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Francisco arremete contra los poderosos y proclama tiempo de perdón

Las palabras del pontífice se dieron en medio de la apertura de la Puerta Santa en la catedral de Roma

El papa Francisco
El papa Francisco abrió hoy la Puerta Santa de la basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma, un rito que se enmarca dentro de los actos del Año Santo Extraordinario de la Misericordia, que comenzó el pasado martes / EFE
Efe
13 de diciembre 2015 - 08:26

El papa Francisco abrió hoy la Puerta Santa de la catedral de Roma, San Juan de Letrán, y durante su homilía arremetió contra la "arrogancia" de los gobernantes y proclamó que con el Jubileo "comienza el tiempo del gran perdón".

"Este tercer domingo de Adviento hace que asistamos a la llegada de la Navidad, ya cercana. No podemos dejarnos caer en el cansancio; no se nos permite ninguna forma de tristeza. Aunque tengamos motivo por las tantas preocupaciones y por las múltiples formas de violencia que hieren a nuestra humanidad", dijo en su homilía.

Francisco señaló que "en un contexto histórico de grandes abusos y violencias, a causa sobre todo de los hombres de poder, Dios hace saber que Él mismo reinará a su pueblo, que no lo dejará en manos de la arrogancia de sus gobernantes, que lo liberará de cada angustia".

"Hoy se nos reclama que 'no bajemos los brazos' a causa de la duda, de la impaciencia o del sufrimiento", apostilló.

El pontífice llamó entonces a la alegría porque ha comenzado el Jubileo, un tiempo que calificó como "el tiempo del gran perdón".

"Hemos abierto la Puerta Santa, aquí y en todas las catedrales del mundo. También es un simple gesto y una invitación a la alegría. Comienza el tiempo del gran perdón. Es el Jubileo de la misericordia", celebró.

Bergoglio recordó que "la fe en Cristo provoca un camino que dura toda la vida" y que obliga a ser "misericordiosos".

La Puerta Santa

"La alegría de atravesar la Puerta de la Misericordia debe ir acompañada del compromiso de acoger y testimoniar un amor que va más allá de la justicia, un amor que no tiene confines. Y de este infinito amor somos responsables, a pesar de nuestras contradicciones", apuntó.

Bergoglio acudió a su catedral, puesto que también es obispo de Roma, para abrir su Puerta Santa, una ceremonia que sucede a la apertura de la de San Pedro del Vaticano, con la que se dio inicio el pasado martes al Año Santo Extraordinario y que permanecerá abierta hasta que concluya, el 20 de noviembre del próximo año.

En una atmósfera solemne y marcada por el silencio, el papa, ataviado con una capa pluvial púrpura, propia de los domingos de Adviento, pronunció la fórmula de rigor: "Esta es la puerta del señor. Abridme las puertas de la Justicia".

Entonces se aproximó a la última a la derecha de las cinco existentes en la fachada principal del templo lateranense y la empujó hasta abrirla por completo, a pesar de sus grandes dimensiones.

La apertura de esta Puerta Santa se produjo a las 09.30 hora local (08.30 GMT) e inmediatamente después Francisco permaneció unos instantes de pie en su umbral, con la cabeza baja, las manos entrelazadas y sumido en una profunda oración.

Acto seguido encabezó una procesión hacia el altar mayor del templo, seguido por miembros del clero, y ahí ofició una misa y pronunció su homilía.

La ceremonia fue seguida por miles de fieles que se congregaron tanto dentro como fuera del templo para asistir a este rito, que no se producía desde el Jubileo del año 2000, durante el pontificado del ya santo Juan Pablo II.

Las inmediaciones de la basílica de San Juan de Letrán estuvieron marcadas por un aumento notable de la vigilancia y los controles policiales, debido a la alerta terrorista en Europa que ha obligado a las autoridades a poner especial atención en los actos del Jubileo, en los que son frecuentes las aglomeraciones.

La tradición dicta que se abran las Puertas Santas de las cuatro basílicas papales romanas y este domingo el cardenal estadounidense James Harvey lo hizo con la de San Pablo Extramuros, mientras que será el papa quien haga lo propio el próximo 1 de enero con la cuarta y última: Santa María la Mayor.

El pontífice argentino ha consagrado este Año Santo Extraordinario a la misericordia y, puesto que su voluntad es que todos los fieles tengan la posibilidad de cruzar la puerta sin necesidad de peregrinar a Roma, ha dispuesto que cada catedral y templo de relevancia cuente con una entrada de este tipo.

El próximo viernes Francisco inaugurará un albergue de Caritas próximo a la estación romana de Termini y allí abrirá otra Puerta de la Misericordia, dedicada esta vez a los más necesitados.

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