Presupuesto 2026: la filosofía presupuestaria de Felipe Chapman

El ministro de Economia y Finanzas, Felipe Chapman, en su gestión busca “romper el paradigma de que a los cinco años muere todo” prefiriendo “construir cosas que se puedan continuar”.

Felipe Chapman, ministro de Economía y Finanzas / Foto cortesía: Presidencia de la República

Ciudad de Panamá/El genio presupuestario británico, Stafford Northcote, conde de Iddesleigh, en su gran obra “Veinte Años de Política Financiera”, publicada en 1862, demuestra que un ministro de Economía y Finanzas no es solo un oficial contable, sino que tiene la capacidad, si la aprovecha, de marcar el rumbo de todo un Estado.

Northcote retrata cómo, desde el liderazgo de un Ministerio de Economía y Finanzas, se puede imprimir tono, prioridades, estilo y capacidad organizativa a la ejecución operativa de todo un gobierno. Y cada ministro viene acompañado de su propia lógica, ideales y visión, y con ellos define cómo opera la maquinaria estatal.

Claro está, límites materiales como recursos, capacidad de ejecución y respaldo popular también pesan. No obstante, la figura del ministro de Economía y Finanzas sigue siendo decisiva.

Por ello conviene examinar la filosofía presupuestaria del hoy ministro, Felipe Chapman.

Más allá de los ajustes técnicos, resultará útil retratar la visión que guía sus decisiones, los objetivos que persigue y la lógica detrás de su plan.

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Fundamentos

En discursos recientes, Chapman revela una base ética con enfoque en el capital humano, en el cual ve el principal motor de desarrollo para el país.

En este sentido, Chapman aseveró ante la Comisión de Presupuesto al cierre del mes pasado que “el objetivo fundamental de [un presupuesto es] propiciar las condiciones adecuadas para promover el desarrollo humano.”

Y en su discurso hace cuatro días ante el Foro de Inversionistas de la Bolsa Latinoamericana de Valores, reiteró que su política económica se “resumiría en algo muy sencillo, se trata de la gente”.

Ahora bien, Chapman explica que su objetivo no es dar la apariencia de prosperidad usando deuda, como hicieron gobiernos anteriores, sino intentar edificar progreso real a partir de educación, responsabilidad y empleos sólidos.

Por esto, el ministro busca pasar de un modelo dependiente de préstamos externos a uno sostenido en productividad interna. Y con ello pretende sentar una base estable que permita al país resistir las crisis del futuro y sostener su crecimiento en el largo plazo.

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Continuidad

Chapman distingue entre los ciclos de gobierno y la permanencia del Estado.

Tal continuidad es la que pesa sobre el país hoy día, con Chapman explicando que su administración ha “heredado problemas enormes del Estado panameño que incluyen un aumento inédito de la deuda pública, que ha triplicado el servicio de la deuda.”

Y tal continuidad no es solo desde el pasado, sino hacia el futuro. El ministro afirma que su responsabilidad no es solo cumplir metas de cinco años, sino dejar estructuras que beneficien a las siguientes generaciones.

Según Chapman, su gestión busca “romper [el] paradigma [de] que a los cinco años muere todo” prefiriendo “construir cosas que se puedan continuar”.

Ministerio de Economía y Finanzas. / TVN Noticias

Deuda

Sobre la deuda, Chapman explicó ante el Foro de Inversionistas que la apuesta de su administración es “detener el crecimiento [de la misma y], de aquí a fines de esta década, apuntar a un punto de equilibrio fiscal”.

No es controvertido aseverar que en Panamá, durante la última década y media, ha prevalecido la lógica de lo inmediato: beneficios efímeros que nacen de compromisos populistas.

Chapman invierte esa ecuación y parece estar dispuesto a aceptar dificultades y críticas en el corto plazo para asegurar beneficios duraderos que fortalezcan la institucionalidad y la robustez del crecimiento económico.

La meta eventual sería nada menos que un superávit, es decir, más ingresos que gastos. Panamá ya se ha encontrado en tal situación, a inicios de la década pasada.

Después de todo, como explica Northcote en sus “Veinte Años de Política Financiera”: “un excedente de ingresos es esencialmente necesario para mantener el crédito público” y la estabilidad nacional.

Pragmatismo

Aunque Chapman parte de ideales de desarrollo humano, actúa con pragmatismo: ha rechazado terapias de choque y prefiere cambios graduales que no desestabilicen al Estado ni erosionen la confianza social.

Por ejemplo, sobre el ajuste de gastos, el ministro ha indicado que ha establecido “metas no traumáticas” con el propósito de obtener un resultado “progresivo a lo largo de la década”.

Esto suavizaría el proceso de cambio porque, como explica el gran Northcote, "nada es más fácil que expandir el gasto y nada es más doloroso o difícil que recortarlo".

La posición de Chapman lo coloca en un terreno incómodo: recibe críticas tanto de quienes exigen rapidez y también de quienes lo acusan de tibieza. Sin embargo, su apuesta es balancear prudencia y transformación, avanzando paso a paso sin romper la estabilidad.

El caso ejemplar aquí es la reforma a la Caja de Seguro Social [CSS], ilustrando su filosofía al decir que “la reforma a la [CSS] no fue la ideal, pero lo perfecto es enemigo de lo bueno”.

