Alejandra Guzmán y el año que cambió su vida sumergiéndola en una depresión severa

A finales de la década de los noventa, Alejandra Guzmán atravesó uno de los capítulos más oscuros de su vida personal.

Alejandra Guzmán
Alejandra Guzmán / AFP

Aunque su carrera artística continuaba en marcha, detrás del escenario la cantante enfrentaba una sucesión de acontecimientos que la llevaron a una profunda crisis emocional. Así lo reveló en su momento una investigación publicada por la revista TVyNovelas, que reconstruyó una historia marcada por engaños, miedo y pérdidas inesperadas.

Entre mayo y junio de 1998, la intérprete de rock vivió una serie de golpes que se acumularon en cuestión de semanas. A pesar de su compromiso profesional como protagonista del musical Gypsy, Guzmán optó por alejarse de los reflectores y cancelar apariciones públicas. La razón, según explicó su padre, Enrique Guzmán, era un deterioro emocional evidente.

Ha entrado en un estado de depresión muy severo”, reportó TVyNovelas en su edición de mayo de 1998, en la que se incluyó una entrevista exclusiva con el cantante. Enrique describió con preocupación el cambio en el ánimo de su hija: “En circunstancias normales cuando yo hablo con ella lo hace con mucho entusiasmo; ahora la noto sin ánimo está triste, desilusionada, tiene pocas ganas de hacer cosas y eso es algo increíble en Alejandra porque siempre es una máquina de energía”.

Detrás de este estado emocional, explicó Enrique Guzmán, había una historia que definió como “turbia y llena de engaños”. En el centro de todo estaba Farell Goodman, el empresario estadounidense con quien Alejandra se había casado pese a la abierta oposición de su familia.

El punto de quiebre ocurrió el 26 de junio de 1998. Mientras la cantante se encontraba en Acapulco, recibió la noticia de que su esposo había sido detenido en el aeropuerto de Düsseldorf, en Alemania. Goodman le había asegurado que se encontraba en Las Bahamas por motivos de trabajo, pero en realidad intentaba abordar un vuelo desde Europa cuando fue sometido a una inspección de seguridad.

Durante la revisión, las autoridades hallaron un paquete de pastillas sicotrópicas en su poder. Como resultado, fue detenido y acusado de intentar trasladar las sustancias para venderlas en Estados Unidos, lo que derivó en un proceso por tráfico de drogas. La revelación no solo expuso una mentira, sino que sacudió profundamente la confianza de la cantante.

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Este episodio llegó apenas tres días después de otro hecho alarmante. Frida Sofía, hija de Alejandra Guzmán, se salvó de manera fortuita de un intento de secuestro, una experiencia que incrementó el temor y la sensación de vulnerabilidad de la artista.

Un mes antes, el 3 de mayo, la tragedia ya había tocado a su puerta. En su propia casa, el chofer que había trabajado con ella durante más de una década falleció, un suceso que terminó de agravar el estado emocional de la cantante. La cercanía y la confianza construidas durante años hicieron que la pérdida resultara especialmente difícil de asimilar.

Ante esta acumulación de crisis, Alejandra Guzmán tomó la decisión de guardar silencio y permitir que fuera su padre quien hablara públicamente sobre su situación. Enrique Guzmán explicó que su hija continuaría en el musical como una forma de mantenerse activa: “Mi hija seguirá participando en Gipsy; definitivamente es mejor que mantenga su mente ocupada. Además Alejandra Guzmán tiene que volver a ser ella misma”.

El cantante también fue contundente al referirse a Goodman, a quien calificó como un “bueno para nada”, reiterando que nunca apoyó ese matrimonio. Con el paso de los meses, la cantante tomó decisiones drásticas para proteger a su familia. Frida Sofía fue enviada al extranjero ante el temor generado por la inseguridad, mientras que el vínculo con Goodman llegó a su fin.

El caso se cerró cuando Alejandra Guzmán solicitó el divorcio y Farell Goodman fue sentenciado a un año de cárcel. Años después, este periodo sigue siendo recordado como uno de los más caóticos y determinantes en la vida de la artista, un punto de quiebre que dejó huellas profundas tanto en lo personal como en lo emocional.

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