Biden busca cosechar la recompensa por la enorme ley de infraestructura
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sale a la cancha este miércoles para explicar la ley de infraestructura aprobada la semana pasada con la esperanza de cosechar sus beneficios políticos en momentos en que su nivel de aprobación está por el piso.
El mandatario demócrata escogió Baltimore, una ciudad portuaria a menos de una hora en auto de Washington DC, para explicar a la nación el porqué y de qué manera el país gastará 1,2 billones de dólares para modernizar su vetusta infraestructura.
El lunes, Biden insistió en una entrevista en la televisión local de Cincinnati, Ohio, en que en "cuestión de semanas" comenzarán a verse los efectos del masivo plan de inversión para expandir las redes de Internet, carreteras, puentes, tuberías de agua potable, estaciones de carga para autos eléctricos entre varias otras cosas.
El presidente espera que el plan de inversiones produzca un impacto, al menos político, antes de las elecciones de mitad de mandato del año próximo.
Esos comicios son tradicionalmente un desafío para el partido en el poder y bien podrían costar a los demócratas su exigua mayoría en el Congreso.
Y mientras el gabinete de Biden impulsa la victoria legislativa, el mandatario busca movilizar a los funcionarios locales del partido para que colaboren en su promoción.
Si bien la ley de infraestructura es en principio popular, sus detalles no son claros para el público en general, especialmente tras semanas de complicadas negociaciones en el Congreso.
Y mientras, el Congreso aún debate la otra parte de la ambiciosa agenda de reforma económica y social de Biden: 1,75 billones de dólares para mejorar la salud, educación, abordar el cambio climático y ampliar los programas de bienestar social.
"Contar una historia"
Después de Baltimore, el presidente seguirá en el llano para transmitir su mensaje, dijo este martes la portavoz adjunta de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre.
Es probable que Biden tenga en mente la experiencia de Barack Obama (2009-2017), de quien fue vicepresidente.
Obama impulsó un enorme paquete de estímulo por casi 800.000 millones de dólares en 2009, en el marco de la crisis financiera internacional, con resultados económicos y políticos muy diferentes.
Si bien la medida permitió una reactivación de la economía golpeada por la recesión, los republicanos crecieron en forma importante en las siguientes elecciones de mitad de período.
Obama consideró luego que su error fue haber olvidado que, más allá del proceso de toma de decisiones, el presidente también debe "contar una historia al pueblo" para dar "un sentido de unidad, propósito y optimismo, especialmente en tiempos difíciles".
Eso es lo que Biden, cuya Casa Blanca está llena de ex altos funcionarios del gobierno de Obama, parece estar tratando de hacer ahora.
El presidente dijo el sábado que estaba convencido de que "dentro de 50 años, la gente mirará hacia atrás y dirá: 'Este fue el momento, este fue el período, este año y los próximos dos años, cuando Estados Unidos decidió ganar la carrera del siglo XXI'", frente al desafío de China y la amenaza del cambio climático.
En este momento, sin embargo, los estadounidenses están más preocupados por el aumento vertiginoso de los precios de la gasolina, los problemas de la cadena de suministro y la pandemia de coronavirus.
El índice de aprobación de Biden se situó este martes en 42,8%, según el sitio web de análisis político FiveThirtyEight, que amalgama varias encuestas.
De acuerdo con este sitio, solo dos presidentes en la historia reciente de Estados Unidos obtuvieron peores resultados a esta altura del mandato: Gerald Ford (38,4%) en noviembre de 1974 y Donald Trump (37,9%) en noviembre de 2017.