'Me llamaba yegua, cerda, vaca': Janet Jackson revela los insultos 'cariñosos' de su hermano Michael

Documental

Janet Jackson y Michael Jackson
Janet Jackson y Michael Jackson / AFP

"Había épocas en las que Mike solía burlarse de mí y llamarme cerda, yegua, puta, o puerca, vaca", revela Janeth en un nuevo y explosivo documental.

La cadena estadounidense Lifetime estrena un nuevo documental sobre la artista donde habla de la relación con su hermano Michael, sus adicciones, sus traumas y la difícil situación que vivió a causa del sobrepeso.

Janet, como se llama el documental, cuenta que la relación entre la cantante y su hermano no siempre fue idílica. Según la artista, todo cambió con el estreno del videoclip Thriller, en 1982.

"Recuerdo que me encantó el álbum, pero por primera vez en mi vida vi que había algo distinto entre nosotros, que se abría una grieta. En ese momento Mike y yo empezamos a ir por caminos separados. Ya no era tan divertido como solía”, recuerda. Esa fama estratosférica, explica, le generó al rey del pop una serie de adicciones de las que la familia trató de sacarle.

"Fletaron un avión privado para realizar una intervención. Tratamos de acercarnos a él y de darle lo que no tenía", reconoce. De hecho ella intentó animarle a embarcarse en una nueva gira familiar, a recuperar lo que una vez tuvieron, pero a Michael Jackson no le sentó bien: "Se enfadó muchísimo".

Además de revelar intimidades sobre la relación con Michael, Janet también habla de su peso y como se convirtió en un trauma con el que tuvo que saber vivir durante mucho tiempo, especialmente porque desde su propio entorno familiar le recordaban constantemente que estaba gorda, aun cuando todavía estaba en etapa de desarrollo.

Según cuenta la cantante y actriz, sus problemas de imagen corporal empezaron cuando, a los 11 años, a finales de los setenta, logró un papel en una serie llamada Good Times. “Soy una persona que come de forma emocional, así que cuando sufro estrés o algo me preocupa, eso me calma”, explica la cantante en el documental.

Cuenta que ser parte del sistema del mundo de Hollywood en su adolescencia no fue sencillo: “Me estaba desarrollando muy pronto, empecé a tener pecho y me vendaban para que pareciera más plana”. Ya en la edad adulta ha subido y bajado de peso. En 2006 se colocó en 80 kilos para un papel y le costó mucho esfuerzo volver a su talla normal, relata.

“Había épocas en las que Mike solía burlarse de mí y llamarme con algunos nombres: cerda, yegua, puta, o puerca, vaca”, relata Jackson. “Se reía sobre ello, y yo también solía reírme, pero había algo dentro de mí que dolía”, reconoce la cantante. “Cuando tienes a alguien que te dice que pesas demasiado, eso te afecta”, recoge el diario The New York Post, que ha obtenido un avance del documental.

Llamarse Jackson, una losa demasiado pesada

El precio de la fama, principalmente derivado de su apellido y el éxito estratosférico de lo que consiguieron sus hermanos mayores y luego Michael, le ha pesado durante toda su vida, pues siempre estuvo bajo el escurtino de la prensa.

Ese apellido se convirtió en una losa sobre todo cuando su hermano Michael pasó sus momentos de mayor exposición pública y por grandes controversias, como las acusaciones de abuso de menores de las que, finalmente, fue absuelto.

“Era frustrante para mí, teníamos vidas separadas y, aunque fuera mi hermano, no tenía nada que ver conmigo. Pero yo quería estar ahí para él, apoyarle todo lo que pudiera”. Explica que su hermano le dio dinero a su familia porque quería que aquella acusación se olvidase y porque les afectó a todos; de hecho, siempre según su versión, en el filme explica que ella llegó a perder un contrato con Coca-Cola por aquello. “Culpable por asociación, así le llaman, ¿no?”, explica.

De hecho, ella colaboró con su hermano en un tema llamado Scream, sobre esos juicios, pero notó que desde la discográfica no la querían, que trataban de enfrentar a los dos Jackson, y que algo se había roto entre su hermano y él.

Además, Janet Jackson también trata la cuestión amorosa en el documental. Se ha casado tres veces y otras tantas se ha divorciado; con su tercer marido, el empresario catarí Wissam Al Mana tuvo a su único hijo, Eissa, en 2017, a los 50 años. “No he perdido la fe en el amor”, relata. “Siento que es más difícil estar en el ojo público y buscarlo”, explica, por eso habla de que “sería bueno tener una relación sana en el futuro”.

***Con información de El País/María Porcel***

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