había visto yo ni soñado nunca”. Mientras otros disfrutaban los días libres, él ya planeaba su futuro: “Con lo que estoy juntando aquí, yo voy a hacer un conjunto”.

Y así fue. A su regreso, compró su primer acordeón propio. Empezó con presentaciones modestas, de 100 o 200 dólares, tocando con instrumentos improvisados. Pero su estilo, carisma y constancia lo llevaron a lo más alto del circuito típico panameño.

Aunque en su juventud soñó con ser profesor, la música terminó siendo su destino. De lavar carros por dos dólares, de tocar con timbales de garrafón a compartir tarima con los grandes, Ulpiano Vergara ha escrito una historia que merece ser contada una y otra vez.

Y esa historia tendrá su homenaje mañana en el Rommel Fernández. Un evento que, más que un concierto, es una celebración nacional del talento, la perseverancia y la identidad panameña.

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