Kyle Shanahan ya es el nuevo entrenador en jefe de los 49ers

Nada más abandonar Houston, tras haber disputado el Super Bowl, el coordinador ofensivo de los Falcons de Atlanta, Kyle Shanahan, viajó rumbo a San Francisco, donde el equipo local de los 49ers oficializó su fichaje como nuevo entrenador en jefe.

La llegada de Shanahan al puesto de máximo responsable técnico de los 49ers se da después que el equipo californiano destituyó a Chip Kelly, que sólo estuvo una temporada con la franquicia, aunque habían firmado por tres.

El equipo de San Francisco ya había llegado a un acuerdo hace dos semanas para que Shanahan fuese el nuevo entrenador en jefe, pero tuvieron que esperar a que los Falcons disputasen el segundo Super Bowl de su historia, que perdieron en la prórroga por 28-34 ante los Patriots de Nueva Inglaterra.

Shanahan, de 37 años, es hijo de Mike Shanahan, quien ganó dos veces el Super Bowl como entrenador en jefe de los Broncos de Denver y consiguió también un título como coordinador ofensivo de San Francisco en 1994.

Durante aquella época de su padre con los 49rs, Kyle colaboraba como recogepelotas, mientras que ahora llega junto al nuevo gerente general John Lynch, con la misión de reconstruir un equipo que viene de la peor temporada en la historia de la franquicia, al dejar una marca perdedora de 2-14.

La mala temporada deportiva de los 49ers, agravada con la negativa del mariscal de campo Colin Kaepernick de mantenerse de pie mientras se interpretaba el himno nacional, obligó a los directivos a tener que despedir a Kelly y al gerente general Trent Baalke.

"De joven tuve la oportunidad única de relacionarme de manera personal con la historia exitosa de los 49ers de San Francisco", comentó Shanahan en un comunicado.

"A partir de aquella relación, desarrollé un gran respeto por todos los que fijaron un estándar de títulos y de renombre mundial. En momentos, en los que este equipo comienza la tarea de recuperar ese estándar, no podía pedir un mejor aliado que John Lynch".

Esta temporada, Shanahan fue uno de los mejores entrenadores asistentes de la NFL tras ayudar a que los Falcons promediaran 33,8 puntos por partido, la marca más alta de la liga, que además los llevó a disputar el Super Bowl, que perdieron después de desperdiciar una ventaja de 25 puntos.