Tristeza posparto o ‘baby blues’: el síndrome que viven muchas mujeres tras dar a luz
El baby blues no requiere un tratamiento médico específico y suele desaparecer de manera espontánea en un par de semanas. Sin embargo, el entorno cercano juega un papel decisivo.
El nacimiento de un hijo suele presentarse socialmente como un momento de plenitud y felicidad.
Sin embargo, la realidad para la mayoría de las madres incluye un periodo de vulnerabilidad emocional que se conoce como baby blues o tristeza posparto. Este fenómeno, lejos de ser una excepción, afecta a casi el 85% de las mujeres después del parto, según estimaciones internacionales.
De acuerdo con la psicóloga perinatal Jazmín Mirelman, se trata de “una alteración o un cambio en el estado de ánimo que se produce en las mujeres en torno al segundo o tercer día después del parto. Puede durar entre unas dos y tres semanas, y remite de forma espontánea”.
Entre los síntomas más frecuentes se encuentran la irritabilidad, la facilidad para el llanto, la ansiedad y la dificultad para dormir. A diferencia de la depresión posparto, estos episodios no generan una pérdida sustancial de la autoestima ni un deterioro grave de las funciones diarias.
La psicóloga clínica de la Universidad de Oviedo, Teresa Bobes Bascarán, resalta que la diferencia radica en la gravedad y en la duración. Mientras que el baby blues permite a la madre “todavía entretenerse, disfrutar o desconectar”, en la depresión posparto pueden aparecer síntomas mucho más incapacitantes, como el aislamiento social, la dificultad para concentrarse o incluso pensamientos intrusivos sobre hacerse daño a sí misma o al bebé, según detalla el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS).
Te puede interesar: Adam Sandler revela por qué siempre trabaja con los mismos actores en sus películas
Te puede interesar: Mark Zuckerberg lanza unas gafas que reemplazarían al smartphone
Los especialistas coinciden en que la tristeza posparto responde a una confluencia de causas biológicas, emocionales y sociales.
- Cambios hormonales: tras el nacimiento, la caída abrupta de estrógenos y progesterona genera un impacto directo en el sistema nervioso.
- Transformaciones cerebrales: estudios de neuroimagen han demostrado una “poda” de conexiones neuronales que favorece aquellas relacionadas con la sensibilidad hacia el bebé, en detrimento de otras funciones, según explica Bobes Bascarán.
- Condiciones contextuales: la situación económica, la red de apoyo familiar y la estabilidad emocional de la madre influyen en la manera de transitar este periodo.
- Expectativas sociales: la idealización de la maternidad como un momento exclusivamente feliz suele intensificar la frustración y la culpa.
Mirelman añade que los cambios en la dinámica de las relaciones también son un factor importante: “A partir del momento en que la madre sale del hospital con un bebé en brazos, se modifican todas sus relaciones interpersonales, además de enfrentarse a la enorme responsabilidad de sostener la vida del recién nacido”.
Aunque el baby blues es una experiencia común, hay ciertos grupos que presentan mayor probabilidad de atravesarlo:
- Mujeres con antecedentes de depresión o ansiedad.
- Madres que han tenido embarazos complicados o pérdidas perinatales.
- Primerizas, que llegan al parto con mayor ansiedad.
- Víctimas de violencia obstétrica en partos anteriores.
No obstante, Mirelman aclara que “ninguno de estos factores es determinante. Muchísimas mujeres pueden haber tenido estas experiencias y transitar el posparto de una manera más suave, sin tanta labilidad”.
El baby blues no requiere un tratamiento médico específico y suele desaparecer de manera espontánea en un par de semanas. Sin embargo, el entorno cercano juega un papel decisivo.
“El apoyo a la mujer en este momento de enorme vulnerabilidad debe ser tanto emocional como práctico, en lo relacionado con las tareas cotidianas de alimentación y descanso”, explica Mirelman.
Los especialistas recomiendan escuchar sin juzgar, ofrecer compañía constante y evitar comentarios que minimicen el malestar, como “deberías estar contenta, tienes un hijo sano”. Para Bobes Bascarán, lo esencial es simple: “acompañarla, escucharla y sobre todo no juzgarla”.
En caso de que los síntomas se extiendan más allá de tres semanas o se intensifiquen, se aconseja acudir a un profesional de la salud, ya que puede tratarse de depresión posparto. En esos casos, el abordaje puede incluir psicoterapia, medicación antidepresiva o fármacos específicos para controlar la ansiedad o el insomnio durante un periodo limitado.
La tristeza posparto es una condición frecuente pero poco visibilizada, en gran parte debido a los estereotipos en torno a la maternidad. Contar con información clara y anticipada puede ayudar a las mujeres a reconocer lo que ocurre y a sus familias a brindar apoyo sin juicios.
Como señalan los especialistas, el baby blues no es una enfermedad, sino una respuesta natural de adaptación tras uno de los cambios más profundos en la vida de una mujer: convertirse en madre.