Frank Gehry, el hombre que edificó en el trópico en Panamá
El arquitecto canadiense Frank Gehry murió este viernes 5 de diciembre dejando en Panamá su única huella en América Latina
Ciudad de Panamá/En países como Estados Unidos, Japón, Alemania o España se levantan estructuras que parecen desafiar las formas y, por ende, lo que se entiende que debe ser un edificio. Curvas, colores, asimetría e incluso sombras y luces le dan vida a construcciones que provienen de la mente visionaria de un solo hombre: Frank Gehry.
El arquitecto canadiense que experimentó con el deconstructivismo o expresionismo digital falleció este 5 de diciembre en su casa de Santa Mónica, en la costa de Los Ángeles, en California (Estados Unidos), dejando en el mundo su huella y estilo, aunque él mismo haya dicho en una entrevista para New York Magazine (NYM) que “no sé si tengo un estilo. Lo mío es una expresión personal. No pienso conscientemente en crear un estilo que la gente siga. Intento adaptarme al tiempo y al lugar con las habilidades que Dios me ha dado”.
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Pero Gehry, de 96 años a la fecha de su muerte, también se atrevió a experimentar con los materiales, entrando en un mundo que para muchos era desconocido: “En Bilbao (en el Museo Guggenheim, España), la primera vez que vi esas curvas bajo la lluvia, brillando cálidamente, lloré. Una vez que aprendí que el metal podía expresar una emoción, busqué otras formas de hacerlo. Intento capturar un sentimiento”, declaró Gehry para el NYM.
“Gehry rompió con la arquitectura moderna racionalista sin caer en el posmodernismo. Como Gaudí (arquitecto español /1852 - 1926), eludía las etiquetas. Elevó el valor simbólico de la arquitectura sobre la función pura, incorporando elementos cotidianos y vernáculos con nuevo significado. Fue pionero en el uso de materiales no convencionales y tecnología digital para crear formas inéditas, pero sobre todo, abordó la arquitectura con visión de artista”, explica para este medio la arquitecta panameña Margot López.
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Sus obras
Es justo su trabajo en el Museo Guggenheim quizás la obra más conocida y distintiva de Frank Gehry, aunque no la única. Su portafolio se extiende por más de 100 proyectos, aunque haciendo una breve curaduría se pueden citar: El Walt Disney Concert Hall en Los Angeles, California, y el Museum of Pop Culture, ambos en Estados Unidos, Dancing House en República Checa, Louis Vuitton Foundation en Francia o el Neuer Zollhof en Alemania.
Pero más allá de su belleza, con sus obras el mundo pareció entender que la arquitectura no solo podía adornar una ciudad, sino que podía transformarla, redefinir su economía, su autoestima y su futuro. Hasta entonces, pocos pensaban que un edificio podía cambiar una narrativa nacional.
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Su huella en Panamá
El Biomuseo de Panamáes el único edificio en América Latina diseñado por Frank Gehry. No solo eso, sino que es muy distinto al resto de sus obras. Descansando en la Calzada de Amador, al lado de la entrada del Pacífico del Canal de Panamá, hay una estructura alejada del revestimiento de titanio y las superficies plantadas que reflejan el cielo; en su lugar hay colores tropicales y planos asimétricos que asemejan a un bosque tropical característico del país.
Y es que mientras que el Biomuseo cuenta el relato científico de la historia del surgimiento de Panamá y cómo el istmo cambió la vida en el planeta, Gehry lo convierte también en un relato emocional. Pasear por sus salas es recorrer una metáfora del propio istmo: una geografía improbable que terminó uniendo dos océanos y separando dos continentes.
A ojo rápido, los techos se convierten en copas de árboles con ramas que se entrelazan y los sostienen, las columnas son los troncos y en sus raíces el visitante encuentra la vida misma.
“Es un privilegio que uno de los grandes innovadores del mundo dejara su visión sobre nuestra cultura en un lugar tan simbólico como la Calzada de Amador. Por eso preocupa lo que está pasando con esa área. Debemos evitar que simplemente se venda al mejor postor”, reflexiona y advierte la arquitecta Margot López.
Y es que lo significativo del Biomuseo no es solo que sea la única obra de Gehry en Latinoamérica, sino que aquí el arquitecto se permitió hacer algo distinto. De cierta forma, se puso a dialogar con la identidad panameña, con su exuberante biodiversidad, con su luz dura y su historia de cruces. El resultado es un edificio que no intenta dominar el paisaje, sino acompañarlo, amplificarlo, celebrarlo y explicarlo.
Frank Gehry dejó un legado que nos recuerda que los edificios cuentan y salvaguardan historias y en Panamá esa historia la contó con colores vivos.