Videojuegos clásicos y salud mental: cómo ayudan a combatir el burnout académico

Lejos de ser solo un pasatiempo nostálgico, los videojuegos clásicos están emergiendo como una herramienta inesperada para proteger la salud mental de jóvenes universitarios.

Un niño juega al videojuego retro "Pacman" en la feria de videojuegos Gamescom en Colonia, Alemania occidental, el 21 de agosto de 2019. / AFP

Un estudio reciente publicado por JMIR Publications concluye que títulos icónicos como Super Mario Bros. y Yoshi pueden disminuir el riesgo de agotamiento académico y emocional al activar emociones positivas asociadas con la infancia. En un entorno marcado por la presión constante, la hiperconectividad y la autoexigencia, estas experiencias digitales actúan como verdaderos espacios de descanso psicológico.

La investigación parte de una premisa clara: el cansancio emocional en estudiantes universitarios no solo se relaciona con la carga académica, sino con la falta de pausas mentales auténticas. En ese contexto, los videojuegos clásicos cumplen una función particular al despertar lo que los autores denominan “maravilla infantil”, una emoción ligada al asombro, la alegría espontánea y la sensación de seguridad propia de la niñez. Este estado emocional, según el estudio, cumple un rol clave en la prevención del llamado burnout.

El equipo investigador, integrado por especialistas del Imperial College London y la Universidad Kyushu Sangyo, desarrolló un estudio de enfoque mixto. En una primera fase cualitativa, realizaron 41 entrevistas en profundidad a estudiantes universitarios con experiencia previa en Super Mario Bros. y Yoshi. La edad promedio de los participantes fue de 22,5 años, con una distribución equilibrada entre hombres y mujeres. Las conversaciones se centraron en los recuerdos asociados a los juegos, las emociones que despertaban y su impacto en el bienestar cotidiano.

Posteriormente, el estudio avanzó a una etapa cuantitativa con 336 estudiantes jugadores, a quienes se les aplicaron instrumentos estandarizados para medir niveles de felicidad, presencia de “maravilla infantil” y riesgo de agotamiento académico y emocional. Los resultados fueron consistentes: quienes experimentaban mayores niveles de asombro infantil reportaban más felicidad y, a su vez, un riesgo significativamente menor de burnout.

Uno de los hallazgos más relevantes fue que la felicidad actúa como el factor mediador central. Cuando se controló estadísticamente el nivel de felicidad, el efecto directo de la maravilla infantil sobre el agotamiento dejó de ser significativo. En otras palabras, no es solo el recuerdo del pasado lo que protege frente al desgaste, sino la alegría genuina que estos juegos siguen generando en el presente.

Desde la perspectiva psicológica, el estudio destaca que estos videojuegos no funcionan como una simple vía de evasión. Por el contrario, crean microambientes digitales de restauración emocional, accesibles y fáciles de integrar en rutinas exigentes. En las entrevistas, los estudiantes describieron estas experiencias como “alegres y evocadoras de una infancia despreocupada”, y señalaron que jugar por breves momentos les permitía recuperar el equilibrio emocional incluso en semanas de alta carga académica.

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Entre los testimonios recogidos, varios participantes afirmaron que estos juegos les ayudaban a “elevar el ánimo y recordar momentos despreocupados”, mientras otros subrayaron la importancia de “rescatar la alegría” como una estrategia tan valiosa como otras prácticas de autocuidado más formales. Estas percepciones refuerzan la idea de que el bienestar también se construye a partir de pequeñas dosis de disfrute cotidiano.

Las conclusiones del estudio abren un campo de aplicación más amplio. Los autores sugieren que videojuegos clásicos como Super Mario Bros. y Yoshi pueden ser considerados por educadores, diseñadores de videojuegos y profesionales de la salud mental como herramientas complementarias para promover el bienestar emocional. Su accesibilidad, familiaridad y bajo costo los convierten en una opción realista para estudiantes con poco tiempo libre.

Andreas B. Eisingerich, uno de los autores del estudio, lo resume así: “El bienestar no depende solo de prácticas convencionales, sino también de la posibilidad de recuperar el disfrute cotidiano a través del juego”. Esta mirada invita a replantear el papel del ocio digital en una generación atravesada por la hiperexigencia.

En definitiva, el estudio sostiene que volver a los videojuegos clásicos es mucho más que un gesto nostálgico. Puede ser una estrategia concreta para fortalecer la salud mental, reducir el agotamiento y reencontrarse con una forma simple, pero poderosa, de felicidad. A veces, un salto de Mario basta para tomar aire.

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