Chiriquí: nuevo rey del béisbol panameño
Chiriquí celebra en grande la obtención del título del LXX Campeonato Nacional Mayor, con lo que coloca en su vitrina de trofeos la Copa Fantastic Casino, como nuevo monarca del béisbol panameño. Pero para la novena del Valle de la Luna el camino no fue fácil. Tras una espera de nueve años retornan a lo más alto de la cima de la pelota nacional, para sumar con este gallardete el título 12, luego de su última conquista en el 2004, tras lograr el primero en 1978. Para lograr la corona del 2013, el equipo chiricano tuvo elementos claves. Entre ellos una dirigencia que se ha caracterizado por ser una de las más organizativas, pero que estaba bajo la presión de no poder dar el ese anhelado campeonato a una ferviente fanaticada. Es así que uno de los pasos fundamentales fue la traída como director de Aristides Bustamante. Una persona nacida en Chiriquí, que se forma como pelotero en Los Santos, donde destacó como jugador a nivel juvenil y mayor y quien logró darle al representativo azuerense, como técnico, tres campeonatos, en los años 2008, 2009 y 2011. Bustamante con la aureola de ganador, asumió el reto, sabiendo que además de estar acompañado por un cuerpo técnico de lujo, tenía la fórmula para lograr el objetivo trazado, en base a la calidad, garra, y perseverancia de sus jugadores. El timonel contaría como base con la experiencia de los veteranos Kenneth Batista como lanzador y Freddy Herrera como bateador designado. También con el recorrido de Ángel Chávez como ex grandes ligas. Además de otras figuras como Carlos Xavier Quiroz, Jonathan Saavedra, Jesús Barroso, Jeffer Patiño, Jorge Miranda, Alejandro Navarro y los serpentineros Raúl Atencio, Carlos Diez, Edgar Nodier Vega, todos con alto nivel para ser llamados a conformar la selección nacional. El combinado del Valle de la Luna, pese a ser uno de los equipos de tradición ganadora en estas justas nacionales, y por estar fuera de los primeros planos en los últimos años, no se le daba grandes proyecciones para lograr el título. El favoritismo que recaía en Bocas del Toro, que buscaba revalidar el título y en Panamá Metro, pero ambos fueron los últimos obstáculos superados por Chiriquí, para celebrar hoy como campeones. CON INICIO TITUBEANTE Chiriquí, por el formato establecido por la Fedebeis (Federación Panameña de Béisbol), quedó ubicado en el Grupo B y el inicio titubeante de la ronda regular se convirtió en una pesadilla, con un saldo de una victoria en sus cinco primeros partidos. Pero allí llegó la sabiduría de Bustamante como técnico, no se presionó e hizo los ajustes necesarios y las victorias empezaron a llegar y se cumplió al avanzar a la ronda de los seis. Para Chiriquí esta fase al contrario de la ronda regular, el comienzo fue alentador, y pese a ser el primero en clasificar a la semifinal, se quedó con el segundo cupo del Grupo B, superado por Bocas del Toro, por lo que tendría que enfrentarse a Panamá Metro en la fase cruzada, al ganador de cuatro juegos, por el pasaporte a la final. EL KENNY LA INSPIRACIÓN Otra de las claves para que el representativo de Chiriquí alcanzara el campeonato fue la vuelta a su estadio Kenny Serracín, que tras una remodelación, los mantuvo como nómadas por los diferentes coliseos del país, y teniendo que celebrar la mayoría de sus partidos como local en el Remón Cantera de Aguadulce y Rod Carew de la capital. Pero la apertura del renovado Kenny Serracín llegó en un momento oportuno, al convertirse en la inspiración requerida por el equipo chiricano. Estando en desventaja en la semifinal ante Metro con dos derrotas en el coloso de Cerro Patacón, se recuperan en su casa, con una afición que aguardó con paciencia para darle el máximo apoyo en las gradas. El 25 de abril el Kenny Serracín reabrió sus puertas y Chiriquí logró un triunfo de 6 carreras a 3, que encaminó su andar hacia la final, porque el viernes 26 volvieron a controlar en su feudo a Metro y al retornar la serie al Rod Carew, sentenciaron el pasaporte a la final, en una intensa semifinal que se extendió a seis partidos, cinco de ellos definidos por diferencia de una carrera. Chiriquí en la final enfrentaría a Bocas del Toro, que buscaba revalidar el título y venía en la otra semifinal de barrera en cuatro juegos a Panamá Oeste, por lo que se esperaba un transitar espinoso. Los del Valle de la Luna tras caer en el primer compromiso 9 carreras a 8, en un partido que a la altura del séptimo episodio dominaban con facilidad, no se amilanaron y al día siguiente apalearon por 22 a 4 a los "tortugueros" en su propia casa del Calvin Byron. De regreso al Kenny Serracín, la fanaticada se constituyó en fundamental para el ánimo de su equipo y el rescate de un torneo que hasta la reapertura del coliseo davideño se caracterizó por la ausencia del calor humano en los estadios. Pero los bocatoreños volvieron a sorprender a los chiricanos con victoria de 4 carreras a 3 en el tercer partido, pero el desquite no se hizo esperar y con un aplastante triunfo de 12 a 0 por abultamiento de carreras en siete episodios emparejaban la serie en el Kenny Serracín y listos para saldar las diferencias en el Rod Carew. La historia esta escrita en el Gigante de Mocambo, los chiricanos ganaron dos de los tres desafíos, entre ellos el séptimo y decisivo partido, que los tiene celebrando en grande como los nuevos reyes del béisbol panameño.