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Guerrero se convirtió en uno de los toleteros más carismáticos durante los 16 años que estuvo en las Grandes Ligas, que maravillaba cuando salía a la caja de bateo y no había pelota que le llegase de los lanzadores fuera de la zona del "strike" a la que no le hiciese contacto.
Ese carisma y respeto será reconoció para siempre cuando el domingo haga su discurso de aceptación como nuevo miembro del Salón de la Fama que llega a Cooperstown.
Su elección, merecida, es el resultado de muchas jornadas de haber dado momentos espectaculares a los fanáticos del béisbol también con su brazo desde el jardín derecho y las otras cualidades que siempre mostró sobre el diamante.
Su logró es también en el reconocimiento a toda la gran evolución y aportación que el béisbol dominicano ha hecho a las Grandes Ligas en los últimos 30 años y que de no haber sido por el problema del dopaje, peloteros como Sammy Sosa y Manny Ramírez tenían el talento suficiente para haber entrado en el recinto sagrado del Salón de la Fama.