Hablar varios idiomas puede retrasar el envejecimiento del cerebro, según un estudio

Dominar más de un idioma podría ser mucho más que una habilidad comunicativa: podría convertirse en una herramienta para mantener el cuerpo y la mente jóvenes por más tiempo.

Hablar varios idiomas no solo abre puertas en el mundo, sino también en el cerebro. / IA - META

Así lo sugiere un amplio estudio publicado en la revista Nature Aging, que analizó a más de 86.000 adultos de distintos países y encontró que el uso frecuente de varios idiomas se asocia con un envejecimiento más lento.

El trabajo fue liderado por el neurocientífico argentino Agustín Ibañez, director del Instituto BrainLat en América Latina y del Programa Internacional de Investigación en Salud Cerebral del Trinity College de Dublín, junto a un equipo de científicos de América Latina, Europa y Estados Unidos. Los resultados muestran que las personas que viven en contextos multilingües o que dominan varias lenguas presentan mejores indicadores de salud física, mental y cognitiva a medida que envejecen.

El hallazgo central del estudio es contundente: hablar más de una lengua se relaciona con un envejecimiento biológico más lento. No significa que el paso de los años se detenga, pero sí que quienes usan varios idiomas muestran señales de mayor bienestar cerebral y corporal que quienes solo dominan su idioma materno.

“El efecto protector del multilingüismo en el envejecimiento cerebral podría darse en distintos niveles”, explicó Ibañez. “En el plano biológico, puede estar asociado a la reducción del estrés crónico, la inflamación, la mejora de la función cardiovascular y metabólica, y una mejor regulación del sistema inmune”.

Desde el punto de vista cerebral, aprender y utilizar varios idiomas estimula las redes de control ejecutivo y atención, preservando la plasticidad neuronal y la eficiencia de las áreas frontoparietales y temporales. Además, “el cambio constante entre lenguas entrena la memoria, la inhibición y la flexibilidad mental, lo que genera una reserva cognitiva que mitiga los efectos del envejecimiento”, añadió el científico.

La investigación se basó en los datos de 86.149 adultos mayores de 50 años, residentes en 27 países europeos. Los participantes respondieron encuestas sobre memoria, salud física, educación, igualdad de género y hábitos de vida.

Para medir el envejecimiento, los científicos utilizaron un indicador llamado brecha de edad bioconductual (BAG), que compara la edad cronológica con la edad que refleja la salud física y mental. Una BAG negativa indica un envejecimiento más lento, mientras que una positiva refleja un deterioro más acelerado.

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Los resultados mostraron que las personas bilingües o multilingües tienden a tener una BAG más favorable. Además, el efecto protector crece a medida que aumenta el número de idiomas hablados. Esta tendencia se mantiene incluso al ajustar factores como el nivel educativo, la situación económica o el género.

Los beneficios no dependen tanto del idioma en sí, sino de la frecuencia y la complejidad del uso. Ibañez destacó que “las combinaciones lingüísticas entre idiomas con estructuras muy diferentes tienden a generar mayor flexibilidad cognitiva”. También señaló que aprender desde la infancia fortalece la reserva neural, aunque “el aprendizaje tardío, si es activo y frecuente, también puede generar ganancias cognitivas y neuroprotectoras”.

La clave está en la exposición sostenida y el uso funcional de varias lenguas a lo largo de la vida, lo cual refuerza la memoria y mejora la capacidad de resolver problemas.

Los investigadores proponen incluir el aprendizaje de idiomas en las estrategias de promoción de la salud cerebral, al mismo nivel que el ejercicio físico o la alimentación saludable. “El aprendizaje y uso de varias lenguas debería considerarse una forma de fortalecer el cerebro y mejorar la calidad de vida en la vejez”, enfatizó Ibañez.

El neurólogo Raúl Arizaga, ex líder del grupo de investigación de la Federación Mundial de Demencias, respaldó esta visión: “El bilingüismo y el multilingüismo favorecen la plasticidad cerebral y la reserva cognitiva, lo que protege frente a enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer”. Además, añadió que mantener un cerebro activo también impulsa un mejor cuidado del cuerpo, generando “un círculo positivo para la salud y la longevidad”.

Aunque el estudio se centró en Europa, los científicos planean extender las investigaciones a América Latina y otras regiones para comprobar si los mismos efectos se repiten en distintos contextos culturales.

Por ahora, la conclusión es clara: hablar varios idiomas no solo abre puertas en el mundo, sino también en el cerebro. Aprender una nueva lengua podría ser una de las decisiones más saludables y poderosas para vivir más tiempo y con una mente más ágil.

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