De amas de casa a operadoras del metrobús

Nireyka Rosales, una de las operadoras en prueba.
Nireyka Rosales, una de las operadoras en prueba. / Nicanor Alvarado

Nireyka Rosales está clara en que cada vez que se sube a un bus rompe paradigmas: tras trabajar toda su vida como estilista profesional ha pasado a ser operadora de metrobús, una tarea regularmente dominada por hombres.

Rosales tiene 28 años y vive en Torrijos Carter. Es parte de la primera generación de amas de casa y mujeres que jamás habían estado tras un volante, y que hoy son operadoras de transporte público.

El metrobús ha apostado por incorporar a 700 mujeres, como un método para equilibrar la balanza de paridad interna (de 2,979 operadores 127 son féminas). Aunque apenas tres tienen la licencia para hacerlo, otras tres están practicando para lograrlo.

Todas hacen cola para tomar uno de los tres buses de práctica, llevarlo por las eternas curvas de conos que tienen al frente y echarlo en reversa por casi 200 metros continuos. Todas están maquilladas, tienen labial y parecen estar listas para una sesión fotográfica.

Pero su escenario es un campo lleno de polvo, en Howard, al que han designado para sólo entrenar a las futuras operadoras. Hay varios instructores, pero lo más curioso es que cuando hablan de autoridad miran hacia el norte: lleva unos lentes negros, unas botas, jeans y polo azul. Se llama Enipcia Juárez y es la coordinadora.

Juárez, así como Nireyka, también era estilista profesional. Nació en Chiriquí, creció en Bocas del Toro y vive en Arraiján. Hace cinco años decidió ser operadora y hace un par de años enseña a conducir autobuses de 14 toneladas que cuando van bien llenos alcanzan las 22.

“He capacitado a tres mil choferes”, dice Juárez, quien no reconoce diferencias entre hombres y mujeres a la hora de conducir.

Pero en el terreno del trabajo sí las veía, admite: los compañeros, poco acostumbrados a ver mujeres, solían trancarle las salidas de paradas o de los patios, y cuando estaban como operadores de reserva solían quedarse con las rutas más sencillas para poner a las mujeres "a prueba".

“Pero ahora las cosas han cambiado mucho”, insiste Juárez.

Melchor Barsallo, uno de los instructores de Juárez, percibe que la aceptación ha mejorado en los últimos años. Un poco, sostiene, porque las mujeres han demostrado no ser competencia. “Aprenden con mucha facilidad”, explica.

Y más, cuando se trata de amas de casa y mujeres que no conducen: “vienen de cero, sin ningún vicio y aprenden a hacerlo bien”.

En el patio de prácticas, cada vez que una lleva el bus de reversa y sin golpear cono alguno, todas las compañeras aplauden a morir. El triunfo de una -dice Mitzila Rojas, ama de casa de 40 años, de Villa Zaita- es el de todas.

Temas relacionados

Si te lo perdiste
Lo último
stats