Dormir mal acelera el deterioro cerebral y aumenta el riesgo de Alzheimer, según estudio de Havard

La ciencia vuelve a confirmar lo que muchos sospechaban: el sueño es tan importante para el cerebro como el alimento lo es para el cuerpo.

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Un reciente análisis de la Escuela de Medicina de Harvard reveló que los malos hábitos de descanso no solo reducen la energía diaria, sino que también deterioran la memoria, afectan las funciones cognitivas y aumentan el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

Los hallazgos forman parte de una serie de investigaciones internacionales que coinciden en señalar que el sueño insuficiente puede envejecer de manera prematura el cerebro, incluso en personas sin predisposición genética.

Uno de los descubrimientos más relevantes proviene de un estudio canadiense publicado en Science Advances. Los investigadores demostraron que durante las fases de sueño profundo, el cerebro activa un mecanismo de “reciclaje de desechos”, encargado de eliminar sustancias que no necesita.

Cuando este proceso se interrumpe por falta de descanso, se acumulan compuestos similares a placas, asociados con un deterioro en el rendimiento cognitivo y con un mayor riesgo de demencia.

El doctor Andrew Lim, profesor asociado de Neurología en la Universidad de Toronto y autor principal del estudio, explicó a CTVNews que “las personas con sueño fragmentado o que se despertaban con frecuencia durante la noche mostraron peores resultados en pruebas de funciones cognitivas”.

Además, la investigación canadiense advirtió que la pérdida crónica de sueño envejece prematuramente las células inmunitarias del cerebro, lo que favorece procesos inflamatorios relacionados con diversas enfermedades.

En paralelo, un análisis de la Escuela de Medicina de Harvard con datos de más de 2.800 personas mayores de 65 años encontró una relación directa entre la duración del sueño y la salud cerebral.

Según los resultados, “quienes dormían menos de cinco horas por noche tenían el doble de probabilidades de desarrollar Alzheimer o fallecer, en comparación con aquellos que dormían entre seis y ocho horas”.

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Estos datos refuerzan la idea de que el sueño insuficiente no solo provoca cansancio, sino que puede ser un factor determinante en la aparición de trastornos cognitivos graves.

La evidencia no se limita a América. Una investigación europea basada en datos de casi 8.000 participantes descubrió que dormir seis horas o menos de manera constante a los 50, 60 y 70 años aumenta en un 30 % el riesgo de demencia, en comparación con quienes mantienen un promedio cercano a las siete horas de descanso.

Estos hallazgos sugieren que cuidar el sueño desde la mediana edad puede tener un impacto decisivo en la salud cerebral a largo plazo.

Organizaciones como la World Sleep Society han reiterado la importancia de implementar medidas de higiene del sueño. Entre las principales recomendaciones se incluyen:

El especialista Cardinali resumió la importancia de la calidad del descanso con una reflexión clara: “La calidad de la vigilia es un indicador fundamental del buen descanso. Tras la pandemia, se evidenció que no existe una cantidad de horas de sueño ‘ideal’ universal, sino que lo más importante es cómo se desempeña la persona durante el día”.

Aunque aún quedan preguntas por resolver, la conclusión de los expertos es contundente: dormir lo suficiente y con calidad es un factor esencial para preservar la memoria, ralentizar el envejecimiento cerebral y reducir la probabilidad de desarrollar enfermedades neurodegenerativas.

Cuidar los hábitos de sueño ya no es solo un consejo de bienestar: es una estrategia de prevención para la salud cognitiva a largo plazo.

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