"¡Que los ricos paguen la crisis!", claman sindicatos críticos con Dilma Rousseff
Unos 15.000 manifestantes procedentes de varios sindicatos y movimientos de izquierda críticos con la presidenta Dilma Rousseff marcharon este viernes en Sao Paulo contra el nuevo plan de austeridad presentado por el gobierno de Brasil, que incluye por primera vez recortes en programas sociales.
Encabezados por dos muñecos de cartón que representaban a Rousseff y al líder de la oposición -el socialdemócrata Aécio Neves-, los manifestantes clamaron no sólo contra el gobernante Partido de los Trabajadores (PT), en el poder desde hace 12 años, sino también contra los movimientos opositores de la derecha.
Según los organizadores, unas 15.000 personas acudieron a la marcha. La policía de Sao Paulo no ofreció, por el momento, datos sobre la participación.
En plena Avenida Paulista, corazón de la mayor ciudad de Brasil, Reinaldo Cervatti sostenía un cartel en el que se leía "¡Que los ricos paguen la crisis!", uno de los lemas de la protesta, donde también se llamó a la huelga general.
"Hay movimientos de la derecha que se manifiestan contra Dilma, otros oficialistas que le apoyan y nosotros somos una tercera vía", afirmó a la AFP este funcionario universitario de 40 años.
"Estamos en contra del ajuste fiscal porque afecta principalmente a la clase trabajadora, a la gente sin vivienda y no a los banqueros", protestó Cervatti, un exvotante del PT que, sin embargo, está en contra de un "impeachment" a la presidenta Rousseff.
Al contrario de las tres multitudinarias marchas promovidas por la oposición más conservadora, que convocaron desde el comienzo de 2015 a millones de brasileños a las calles, en la protesta del viernes no se reclamó un juicio político contra la mandataria.
Las críticas de los manifestantes, entre los que había sindicatos de metalúrgicos, de profesores, partidos de izquierda y diversos movimientos sociales, se centraron en la nueva ola de ajustes con la que el gobierno pretende conseguir alrededor de 17.000 millones de dólares.
La administración de Rousseff quiere revertir así el presupuesto deficitario que presentó para 2016 y que le costó la rebaja de la calificación de la deuda del país al grado especulativo por parte de la agencia Standard and Poor's.
El plan consiste en postergar ajustes salariales y contrataciones del sector público, eliminar 10 de los 39 ministerios, reducir mil empleos estatales y recrear un viejo impuesto a las transacciones financieras.
También contempla recortes quirúrgicos en el sensible terreno de los programas sociales en vivienda y salud, la marca de fuego del Partido de los Trabajadores y uno de los pilares del boom brasileño que sacó a 40 millones de personas de la pobreza.