¿Por qué hay personas incapaces de pedir perdón? La psicología lo revela

Salud Mental

Pedir perdón de manera efectiva no se limita a decir “lo siento”. Implica varios elementos clave.

Disculpa
Reconocer nuestras fallas y enmendarlas es una manifestación poderosa de inteligencia emocional / IA - META

Pedir perdón es uno de los actos más poderosos y transformadores en las relaciones humanas.

Sin embargo, hay quienes, incluso conscientes del daño causado, simplemente no pueden hacerlo. ¿Qué hay detrás de esa resistencia? Según especialistas en salud mental, la imposibilidad de disculparse no siempre es una cuestión de orgullo o terquedad, sino un reflejo de conflictos emocionales profundos que afectan la autoimagen y la capacidad de gestionar la vulnerabilidad.

De acuerdo con Psychology Today, muchas personas se niegan a pedir perdón como una forma de proteger una autoimagen frágil. “Aunque la negativa a disculparse puede parecer una simple muestra de orgullo o terquedad, con frecuencia está relacionada con el intento de resguardar una autoimagen frágil y vulnerable”, señala la publicación. Es decir, disculparse podría significar para ellas una amenaza directa a su identidad.

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Desde la perspectiva psicológica, esta dificultad se origina en la forma en que una persona maneja sus emociones, su autoestima y la percepción de sí misma frente a los demás. La Guía sobre los fundamentos psicológicos del perdón, elaborada por el Centro Área Humana en España, identifica varias causas clave:

Manejo emocional y exposición a la vulnerabilidad: Reconocer un error y mostrar arrepentimiento puede ser intolerable para personas con baja autoestima. Para ellas, pedir perdón no es un acto de madurez, sino una especie de rendición ante la humillación.

  • Miedo a la vergüenza y a ser señaladas: Existe un temor intenso a que disculparse abra la puerta a más acusaciones o a la pérdida de respeto, por lo que evitar el perdón se convierte en una forma de autoprotección.
  • Conflicto con la autoimagen (disonancia cognitiva): Admitir una falta puede entrar en contradicción con la imagen que alguien tiene de sí mismo como “buena persona”. En estos casos, aceptar el error implica revisar valores y creencias muy arraigadas.
  • Falta de aprendizaje emocional: En muchas ocasiones, no se trata de una elección consciente. Algunas personas nunca aprendieron realmente lo que significa pedir perdón o lo asocian con debilidad, castigo o rechazo, especialmente si en su entorno familiar no hubo modelos positivos.

Estos factores hacen que, para ciertos individuos, disculparse no solo sea difícil, sino emocionalmente inviable sin un proceso terapéutico que les ayude a desmontar esas barreras.

El perdón, como explica la Mayo Clinic, no implica justificar el daño ni minimizar el dolor. En esencia, se trata de “una elección consciente de soltar el rencor y la ira acumulada”. Este proceso, aunque liberador, es también complejo: implica empatía, reflexión y voluntad de cambio.

Comprender por qué una persona no puede pedir perdón no significa justificar su conducta, sino tener las herramientas para abordar el conflicto con mayor profundidad. Al identificar las raíces emocionales de esta incapacidad, se abren oportunidades para sanar vínculos, mejorar la comunicación y promover una convivencia más saludable.

La buena noticia es que sí. Pedir disculpas no es una habilidad innata, sino una capacidad que se puede desarrollar, especialmente si se cultiva desde la infancia. Así lo señala la psicóloga general sanitaria Cecilia Cores, del Centro Psicológico Cecilia Cores en España: “Es fundamental desarrollar desde la infancia la capacidad de reconocer errores y expresar una disculpa”.

Pedir perdón de manera efectiva no se limita a decir “lo siento”. Implica varios elementos clave:

  1. Reconocer la falta sin excusas ni justificaciones: Evitar responsabilizar a otros demuestra madurez y autenticidad.
  2. Asumir las consecuencias: Mostrar disposición a reparar el daño refuerza la credibilidad de la disculpa.
  3. Cuidar el lenguaje y el tono: Una disculpa debe sentirse sincera, no como una fórmula vacía o impuesta.
  4. Validar los sentimientos de la otra persona: Escuchar activamente, sin interrumpir ni minimizar el daño, fortalece la empatía.
  5. Comprometerse con el cambio: Reflexionar sobre lo sucedido y tomar medidas para evitar repetir el error es lo que convierte una disculpa en un acto de transformación personal.

Cores afirma que “aprender a pedir perdón no solo fortalece los vínculos emocionales, sino que también promueve una convivencia basada en el respeto mutuo y la empatía”.

En una sociedad donde muchas veces se valora más tener razón que ser compasivo, pedir perdón puede parecer un acto incómodo o innecesario. Sin embargo, reconocer nuestras fallas y enmendarlas es una manifestación poderosa de inteligencia emocional y crecimiento personal.

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