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Según la psicología el contacto visual puede ser tan revelador como enigmático. Detrás de una mirada fija y prolongada se esconde un universo de emociones, intenciones y códigos sociales que van mucho más allá de un simple acto de atención.
Mientras que mirar a alguien a los ojos durante una conversación es considerado un gesto de respeto y conexión, mantener esa mirada por más tiempo del habitual puede tener significados más profundos, e incluso contradictorios, dependiendo del contexto cultural, emocional y personal.
El psicólogo clínico Robert A. Lavine explicó en una entrevista para Psychology Today que en una conversación cotidiana, el contacto visual se mantiene apenas el 3% del tiempo. Lo natural es desviar la mirada, parpadear o romper el contacto visual de forma intermitente para evitar incomodidad. Por eso, cuando una persona sostiene una mirada constante, sin interrupciones, está enviando un mensaje que rompe con las normas convencionales de interacción.
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La psicóloga Paula Martínez Barral, máster en neurociencia cognitiva por la Universidad de Granada, explicó al portal Psicología Online que el significado del contacto visual sostenido puede variar según el entorno emocional, social o incluso cultural. Según ella, algunas de las interpretaciones más comunes incluyen:
Pero tan significativo como mantener la mirada puede ser evitarla. La ausencia de contacto visual suele interpretarse como señal de:
Aunque estas interpretaciones son comunes en contextos occidentales, la psicología cultural ofrece una perspectiva crucial: no todas las culturas entienden el contacto visual de la misma manera.
En diversas partes del mundo, mirar directamente a los ojos puede ser visto como un acto de desafío, falta de respeto o incluso provocación. Por ejemplo, en sociedades de tradición musulmana como Irán, Pakistán o Arabia Saudita, es común evitar el contacto visual prolongado entre personas de distinto sexo, ya que puede percibirse como inapropiado o invasivo.
Del mismo modo, en países como Japón, Corea del Sur o China, evitar mirar directamente a los ojos, especialmente cuando se habla con personas mayores o figuras de autoridad, es una señal de respeto. Allí, una mirada directa puede ser interpretada como grosera o agresiva.
La comunicación ocular no se limita al contacto visual directo. El lenguaje no verbal que rodea la mirada también ofrece información valiosa: