En un rincón perdido de Afganistán, un pueblo ajeno a las guerras y los talibanes

Cerca de 12,000 personas conviven en el corredor de Wakham, manteniendo un estilo de vida nómada.

Una familia nómada posando para una foto en el Corredor Wakhan en Afganistán.
Una familia nómada posando para una foto en el corredor de Wakhan en Afganistán. / AFP
Afp
09 de febrero 2018 - 16:10

"Los talibanes ¿qué es eso?", pregunta tímidamente Sultan Begium frente a su casa en el gélido corredor de Wakhan, un rincón tan aislado de Afganistán que sus habitantes ignoran las décadas de conflictos que devastaron su país.

Esta anciana de aspecto frágil, marcada por la ruda vida de la montaña, forma parte de la comunidad wakhi. Al igual que ella, cerca de 12,000 personas viven en esta estrecha franja de territorio manteniendo un estilo de vida nómada.

Este inhóspito corredor ubicado al noreste de Afganistán está cerca de la frontera con Tayikistán, China y Pakistán. Sus escarpadas laderas lo han preservado de las turbulencias que han arrasado a Afganistán a una serie de conflictos que duran ya 38 años.

"La guerra ¿qué guerra? Aquí nunca hubo una guerra", agrega Sultan Begium atizando el estiércol de yak que usan para calentarse.

La anciana reconoce sin embargo que escuchó hablar de soldados rusos que ofrecían cigarros al otro lado del corredor.

Mientras el país sufría en 1979 una sangrienta invasión de los soviéticos, que se oponían a los muyahidines, en esta zona el conflicto --que duró nueve años y dejó en todo el país un millón de civiles muertos-- se reduce a este tipo de anécdotas.

La posterior guerra civil que dejó cientos de miles de muertos y de desplazados, que siguen hasta hoy sin hogar, es para ellos como el relato de un país lejano y misterioso.

"Los talibanes son gente muy mala que viene de otros países, que violan a las ovejas y masacran a los humanos", dice Askar Shah, el hijo mayor de Begium, que escucha estas historias relatadas por comerciantes paquistaníes.

Una mujer wakhi, Sultan Begium, de pie junto a su nieto frente a su casa de barro en el corredor de Wakhan en Afganistán.
Una mujer wakhi, Sultan Begium, de pie junto a su nieto frente a su casa de barro en el corredor de Wakhan en Afganistán. / AFP

¿Invasión de Estados Unidos ?

Sin electricidad, los habitantes de esta zona no tienen acceso a internet ni a la telefonía móvil. Solamente algunos poseen aparatos de radio en los que pueden captar a veces las noticias rusas o afganas, o escuchar música iraní. Las comunicaciones de una aldea a otra se hacen por walkie-talkie.

Estos nómadas no saben tampoco nada de la invasión estadounidense de 2001 ni de las recientes olas de atentados cometidos por los talibanes y el grupo yihadista Estado Islámico, que han desestabilizado al país y convertido a su capital Kabul en uno de los lugares más peligrosos del país para los civiles.

"¿Nuestro país ha sido invadido por extranjeros?", pregunta Askar Shah, incrédulo. "No, no pueden hacer eso. Son gente de bien" añade, perplejo.

Creado en el siglo XIX, el corredor de Wakhan se encuentra en la confluencia de tres macizos de alta montaña, en la punta occidental del Himalaya, el Hindu Kush, el Karakoram y el Pamir.

Tiene una longitud de 350 km por un ancho máximo de 60 km, se eleva a más de 3,000 metros de altura y es frecuentemente barrido por los vientos. Este corredor ha quedado generalmente al margen de la autoridad de los sucesivos gobiernos. Acceder a él es difícil, por agrestes caminos y solamente a lomos de caballo o yak, o a pie.

Les "Pamiris", como se llama a los habitantes de Wakhan en el resto de Afganistán, cohabitan ahí con un pequeño grupo de kirguisos. Son musulmanes ismaelitas, pero el burka --omnipresente símbolo de opresión de las mujeres en gran parte del país-- les es algo desconocido.

Estos nómadas viven al compás de sus yaks y demás ganado, que truecan a cambio de trigo, arroz o ropa con mercaderes que viajan al corredor desde las regiones vecinas.

Un niño nómada afgano parado con su yak en el corredor de Wakhan en Afganistán.
Un niño nómada afgano parado con su yak en el corredor de Wakhan en Afganistán. / AFP

Opio

Pero la vida es muy dura en esta zona donde la temperatura está por debajo de 0°C más de 300 días por año. Cualquier gripe puede ser fatal, las mortalidad es muy elevada y el único remedio disponible a voluntad es el opio.

La droga, extraída de las flores de adormidera, "es nuestra única identidad afgana" bromea Nazar, un wakhi, mientras tritura opio con paracetamol, para reforzar su efecto.

"Toda la población es muy dependiente de esto", dice.

Pero el futuro puede traer cambios: el gobierno afgano quiere construir una carretera que una Wakhan con el resto de la provincia de Badajshan, según indicó a la AFP un portavoz gubernamental afgano.

También China está en conversaciones con Kabul para construir una base militar en la parte norte del corredor, según responsables afganos.

Si estos proyectos prosperan, generarían más comercio, turismo e infraestructuras médicas en la región. Pero también pueden acarrear el fin de la inmunidad de Wakhan ante la guerra.

Temas relacionados

Si te lo perdiste
Lo último
stats