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Egipto en shock: roban y funden una joya faraónica de 3,000 años

La historia enfrenta una nueva herida a su vasto legado cultural tras confirmarse el robo y la destrucción de la joya faraónica de más de 3.000 años de antigüedad.

Imagen ilustrativa de una pirámide en Egipto.
Imagen ilustrativa de una pirámide en Egipto. / AFP

Las autoridades anunciaron la captura de cuatro sospechosos, entre ellos una restauradora del Museo Egipcio de El Cairo, implicados en el hurto de una pulsera de oro con incrustaciones de lapislázuli perteneciente al reinado de Amenemope, faraón de la dinastía XXI (1070-945 a. C.).

El Ministerio de Cultura informó que la pieza desapareció de la caja fuerte del laboratorio de restauración del museo. La joya, que debía ser trasladada a Roma a finales de octubre para la exhibición internacional “Tesoros de los faraones”, nunca llegó a su destino. La investigación reveló que la restauradora “consiguió robar la pulsera mientras trabajaba en el museo” y luego estableció contacto con un joyero que la vendió en el mercado clandestino.

De acuerdo con el comunicado oficial del Ministerio del Interior, el recorrido de la pieza fue tan acelerado como trágico: primero se vendió a un comerciante de orfebrería por 180.000 libras egipcias (aproximadamente 3.700 dólares) y posteriormente fue revendida a un fundidor de oro por 194.000 libras (unos 4.000 dólares). El resultado fue devastador: la joya fue fundida junto con otras piezas, reduciendo a metal lo que representaba siglos de historia y memoria faraónica.

Los cuatro implicados fueron arrestados y confesaron el delito. Además, las autoridades incautaron el dinero obtenido en la transacción ilícita. El caso ha desatado indignación no solo en Egipto, sino en la comunidad internacional de arqueólogos y defensores del patrimonio.

La pulsera no era un objeto cualquiera. Descubierta en Tanis, en el delta oriental del Nilo, la pieza formaba parte del ajuar funerario del rey Psusenes I. Tras el saqueo de su primera tumba, Amenemope fue enterrado en la cripta de este monarca, y allí se halló la joya, según explicó el doctor en egiptología Jean Guillaume Olette-Pelletier. Su valor histórico era incalculable, no solo por los materiales empleados, sino por el testimonio que ofrecía de las prácticas funerarias y artísticas del antiguo Egipto.

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La legislación egipcia contempla sanciones severas para este tipo de delitos. La destrucción de antigüedades puede conllevar hasta siete años de cárcel y multas de hasta dos millones de libras egipcias (unos 41.000 dólares). Por otro lado, el robo con fines de contrabando está castigado con cadena perpetua.

Sin embargo, a pesar de la dureza de la ley, los saqueos y el tráfico ilegal de piezas arqueológicas no son fenómenos aislados. En agosto pasado, el médico egipcio Ashraf Omar Eldarir fue condenado en Estados Unidos a seis meses de prisión tras introducir de forma fraudulenta cientos de objetos egipcios en ese país, según informó el medio especializado The Art Newspaper.

El robo de la pulsera de Amenemope no es simplemente la pérdida de un objeto, sino un atentado contra la memoria colectiva de la humanidad. Cada pieza arqueológica destruida es un fragmento del pasado que se borra para siempre. Egipto, cuna de civilizaciones, enfrenta así el desafío de reforzar la seguridad de sus museos y laboratorios de restauración, al tiempo que se libra una batalla contra las redes de tráfico internacional que comercian con su patrimonio.

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