Mario Vargas Llosa | La película repudiada por su propio director y prohibida en Perú

El Premio Nobel de Literatura incursionó en el cine con una adaptación de su novela más satírica.

Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa / AFP

El resultado fue un fracaso total, censurado por el gobierno peruano y posteriormente renegado por el propio autor, quien la calificó como “espantosamente mala”.

En la vasta trayectoria literaria de Mario Vargas Llosa, existe un capítulo poco conocido y profundamente incómodo: su debut como director de cine. En 1975, el escritor peruano codirigió Pantaleón y las visitadoras, basada en su propia novela publicada apenas dos años antes. Lo que prometía ser una adaptación audaz y provocadora terminó por convertirse en una experiencia traumática para el autor, que no solo fue testigo del fracaso comercial de la película, sino también de su censura oficial y, más tarde, de su repudio personal.

La película fue dirigida en conjunto con el cineasta español José María Gutiérrez Santos y rodada en la República Dominicana. El motivo de esta elección geográfica no fue estético ni logístico, sino estrictamente político: el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas del Perú había vetado la filmación en territorio nacional por considerar la trama inapropiada. La historia, que gira en torno a un servicio de prostitución organizado por el Ejército para satisfacer las necesidades sexuales de los soldados en la Amazonía, era vista como una sátira corrosiva y ofensiva por el régimen militar de la época.

El elenco internacional incluía al español José Sacristán como el capitán Pantaleón Pantoja, la legendaria mexicana Katy Jurado como “la Chuchupe” y la cubana Rosa Carmina en el papel de Rosa, una de las “visitadoras”. A pesar de estos nombres destacados, la película no logró conectar con el público ni con la crítica, y tuvo su estreno inicial en Puerto Rico, lejos del país cuya realidad intentaba retratar.

La cinta no fue autorizada para su exhibición en Perú sino hasta el 26 de noviembre de 1981, tras el final del régimen militar. Incluso entonces, llegó a las salas con una escena censurada: aquella en la que un sacerdote castiga físicamente a una de las prostitutas, un fragmento que fue considerado “excesivo” y “potencialmente ofensivo” por las autoridades culturales de la época.

En su momento, Vargas Llosa parecía mantener un moderado optimismo sobre la experiencia cinematográfica: “No sé si seguiré haciendo películas. Vamos a ver, primero, qué pasa con esta, que resultó más complicada y larga de lo previsto, pero muy interesante, desde luego”, declaró en una entrevista previa al estreno.

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Sin embargo, con el paso de los años, el juicio de Vargas Llosa sobre su incursión en el cine se tornó implacable. En una entrevista concedida en 2012, el Nobel de Literatura no escatimó en autocrítica: “Es un filme que no hay que ver de ninguna manera, que si se cruza en su camino y ustedes me tienen en alguna estima, por favor no vean, porque además actúo. Es una película espantosamente mala y todo es culpa mía”.

La confesión no solo evidencia su arrepentimiento, sino también la distancia que el escritor tomó respecto al medio audiovisual. En otra conversación, reconoció lo limitado de su experiencia en el terreno visual: “Mi única experiencia con el mundo visual es haberle pedido a un amigo fotógrafo, con quien trabajábamos en una revista, que me diera su pase para entrar a una corrida de toros en Lima. Yo me ofrecí a tomar la foto que él debía tomar para la revista”.

A pesar de esta amarga experiencia, Vargas Llosa no abandonó del todo su interés por el cine. Eso sí, su vínculo con el séptimo arte ha sido peculiar. Según declaró en una entrevista para el Festival de Cine de Lima: “Con el cine me pasa algo curioso. Normalmente en el cine suelen gustarme cosas que en la literatura detesto, como por ejemplo el western, y me pasa lo mismo con las películas policíacas”.

Más de dos décadas después del fallido experimento, Pantaleón y las visitadoras volvió a la pantalla grande, esta vez bajo la dirección del cineasta peruano Francisco Lombardi en 1999. Esta nueva adaptación fue mejor recibida por crítica y público, consolidándose como una de las películas más importantes del cine peruano moderno. El elenco, encabezado por Salvador del Solar, Angie Cepeda, Maricielo Effio, Tatiana Astengo y Pilar Bardem, logró capturar con fidelidad el tono satírico y humano de la novela original.

En 2019, Vargas Llosa asistió a una nueva versión de su obra, esta vez en formato musical, dirigida por Juan Carlos Fisher en el Teatro Peruano Japonés. A diferencia de su experiencia con el cine, esta puesta en escena sí contó con su entusiasmo: “La adaptación es espléndida, respeta mucho el espíritu de la novela”, afirmó. Y agregó: “La música responde perfectamente al espíritu con que está concebida la historia”.

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