Tejer, bordar o hacer jardinería, la nueva receta para combatir la depresión según la ciencia
Salud Mental
La ciencia lo confirma, las manualidades reducen el estrés, mejoran el ánimo y protegen el cerebro.
Actividades como tejer, bordar, cuidar un jardín o moldear cerámica no solo son placenteras: también podrían ser una poderosa medicina para el alma y la mente. Según un conjunto creciente de investigaciones científicas, estos pasatiempos manuales tienen el potencial de mejorar la salud mental, prevenir la depresión e incluso proteger el cerebro del deterioro cognitivo.
Lejos de ser una moda vintage o una práctica exclusiva de generaciones mayores, las manualidades están ganando protagonismo como herramientas terapéuticas accesibles, efectivas y profundamente humanas. De hecho, estudios recientes publicados en Nature Medicine y en el Journal of Epidemiology demuestran que quienes practican con regularidad actividades creativas como el bordado o la jardinería reportan:
- Un menor riesgo de sufrir depresión.
- Una mejor percepción de su salud general.
- Niveles más altos de satisfacción vital.
- Un menor deterioro cognitivo con el paso del tiempo.
Para la psiquiatra Tiffany C. Ho, de la Universidad de California, la clave está en el impacto directo que estas prácticas tienen sobre el sistema nervioso. Según explica, la combinación de repetición y creatividad activa un efecto calmante muy similar al de la meditación: “La naturaleza repetitiva y a la vez creativa de estas prácticas tiene un efecto calmante directo sobre el sistema nervioso”, afirma la doctora Ho. “Esto contribuye a la reducción del estrés y a una mejora significativa del bienestar emocional, al permitir un estado de concentración y tranquilidad mental”.
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En otras palabras, coser una bufanda, plantar flores o pintar una maceta no solo es entretenido: también es una forma real de conectar con el presente, reducir pensamientos negativos y generar un sentimiento de control emocional.
La evidencia apunta a que estas actividades no solo previenen el malestar, sino que también aumentan la autoestima y el sentido de propósito. Crear algo con las propias manos genera una recompensa interna inmediata y duradera. Así lo explica el Dr. Frank Clark, psiquiatra y poeta, quien ha estudiado el impacto de la creatividad en la salud mental:
“Actividades como el tejido pueden fomentar la relajación y la concentración, ayudando a las personas a desconectarse de pensamientos negativos o preocupaciones”, señala Clark.
Este efecto desintoxicante del ruido mental convierte a las manualidades en una herramienta valiosa para personas de todas las edades. Incluso pueden tener un papel clave en procesos terapéuticos para pacientes con ansiedad, depresión o estrés crónico.
Más allá del pasatiempo, tejer, bordar, cocinar con calma o trabajar con arcilla son prácticas que fomentan la atención plena (mindfulness), el control respiratorio, la creatividad y la satisfacción emocional. No requieren dispositivos, pantallas ni grandes inversiones, solo tiempo y disposición para reconectar con uno mismo.
Y lo mejor es que no existen barreras de edad, género o habilidad para comenzar. Cualquier persona, desde jóvenes hasta adultos mayores, puede encontrar en una labor manual un refugio emocional que impacte directamente su calidad de vida.