Por sequía, abren en California "escuela del agua"
Todos los lunes por la noche, en este pueblo costero acosado por la sequía, docenas de residentes que violaron sus estrictas raciones de agua se reúnen en la Escuela del Agua tratando de que los eximan de pagar un total de cientos de miles de dólares en multas.
Nik Martinelli, un especialista en conservación de agua en Santa Cruz, que desde antes del alba patrulla para inspeccionar los jardines para ver si usan agua en exceso, dijo en una reciente reunión: "Todos sabemos por qué están aquí. Todos se excedieron de su cuota y recibieron una fuerte multa".
Margaret Hughes asintió con gesto sombrío. Su factura del agua por 210 dólares llegó acompañada el mes pasado con una multa de 775 dólares. Manejó desde su casa durante cuatro horas hasta el norte de la ciudad para enfrentar el regaño, aunque no tenía idea que el inodoro de una casa vacante que había heredado tenía una fuga.
Dos horas después, todos los asistentes estaban listos para responder a un cuestionario de la Escuela del Agua, a fin de identificar los escasos recursos hídricos de la comunidad, enumerar los modos de conservar el líquido y describir cómo identificar fugas.
"Están convirtiendo esto en algo positivo", comentó Hughes, y agregó que podría aprovechar la ventaja de un reembolso de 150 dólares para deshacerse de la grama.
California atraviesa el tercer año de la peor sequía del estado en tiempos recientes. La agricultura se ha resentido. Los lagos se están convirtiendo en lodo. Las canchas de golf, los cementerios, los parques se están secando.
Hace algunos meses, la mayoría de las comunidades solicitaron a los residentes reducir el uso del agua en 20%.
Pero Santa Cruz, un pueblo costero a 100 kilómetros (60 millas) al sur de San Francisco no podía esperar.
Al contrario que la mayoría de las ciudades que tienen napas subterráneas de agua, una conexión a canales estatales o grandes reservorios, Santa Cruz está entre los pueblos más afectados por la sequía por estar rodeado de océanos y montañas, lo que significa que depende casi exclusivamente del aporte de las tormentas a un río, arroyos y un reservorio obsoleto.
"Dependemos completamente de la Madre Naturaleza, de modo que somos vulnerables", observó la directora del servicio de agua de Santa Cruz, Rosemary Menard. "No hay alternativa para la situación que enfrentamos. Hemos tenido que racionar".