Rousseff enfrenta un fin de semana crucial para su supervivencia política

Dilma Rousseff
Dilma Rousseff, presidenta de Brasil. / AFP
Afp
12 de marzo 2016 - 09:01

La presidenta brasileña Dilma Rousseff enfrenta un fin de semana crucial para su supervivencia política, que incluye el congreso de su principal partido aliado para decidir si mantiene su apoyo al gobierno y las manifestaciones de oposición para exigir su salida del poder.

La mandataria encara un proceso de juicio político en el Congreso, donde además impulsa un ajuste para poner orden en las cuentas públicas, en medio de una dura recesión. Y el apoyo del partido de centro PMDB es clave.

Pero dividido entre mantener la alianza con el gubernamental Partido de los Trabajadores (PT) o romper definitivamente con el gobierno, el Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, centro) celebra este sábado su reunión nacional en Brasilia para decidir sus próximos pasos políticos.

Una decisión segura es mantener en la cabeza de la organización al vicepresidente brasileño, Michel Temer, que asumiría el poder hasta las elecciones de 2018, en el caso de que Rousseff saliera por algún proceso en su contra.

Según la prensa local, el PMDB podría adoptar una posición mediana: ni romper, ni apoyar al gobierno, y dar libertad a los parlamentarios para votar a favor o contra de la destitución de la presidenta.

¿Un millón en Sao Paulo?

A la recesión económica se suma el escándalo de corrupción en la estatal Petrobras: Rousseff está sumergida en una crisis política que tuvo en esta semana un giro dramático con la entrada en escena de su mentor y predecesor, Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), en dos procesos judiciales.

Y la oposición aprovechará la onda expansiva provocada por la sospechas de corrupción y lavado de dinero en contra del carismático ícono de la izquierda brasileña para movilizar a sus seguidores el domingo en varias ciudades.

La mayor manifestación callejera se espera en Sao Paulo, capital económica de Brasil y bastión de la oposición, donde los organizadores quieren reunir a un millón de personas.

Una movilización masiva fragilizaría un poco más a la presidenta, presionando a los diputados indecisos sobre su voto en el proceso contra Rousseff, impulsado en diciembre por la oposición que la acusa de maquillar las cuentas públicas en 2014, año de su reelección, y 2015 para reducir el impacto de la crisis económica que azota al gigante emergente.

El proceso espera aún que la Corte Suprema defina el formato que tendría el juicio político, tras congelar el procedimiento por un reclamo del oficialismo.

Rousseff descartó tajantemente este viernes que vaya a renunciar a su cargo, y en una especie de confesión de impotencia, dijo públicamente que "sería un orgullo" tener a Lula en su gobierno al borde del desastre.

Brasil en "ebullición"

Las preocupaciones en el despacho presidencial incrementaron con las reuniones con la oposición celebradas esta semana entre altos dirigentes del PMDB, incluido el vicepresidente Temer y el presidente del Congreso Renan Calheiros, para explorar posibles escenarios de la crisis.

"Lo que percibo es que el propio PMDB sabe que Brasil vive en ebullición y ellos tendrán mañana que prestar cuentas con la propia historia", dijo el líder opositor Aecio Neves, derrotado por Rousseff en las últimas elecciones.

"Veo que sectores importantes del PMDB ya comprenden que a pesar de la solidaridad personal que puedan tener a la presidenta, con ella no hay solución", añadió el presidente del partido socialdemócrata PSDB.

Cuestionado sobre las conversaciones con la oposición, Calheiros fue prudente y dijo que el PMDB, primera fuerza parlamentaria con 65 de los 518 diputados y 18 de los 81 senadores, es el "pilar de la gobernabilidad".

"El PMDB debe hacer su congreso con mucha responsabilidad porque cualquier señal en relación a la posición del PMDB puede disminuir o aumentar la crisis", estimó Calheiros.

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