Las Grandes Ligas se reconfiguran radicalmente
Quizás no exista otro deporte profesional que más se resista o demore para renovarse que el béisbol de las Grandes Ligas, uno que sigue deshojando la margarita en cuanto al uso del video para resolver jugadas polémicas bajo la pueril excusa que se debe aceptar el error humano. Esta vez, sin embargo, el comisionado Bud Selig ha dado el vuelco más radical en las mayores en casi dos décadas. Dentro de dos años, las dos ligas quedarán parejas al tener 15 equipos cada una gracias a la mudanza de los Astros de Houston de la Central de la Nacional al Oeste de la Americana. Además, cada división contará con cinco clubes. La presencia equitativa de equipos en ambos circuitos tendrá la ramificación de que habrá juegos interligas desde el primer día de la campaña hasta el final, ya no en un par de periodos durante la temporada. Se verá una postemporada algo más larga, con una ronda extra. Es casi seguro que los ganadores del wild card se midan en un playoff de un juego, donde el ganador avanza y el perdedor queda fuera. Todo esto producto de una movida maestra de Selig, cuyos dotes diplomáticos suelen ser menospreciados. Como condición para aprobar la venta de los Astros, de manos de Drayton McLane a Jim Crane, la franquicia de Houston aceptó cambiar de liga, posiblemente a partir de 2013. Se trata del primer ajuste de divisiones/ligas en las mayores desde que los Cerveceros de Milwaukee pasaron de la Americana a la Nacional luego de 1997. La adición de dos wild cards, para dejar en diez la cuenta de participantes en la postemporada, es el cambio de formato más trascendental desde que los comodines irrumpieron en 1994. Entonces, muchas voces se quejaron que las mayores jugaban con fuego al dejar a un lado la tradición. "Creemos, después de muchos análisis y de reflexionar bastante, que la adición de dos wild cards nos ayudará en realidad a largo plazo", afirmó Selig. El comisionado entiende que hay que evolucionar, nada de estancarse y caer presa de la monotonía. Sus acciones van contra corriente de lo que ocurre con la NBA, que ahora mismo contempla el abismo de perder toda una temporada, justo después de una de las campañas más emocionantes de su historia. Las Grandes Ligas disfrutan mejores tiempos, desde la popularidad de sus subscripciones de paquetes para ver juegos por internet hasta tener en 2011 el quinto mayor nivel de concurrencia de su historia (73.425.568 aficionados) y el máximo desde 2008 (78.588.004). Y sobre todo tiene paz laboral, esperándose que el nuevo contrato colectivo con el sindicato de peloteros sea anunciado la semana próxima. Pero volviendo a los cambios y lo que implican: Teóricamente, la repartición de los 162 juegos debe ser sencilla. Los equipos jugarán 18 duelos contra cada uno de sus oponentes de división (72); seis partidos contra sus adversarios de liga (60) y los restantes frente a rivales de la otra liga (30). Pero también se abre el compás para aspectos que enfadarán a más de uno. Como la regla del bateador designado seguirá vigente, los equipos de la Liga Americana tendrán que lidiar con más juegos en los que tendrían que prescindir del mismo. ¿Se imagina a los Tigres de Detroit pujando por el avance a la postemporada en septiembre y les toca ir a San Luis y no puedan emplear a Víctor Martínez? Quizás ha llegado el momento de que la Liga Nacional también use el designado. Otros dirán que las mayores eliminan la posibilidad de que se vuelva a repetir el electrizante cierre de la temporada regular de 2011, en la que los dos boletos de wild card se definieron en el último día. Ambos ganadores —los Cardenales San Luis y los Rays de Tampa Bay— remontaron más de ocho juegos en el último mes. También están quienes sostienen que se puede dar el caso que un equipo que quedó tercero en la división salga campeón de la Serie Mundial, con lo que se socava el valor de haber dominado durante la fase regular. Selig reconoce que más wild cards puede eliminar la emoción de la noche del 28 de septiembre, cuando Tampa Bay superó a Boston y San Luis dejó fuera a Atlanta. "Uno no decide las cosas por lo que pasó en un año. Uno las hace pensando en un periodo más largo", afirmó Selig. Y está bien, porque las posibilidades a futuro son excitantes. Ese playoff de un juego, a vida o muerte, promete bastante. También los equipos tendrán más motivos para ganar su división, ya que nadie querrá jugarse el pellejo en un solo partido. Hasta ahora, la única desventaja de los comodines era el tener menos juegos como local. Ahora tendrán que sortear otro obstáculo y, si lo superan, nadie podrá cuestionar sus méritos si conquistan la Serie Mundial. Esta lógica la entendió Justin Verlander, el as de los Tigres que acaba de ganar el Cy Young. "Me gusta el concepto de añadir un wild card a los playoffs", comentó Verlander en su cuenta de Twitter. "Da ventaja a los equipos que ganen su división — no tienen que jugar un playoff de un juego".