Tras el referendo, griegos unidos, orgullosos de su desafío

Nicky Zachary, dueña de una zapatería, espera clientes en Atenas, Grecia, el 6 de julio de 2015.
Nicky Zachary, dueña de una zapatería, espera clientes en Atenas, Grecia, el 6 de julio de 2015. / AP
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06 de julio 2015 - 13:14

Nicky Zachary cerró la tienda de zapatos de su familia poco después de abrir el lunes: pocos clientes que entraron no compraron nada.

Pero ella no se desanima, piensa que los griegos pueden superar los tiempos difíciles y coinciden en rechazar la austeridad después de un histórico referendo donde dijeron "no" a las condiciones impuestas por los acreedores internacionales.

"Mi padre abrió esta tienda en 1965 y no quiero cerrarla", dice. "Podemos vivir con muy poco y superar las situaciones difíciles, y creo que después del referendo los griegos están unidos en esta situación. No quiero perder del sueño de una mejor Grecia. Quiero tener la esperanza de lograr un mejor acuerdo".

En todo el país, los bancos seguían cerrados, el acceso al dinero en efectivo está muy limitado y no está claro cuándo o si se logrará un rescate para la endeudada nación. Sin embargo, hay un sentimiento de orgullo y desafío en Atenas después de la victoria del "no" para que Grecia rechace las demandas de los acreedores europeos de más medidas de austeridad, incluyendo más recortes a las pensiones.

"Algo pasó anoche con los griegos", dijo George Papadokostakis, de 34 años, y dueño de una cafetería. "Estoy muy feliz, estábamos en una situación de punto muerto, pero con el voto del 'no' creemos que puede haber algo mejor. Pesé que estábamos muertos, ahora tengo algo de esperanza. Me siento muy bien".

Estos buenos sentimientos no significan que los negocios —o la vida— estén muy bien. El cierre de los bancos, que lleva ya una semana, está teniendo un impacto devastador en el comercio y los consumidores están reteniendo todo el efectivo que pueden excepto cuando verdaderamente necesitan comprar algo.

Zachary dice que ha tenido 100 euros (110 dólares) de venta desde que se pusieron los controles de capitales en la capital el 28 de junio. Se trata de una cifra trágica para un local con ventas mensuales de 2.500 euros (2.760 dólares) que se usan para pagar renta, impuestos, utilidades y otros gastos.

Ya bajó los precios 25% o más para atraer a clientes, pero no está funcionando.

Pocas personas compran zapatos cuando no se sabe cuándo tendrán más dinero. Los cajeros automáticos limitan los retiros a 60 euros (66 dólares) por cliente al día y muchas personas están retirando su dinero ante futuros cierres o la posibilidad de que los bancos puedan quedarse sin dinero.

Los operadores de pequeños negocios no pueden usar crédito o dinero de las cuentas bancarias para abastecer sus inventarios, tienen que depender del dinero de las compras de los clientes, las cuales son pocas y espaciadas.

Papadokostakis opina que la tormenta de la feroz aunque breve campaña por el referendo ha sido reemplazada con una sensación de satisfacción. Pero sabe que la crisis subyacente está lejos de resolverse.

"Temo que esta tranquila situación se volverá ansiosa y peligrosa. Esperamos que otras personas no tengan que vivir lo que nosotros. No es bueno estar bajo este estrés", agregó.

"Uno no puede decir siempre 'sí' a la voluntad de Alemania", dijo Eleni Lampaki, de 50 años, encargado de una tienda. "Pienso que ahora regresaremos a las negociaciones en una mejor posición por esta votación... Parte de nuestra deuda debe ser perdonada".

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