Durán: "Al boxeo mundial lo veo bien mal"
Entrevista a El Nuevo Herald
Con sus manos de piedra, Roberto Carlos Durán Samaniego descendió en el 2002 de los cuadriláteros internacionales del boxeo tras acumular cinco cetros mundiales en cuatro categorías, con 104 victorias—69 por nocáut—y 16 derrotas en una carrera profesional que inició en 1968 y que, con una marca que solo ostentan otros tres pugilistas, prolongó por 34 años a lo largo de cinco décadas distintas y como el único pugilista que logró triunfos por la vía del sueño en cada uno de los asaltos del primero al decimoquinto.
El espectacular palmarés del panameño nacido el 16 de junio de 1951 en el conflictivo barrio capitalino de El Chorillo –hijo de la panameña Clara Esther Samaniego y del ya fallecido mexicano Margarito Durán– y que se coronó con dos títulos mundiales en el peso ligero y uno en wélter, ligero mediano y mediano, le confirma como el mejor boxeador de todos los tiempos de América Latina y el Caribe y le confiere la posibilidad figurada de sentarse en primera fila como analista privilegiado sobre el futuro del pugilismo global.
Roberto ‘Manos de Piedra’ Durán accedió a hablar con el Nuevo Herald en su restaurante en Panamá. Roberto ‘Manos de Piedra’ Durán accedió a hablar con el Nuevo Herald en su restaurante en Panamá. | JOSÉ MELÉNDEZ PARA EL NUEVO HERALD “No me hablen de política”, alerta “Manos de Piedra”, cuando se le cuestiona que si el proceso político de normalización que los gobiernos de Estados Unidos y de Cuba pactaron en diciembre del 2014 y que empezaron a desarrollar en el 2015, podría provocar una apertura del deporte cubano –en particular del boxeo– y surtir de prospectos al profesionalismo.
“Al boxeo mundial lo veo bien mal. No estoy viendo a boxeadores de la categoría de hace mucho tiempo, de antes, ya no hay”, afirma. Y al preguntarle si considera que en Cuba pueda estar la “mata” productora de abundantes cosechas de pugilistas para rescatar al boxeo y reinstalarlo en épocas de gloria, se reacomoda en su asiento en un rincón de La Tasca de Durán –restaurante de su propiedad en esta ciudad– y responde con calculadas pausas.
“Todos los cubanos que han salido de Cuba… huyéndole a Cuba, todos… se han coronado campeones del mundo. Pare de contar… hasta ahí voy a llegar. No quiero que me hablen de política ni de nada de eso”, puntualiza.
Al volverle a preguntar si la salvación del boxeo es Cuba como país que, históricamente, ha ofrecido generaciones de estrellas, aunque ahora sus boxeadores están fuera del circuito profesional y solo compiten en torneos olímpicos o amateur, “Manos de Piedra” vuelve a reacomodarse en su silla.
Y lanza: “La palabra está escrita, porque ellos (los cubanos) han salido huyendo de Cuba por el problema de la situación económica que tiene Cuba. Y todos han llegado a Miami y todos se han coronado campeones del mundo. Entonces Cuba es una fuente fuerte para el boxeo mundial, una fuerte producción para su futuro, su rescate. Allí está el futuro del boxeo mundial... No digo más”.
“Lo único que le falta al boxeo mundial son buenos boxeadores, que no los hay. Antes no había tanta plata pero había buenos boxeadores. Ahora hay mucha plata pero sin buenos boxeadores. ¿Qué le falta al boxeo mundial? Buenos boxeadores. El mundo no tiene buenos boxeadores”, lamenta, y reta: “¡Búsquenme alguien que sea bueno!”.
El futuro del boxeo, recalca, está en el amateurismo, para formar figuras que salten al profesionalismo. “Antes le pegaban a uno con unos guantecitos que le mataban. Hoy pelean con unos guantes con los que te noquean solo por obra y gracia de Dios”, aduce, al mencionar un factor que, a su juicio, restó competitividad.
Con ironía, recuerda que peleas recientes de “gente de Ucrania” y otros países asiáticos tampoco aportan calidad, porque son payasos, mientras que en América Latina y el Caribe “tampoco hay buenos boxeadores. Panamá está peor”.
Con pesar, advierte que la pelea del pasado 2 de mayo en la que el filipino “Manny” Pacquiao perdió por decisión ante el estadounidense Floyd Mayweather Jr. fue una demostración de la grave situación de una actividad que le convirtió en uno de los principales deportistas en la historia latinoamericana y caribeña y le permitió combatir en América, Europa y África.
“No me quedó ninguna sensación de nada, de ninguna clase, con esa pelea de Pacquiao y Mayweather. Pensé que Pacquiao iba a hacer una pelea diferente, porque Mayweather ya no va a cambiar su tren de pelea. Él va a pelear como siempre ha peleado y que lo llevó al éxito. Hay que saber cómo descifrarle el modo de pelear. Y parte de las cosas que sabe Mayweather las aprendió de mí”, asegura.
¿Dónde las aprendió?, se le inquiere.
“Arriba del ring, ¿dónde más? Viéndome. Todo eso que él hace, si se estudian todas mis peleas, se verá que todo eso que él ha aprendido lo ha aprendido de Roberto Durán. A Mayweather lo conocí en Las Vegas, y luego él vino aquí a comer, a mi restaurante”, cuenta.
¿Estará el futuro del boxeo en México?, se le interroga.
“Los mexicanos eran los reyes, siempre valientes, echados para adelante y su apoyo al boxeo amateur es extraordinario. Pero mueren precisamente por valientes. Desde que suena la campana, van a pelear, no a payasear”, relata.
“El boxeo nuestro es más clásico, técnico, y les ganamos porque somos más inteligentes, boxeándoles, huyéndoles, amarrándoles. El mexicano viene a matarte y hay que boxearle. Cuando se le boxea, se te entrega más rápido y es cuando se le puede matar”, responde, mientras su cuerpo intenta moverse como si estuviera sobre un ring y en una profusa explicación durante la que, en ningún momento, dejó de agitar sus poderosas manos de piedra.
Texto: ElNuevoHerald.com