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William Shatner, el eterno Capitán Kirk de Star Trek, rompió la barrera del espacio a los 90 años, pero no regresó con el brillo épico de sus personajes. Volvió llorando. “Creí ver la muerte”, confesó a CNN, en un testimonio que pulveriza el romanticismo espacial y nos enfrenta al verdadero protagonista del viaje: la fragilidad de la Tierra.
El 13 de octubre de 2021, Shatner se convirtió en el ser humano más longevo en llegar al espacio, a bordo de una cápsula automatizada de Blue Origin, la empresa de Jeff Bezos. A 107 kilómetros de altura, cruzando la línea de Kármán que separa la atmósfera del vacío, el actor vivió lo que él describió como “una tristeza abrumadora”. Lejos de la euforia, se sintió golpeado por un duelo invisible. “Vi un vacío frío, oscuro y negro. Era diferente a cualquier negrura que puedas ver o sentir en la Tierra. Me volví hacia la luz del hogar… y la dejaba”, relató en su libro Boldly Go: Reflexiones sobre una vida de asombro y maravilla.
El viaje duró poco más de 10 minutos, pero su impacto fue irreversible. El “Efecto Perspectiva”, como lo denominó el escritor Frank White en 1987, es una transformación que experimentan quienes observan la Tierra desde fuera: las fronteras se desvanecen, los conflictos pierden sentido y el planeta aparece como un organismo delicado, aislado en medio de una negrura que devora todo.
Shatner no fue la excepción. “Quería llegar a la ventana para ver qué había fuera. Observé la negrura del espacio… Me tomó horas entender por qué lloraba. Estaba en duelo por la Tierra”, confesó.
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Pero este funeral cósmico no fue improvisado. Décadas antes, el actor ya había mostrado sensibilidad ambiental tras leer Primavera silenciosa de Rachel Carson. “Las posibilidades de un apocalipsis son muy reales”, advierte en su libro. “Es difícil convencer a la gente, y especialmente a ciertos políticos, de que esto ya no está a la vuelta de la esquina. Está en la casa”.
El actor plantea que, a diferencia de otras especies, los humanos tenemos el don y la carga de la conciencia. “Sabemos que somos insignificantes, pero también que vivimos rodeados de una grandeza que merece ser protegida”, escribe. Para él, el viaje no fue una hazaña tecnológica ni un espectáculo mediático: fue una epifanía ecológica.
Cuando CNN le preguntó si volvería al espacio, su respuesta fue demoledora: “Si tuviste una gran historia de amor, ¿podrías regresar? ¿O eso lo degradaría?”. Porque para Shatner, mirar la Tierra desde la muerte fue suficiente para entender lo que realmente importa: no conquistar el espacio, sino salvar el único hogar que tenemos.