¿Lloró la Reina Isabel en el funeral de su esposo Felipe?
El pasado sábado la monarquía despidió en un emotivo funeral al príncipe Felipe, quien murió el 9 de abril a los 99 años. El duque de Edimburgo fue el consorte más antiguo de la historia reciente, el apelativo o cargo utilizado para describir a la pareja de un monarca reinante.
Como era de esperarse, todas las miradas recayeron en la reina, aquella mujer vestida de negro y con una mascarilla a juego con su vestimenta. Los lentes de las cámaras buscaban la más mínima reacción, un gesto, una lágrima, un movimiento que denotara el dolor por la pérdida del que fue su compañero de vida por 73 años.
Y es que por años se ha tenido la percepción de que la Reina Isabel no llora, o al menos nunca lo hace en público, a pesar que en sus siete décadas de reinado le ha tocado episodios tan conmovedores o trágicos como la Segunda Guerra Mundial, el desmantelamiento del barco real, el 'Britannia' o la muerte de su hermana, la princesa Margarita, momentos muy puntuales en el que se dice que Isabel II ha derramado alguna lágrima.
Desde sus orígenes, los Windsor se han caracterizado por la sobriedad, la discreción y el autocontrol. Conductas obligatorias ante el público y que guardan la elegancia propia de la realeza. El ejemplo más impactante de estos protocolos los vio el mundo cuando sus nietos William y Harry, con apenas 9 y 7 años, tuvieron que caminar detrás del ataúd de su madre recién fallecida, la princesa Diana de Gales sin derramar una lágrima.
No obstante, el sábado cuando la monarca se sentó sola en la capilla San Jorge para despedir a su esposo, el hombre con quien se casó siendo todavía princesa en 1947 y cuya muerte la deja sola en el ocaso de su reinado, se le pudo ver afligida por el dolor. Isabel II, la que nunca llora en público, dejó las conductas reales a un lado y descargó en lágrimas, mientras el ataúd de Felipe era bajado a la bóveda real.
Según algunos historiadores, la primera vez que los británicos vieron a su reina llorar en público fue en 1997 cuando se realizó la ceremonia del desmantelamiento del barco real 'Britannia'. El mismo que ella había botado en 1953. A pesar que el yate luego se convirtió en una atracción turística, la jubilación del mismo le hizo soltar una lágrima.
El resto de las ocasiones en las que se ha podido ver a la monarca limpiándose las lágrimas han tenido que ver con ceremonias oficiales en honor a los caídos en la Guerra.
Otro momento emotivo fue en el funeral de su hermana, la princesa Margarita, ocurrido en 2002. Las personas que estaban allí y sentadas cerca de ella le dijeron a Bedell Smith, la aclamada biógrafa estadounidense de la reina y otros miembros de la realeza, que estaba "muy llorosa" y "la más triste que la haya visto".
Fuerza y apoyo de la Reina
En 2017, Felipe se retiró de las actividades públicas tras haber participado en más de 22,000 actos oficiales, pero su principal valor fue ser "el único hombre del mundo en tratar a la reina como un ser humano, de igual a igual", explicó una vez Lord Charteris, exsecretario privado de la monarca.
Si su esposa, coronada en 1952, ha batido todos los récords como soberana, Felipe fue el consorte más longevo desde que 2009 superó a Carlota, esposa de Jorge III (1760-1820).
"Es mi roca. Ha sido mi fuerza y mi apoyo todos estos años", dijo la reina en 1997 en un discurso con motivo de sus bodas de oro.
Compartieron un compromiso total con sus deberes y siempre se tuvieron el uno al otro para aligerar la carga de la vida pública con un poco de risa. En privado él la llamaba “Lilibet”, “Querida” o “Salchicha” y les encantaba cenar juntos frente a la tele.
Con información de www.semana.com