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Israel desafía las advertencias de la administración Biden

Un escenario familiar. Cada vez que Estados Unidos habla de diplomacia o llama a un alto el fuego, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, parece responder intensificando la ofensiva

Ejército israelí
Ejército israelí / AFP
AFP
30 de septiembre 2024 - 19:02

¿Hará caso Israel a la advertencia de Joe Biden de no lanzar una ofensiva terrestre en Líbano? Parece dudoso ante la impotencia de Estados Unidos para influir en su aliado desde el comienzo de la guerra en Gaza.

El presidente estadounidense dio a entender este lunes que es contrario a una operación terrestre israelí en Líbano y pidió un alto el fuego, en medio de una tensión extrema después de que Israel matara al líder de Hezbolá, Hasán Nasralá.

"Estoy más al tanto de lo que ustedes creen y estoy de acuerdo en que se detengan. Deberíamos tener un alto el fuego ahora", dijo Biden a periodistas cuando se le preguntó si está al corriente de los planes israelíes de incursión terrestre.

Unas horas más tarde, el Departamento de Estado confirmaba que los israelíes les dijeron que llevaban a cabo "actualmente operaciones terrestres limitadas dirigidas a infraestructura de Hezbolá cerca de la frontera".

Un escenario familiar. Cada vez que Estados Unidos habla de diplomacia o llama a un alto el fuego, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, parece responder intensificando la ofensiva. 

El miércoles pasado, Estados Unidos y Francia pidieron conjuntamente un alto el fuego de 21 días entre Israel y Hezbolá. Al día siguiente, Netanyahu anunció más ataques contra el movimiento islamista libanés, respaldado por Irán. 

En la Asamblea General de la ONU, el contraste era sorprendente: mientras el primer ministro israelí autorizaba el viernes un devastador ataque contra Nasralá, el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, volvía a pedir una solución diplomática. 

"Israel tiene derecho a defenderse, pero la manera en que lo hace importa", afirmó en rueda de prensa.

Lo viene diciendo desde el ataque sangriento del movimiento palestino Hamás contra Israel el 7 de octubre.

Sacar ventaja

Washington no llora la muerte del líder del Hezbolá, a quien considera un "terrorista brutal", pero aclaró inmediatamente que no estaba implicado ni había sido informado de antemano del ataque. 

Lo mismo sucedió tras la muerte del líder político de Hamás Ismail Haniyeh el 31 de julio en un ataque en Irán atribuido a Israel. 

Israel intenta sacar toda la ventaja posible, debilitando considerablemente el movimiento islamista libanés y frente a un Hamás derrotado en Gaza, afirma una fuente diplomática. 

A pesar del viento en contra, Washington apuesta por la diplomacia. 

"La diplomacia sigue siendo el mejor y el único camino para lograr una mayor estabilidad en Oriente Medio y Estados Unidos sigue determinado a avanzar en estos esfuerzos con urgencia" en busca de una solución diplomática en Líbano y un alto el fuego en la franja de Gaza, dijo Blinken. 

Este último se reunió el domingo con su homólogo francés Jean-Noël Barrot, quien desde Beirut instó el lunes a Israel a "abstenerse de cualquier incursión terrestre en Líbano", aparentemente sin respuesta. 

También habló con el británico David Lammy el lunes por la mañana, y con ministros árabes al margen de una reunión ministerial en Washington de la coalición contra el grupo Estado Islámico (EI). 

Su entorno asegura que Washington no dicta a Israel, un Estado soberano, su conducta en la guerra, pero reconoce entre líneas un margen de maniobra limitado con Netanyahu. 

Los sucesos se encadenan sin que Estados Unidos pueda hacer gran cosa. 

Joe Biden suspendió una entrega de bombas en mayo pero en general se ha negado a utilizar la presión de las armas sobre Israel. 

El calendario político estadounidense tampoco ayuda. Mientras la vicepresidenta Kamala Harris hace campaña contra el expresidente Donald Trump para las elecciones del 5 de noviembre, el gobierno se desespera por alcanzar un acuerdo en Oriente Medio antes de los comicios.

El objetivo es evitar la impresión de caos, pero pocos observadores anticipan un cambio de estrategia, tan cerca de las elecciones.

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