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El poder del color en ‘El Juego del Calamar’ y cómo la paleta cromática influye en la psicología del espectador

La impactante estética de la serie no solo radica en su violenta premisa, sino en su uso magistral del color.

La gente camina cerca a una muñeca inflable de la serie "El juego del calamar"
La gente camina cerca a una muñeca inflable de la serie "El juego del calamar" / AFP

La serie surcoreana, que se convirtió en un fenómeno global tras su estreno en Netflix, utiliza una paleta cromática cuidadosamente diseñada para generar emociones específicas en la audiencia, reforzando el contraste entre la aparente inocencia de los juegos infantiles y la brutalidad de su desarrollo.

Desde los uniformes de los jugadores y los guardias hasta los escenarios de cada desafío, los colores desempeñan un papel crucial en la narrativa visual. Cada tonalidad no solo está seleccionada por su impacto estético, sino también por su carga psicológica y simbólica.

Los concursantes de El Juego del Calamar visten un uniforme de color verde oscuro con detalles en blanco y gris. Lejos de ser una elección aleatoria, esta combinación cromática evoca sensaciones de calma y estabilidad, creando un engaño visual que contrasta con la desesperación y el peligro que enfrentan.

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Según la psicología del color, estas tonalidades transmiten los siguientes mensajes:

  • Verde: serenidad, ética, crecimiento y frescura.
  • Azul (presente en el tono verdoso): profesionalismo, sinceridad y calma.
  • Blanco: pureza, paz e igualdad.
  • Gris: neutralidad, humildad y sencillez.

En un contexto tradicional, estos colores podrían asociarse con la ropa escolar, reforzando la idea de que los participantes son como estudiantes atrapados en un sistema despiadado. Sin embargo, la serie subvierte esta sensación inicial de tranquilidad, ya que los valores representados por estos colores (sinceridad, respeto y serenidad) se ven rápidamente anulados por la brutalidad de los juegos.

El resultado es una constante tensión psicológica, el espectador percibe inconscientemente la calma que transmiten los colores, pero la realidad en pantalla es completamente opuesta, generando una sensación de inquietud y contradicción emocional.

El diseño de los escenarios refuerza aún más esta paradoja visual. Las escaleras laberínticas y los campos de juego están pintados con colores vibrantes y pasteles que evocan espacios infantiles, pero su contexto dentro de la serie los convierte en elementos perturbadores.

La paleta cromática utilizada en estos espacios incluye:

  • Rosa: asociado tradicionalmente con la diversión y la inocencia.
  • Verde pistacho y verde turquesa: relacionados con la naturaleza, la frescura y la serenidad.
  • Amarillo: un color que suele transmitir alegría y optimismo.

Este diseño recuerda a la fábrica de chocolate de Willy Wonka o a un parque de diversiones, lugares que en la vida real deberían representar seguridad y felicidad. Sin embargo, en El Juego del Calamar, estos colores contrastan con la violencia extrema de los desafíos, creando un efecto inquietante.

Este uso de contrastes visuales no es nuevo en el cine y la televisión. Es similar a la forma en que en algunas películas de guerra se utilizan melodías infantiles o música clásica en escenas de violencia, generando un choque emocional que hace que el impacto sea aún más fuerte.

Si bien los escenarios y los uniformes de los jugadores generan una falsa sensación de seguridad, la presencia de los guardias rompe inmediatamente con esta calma. Ataviados con trajes de un rojo o rosa intenso, estos personajes representan la amenaza constante dentro del juego.

Los colores de sus uniformes transmiten mensajes claros y directos:

  • Rojo o rosa intenso: asociado con la agresividad, la pasión, la energía y el peligro.
  • Negro: símbolo de poder, muerte y autoridad.
  • Blanco (en los detalles de los símbolos geométricos): representa el vacío y el aislamiento.

Esta combinación de colores ha sido históricamente utilizada en movimientos gráficos y políticos debido a su impacto visual. El constructivismo ruso, por ejemplo, empleó estos tonos en su propaganda, al igual que el régimen nazi en sus banderas e iconografía.

Además del color, los guardias son presentados con una estética geométrica y casi militar, lo que refuerza su papel como fuerzas de control impersonal y despiadado. Su presencia genera automáticamente una sensación de amenaza, activando en el espectador una respuesta instintiva de alerta.

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