El día que Bruce Lee aceptó un combate real en pleno rodaje
El actor enfrentó un reto inesperado en el set de “Operación Dragón”: así fue el combate que confirmó su leyenda.
En la cúspide de su carrera, Bruce Lee no solo revolucionó el cine de acción, sino que también protagonizó episodios que han alimentado su mística como artista marcial invencible. Uno de ellos ocurrió durante el rodaje de Operación Dragón (1973), cuando fue desafiado por un extra del filme a un combate real. Lo que podría haber sido un simple altercado de egos se transformó en una demostración contundente del dominio técnico y filosófico de Lee.
La anécdota fue relatada por el actor y culturista Bolo Yeung, quien interpretó a uno de los secuaces del villano en Operación Dragón. Según Yeung, la tensión se disparó cuando un extra, intrigado por el Jeet Kune Do, la disciplina creada por Bruce Lee, decidió ponerlo a prueba frente a todo el equipo de producción. Lee no rehuyó el desafío: aceptó el combate en pleno set de filmación, sin cámaras ni coreografías, en un entorno que se tornó improvisadamente en un ring de prueba.
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El enfrentamiento fue corto, pero tan intenso como cualquier escena de sus películas. “Aunque ambos lograron conectar algunos golpes, la velocidad y maestría de Lee fueron inigualables”, recordó Yeung. El duelo concluyó con una patada alta ejecutada por Bruce que selló el destino del retador, dejando claro que su dominio no era solo cinematográfico, sino profundamente real.
Esta escena fuera del guion añade una capa más al legado del ícono, cuya vida, truncada prematuramente a los 32 años, ha sido objeto de análisis, homenaje y hasta reinterpretaciones polémicas, como la caricaturesca versión que presentó Quentin Tarantino en Había una vez en Hollywood (2019). Pero la realidad, como quedó demostrado en aquel set de filmación, supera cualquier ficción.
Bruce Lee no fue solo un actor que peleaba; fue un pensador del combate. Discípulo del maestro Yip Man en Hong Kong, se especializó en el Wing Chun antes de desarrollar su propio sistema, el Jeet Kune Do, que combinaba velocidad, fluidez y eficacia letal. Su enfoque no era solo físico: veía las artes marciales como un camino de autoconocimiento. “Vacía tu mente, sé amorfo, moldeable, como el agua”, decía, resumiendo la esencia de su filosofía.
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En Estados Unidos, Lee no solo dejó huella en el cine, sino también en la formación de otras leyendas como Chuck Norris, con quien compartió una célebre escena de combate en El furor del dragón (1972). Aunque los rumores siempre insinuaron una rivalidad entre ambos, Norris ha desmentido repetidamente cualquier animosidad. Al contrario, ha elogiado su trabajo con Bruce y su mutua admiración. “Después de esa escena en la que Bruce me arranca el vello del pecho, un admirador me escribió diciéndome que jamás olvidaría nuestra pelea”, recordó Norris entre risas.
Más de cinco décadas después de su muerte, Bruce Lee sigue siendo una figura de culto. No solo por sus películas como El gran jefe (1971), De la China con furor (1972) y la ya mencionada Operación Dragón, sino por haber abierto las puertas de Hollywood a los artistas asiáticos, desafiando estereotipos y fusionando Oriente y Occidente en pantalla.
Su legado es una mezcla vibrante de talento físico, carisma y filosofía. No fue simplemente un actor que luchaba: fue un maestro que pensaba, un pionero que enseñaba con el cuerpo y con la mente. Y ese día en el set, al aceptar un combate inesperado, Bruce Lee demostró por qué su figura sigue inspirando respeto, admiración y un mito que jamás deja de crecer.