Educación

El doble marco de enfoque en capital humano y pragmatismo se refleja en decisiones concretas, como su argumento en contra a la regla que fija el equivalente del 7% del producto interno bruto (PIB) para el sector educativo.

Aunque Chapman valora con firmeza la inversión en capital humano, considera irresponsable comprometer líneas de gasto fijo sin evaluar proyectos, capacidad de ejecución o impacto real.

Esta lógica ya había sido descrita por Northcote en sus “Veinte Años de Política Financiera” al explicar que es “inconveniente y engorroso intentar obligar a un futuro [gobierno] a seguir un curso determinado” de gasto, pues resta flexibilidad para responder a emergencias y situaciones no previsibles.

Chapman coincide con Northcote, indicando en un discurso reciente que “la historia me ha enseñado [que] en la medida que vamos introduciendo elementos que complican o hacen más rígida la [asignación], no viene acompañado de mejores resultados”.

En su lugar, Chapman propone asignar grandes recursos a la educación, pero con flexibilidad, de modo que el dinero se use en prioridades verificables y no en promesas vacías.

Sobre esto, la ministra de Educación, Lucy Molinar, indicó que ya está elaborando, junto al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), un proyecto de ley para modificar el requerimiento de gasto en el sector educativo, recibiendo las exhortaciones de diputados de la Comisión de Presupuesto para presentarlo pronto.

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Sistemas

Chapman concibe la política económica como una cadena causal.

En sus propias palabras: “Para crear empleo requerimos el crecimiento económico. Para el crecimiento económico se requiere de confianza. Y la confianza se construye por medio de procesos transparentes [y] ser consistentes con las acciones que tomamos.”

De su reconocimiento de la transparencia como base fundamental para desarrollar empleo, nace el afán de la administración actual del MEF de publicar balances, aclarar metas fiscales y explicar ajustes presupuestarios, temas complejos que rara vez reciben el detalle que merecen en el debate público.

Según Chapman, la comunicación clara no es un extra, sino parte esencial de la política económica que genera estabilidad y credibilidad.

El ministro indica que tal comunicación clara ya ha rendido frutos. “Hace un año todos los mercados e inversionistas daban por descontado [que] Panamá iba a perder [el grado de inversión.] Eso no ha ocurrido.”

Desigualdad

Chapman reconoce que el crecimiento económico, si no se distribuye, alimenta desigualdad y conflicto social.

A su juicio, Panamá es “un país [con] un PIB que no se compagina con los niveles de pobreza [y] no sólo no se compagina, sino que es injustificable.”

En sus propias palabras: “Necesitamos crecer [la economía] más rápido aún para llevar esa prosperidad a la gente”.

Aquí, reitera la importancia de la educación: “Los países que obtienen mejores rendimientos académicos [tienden] a tener menos pobreza, mejor distribución, mejor calidad de vida, menor desempleo”.

Su estrategia es orientar el gasto hacia proyectos que repartan empleo y beneficios en todo el territorio. Chapman favorece “inversión pública con impacto social y énfasis en el desarrollo humano protegiendo a los más vulnerables”.

El enfoque es gradual: trenes, carreteras, hospitales y mejoras logísticas son pensados no solo como obras de infraestructura, sino como mecanismos de difusión de oportunidades y estabilidad social a mediano plazo.

Cultura

Chapman también entiende que la política económica del gobierno interactúa con la cultura ciudadana.

Cambiar hábitos es parte de su estrategia de transformación. “Entendamos la cultura,” dice Chapman, “modifiquemos a través de lo que le gusta al panameño”.

La lotería fiscal es el ejemplo más claro: convierte la disciplina tributaria en una práctica incentivada, visible y hasta celebrada.

Así, el MEF está usando recompensas culturales para reforzar disciplina fiscal y generar participación voluntaria en el sistema.

Imagen ilustrativa de dólares. / Foto cortesía: Pixabay

Retos

Ahora bien, por más que todos estos elementos suenen convincentes, el éxito de su plan depende de tres factores.

Primero, la capacidad real del Estado para ejecutar proyectos sin retrasos ni sobrecostos, dificultad que podría ya ser parte de la cultura institucional del país.

Segundo, la confianza pública en que los objetivos anunciados son genuinos. Esa confianza solo se ganará, como Chapman reconoce, con transparencia constante y comunicación creíble, particularmente de estos temas tan complejos.

Y el otro gran obstáculo es la corrupción. Las redes clientelares, ancladas en intereses de corto plazo, tienen incentivos para frenar o incluso sabotear la implementación del plan de Chapman, sin importar la solidez técnica de los planes.

Resultados

Sobre todo, la gestión de Chapman representa un giro respecto a gobiernos anteriores, más centrados en lo político y en beneficios inmediatos.

Su apuesta es al realismo, la continuidad, la prudencia y la sostenibilidad.

Para ser efectivo, deberá resistir presiones de intereses acostumbrados al despilfarro, mantener la disciplina fiscal que ha anunciado y lograr suficiente apoyo social, mediante comunicación entendible, para consolidar su proyecto de desarrollo humano.

Y no será sino hasta el final de su gestión que se podrá determinar la efectividad de su apuesta, ya que, como enseña Northcote en su gran obra: "la política financiera [de un ministro] siempre debe ser juzgada por sus resultados políticos, sociales, morales y económicos".

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