Rescatan en Sudáfrica cientos de pichones de cormorán hambrientos
Cientos de pichones de cormorán de una variedad amenazada, hambrientos y abandonados por sus padres, fueron rescatados en el sur de Africa.
Con su largo cuello, un plumaje negro -a veces con una mancha clara bajo el pico-, los especímenes fueron transportados en barco desde la isla de Robben, donde estuvo encarcelado Nelson Mandela, a una clínica para aves marinas en el mes de enero.
La operación fue delicada. Cerca de 900 pichones murieron durante el traslado o bien en los primeros días después de su llegada. Hoy quedan poco más de 1,100.
Los equipos de la Fundación para la Conservación de las Aves Costeras del África Meridional (SANCOBB), sentados en el sol y equipados con trajes especiales, pasan sondas por la garganta de las pequeñas aves.
Entre 30 y 50 voluntarios vienen cada día a ayudar a cuidar de los pequeños para alimentarlos, pesarlos y limpiarlos.
En la sección de la guardería, las aves más jóvenes son manipuladas con cuidado, envueltas en suaves toallas. Todavía no saben comer solos y deben ser alimentados a mano con pequeños trozos de sardinas.
Las aves mayores están en un reciento donde pueden empezar a estirar sus alas y a nadar. Cuando llegan las sardinas, acuden. Cada dos semanas comen tres toneladas de peces.
A su llegada los cormoranes pesaban entre 300 y 600 gramos. Alcanzarán 1 kg en su madurez. Los más fuertes pronto podrán ser liberados.
"Junto con otros científicos, ahora creemos que la falta de alimentos es probablemente la causa", del abandono de los pichones, explica la especialista Nicky Stander.
La incapacidad de los padres cormoranes para alimentar a sus crías se debe, según ella, a la sobrepesca en los océanos.