Irán mira hacia España para buscar soluciones a su crítica falta de agua
Las escasas lluvias, los errores de planificación y desarrollo de infraestructuras y la mala gestión del uso agrícola del agua ha causado en Irán el agotamiento de sus acuíferos, una crisis que ya genera las quejas de los campesinos y para la que el país asiático busca en España posibles soluciones.
"Tenemos claro que uno de los países con mejor progreso en la tecnología de riego agrícola y mejor uso del agua es España. Irán necesita de su tecnología para mejorar su situación medioambiental", afirmó sin tapujos a Efe Masume Ebtekar, vicepresidenta del país y directora de la Organización de Medio Ambiente de Irán.
Ebtekar se expresó así en la localidad de Varzaneh, en el corazón de la República Islámica, en las orillas del humedal Gavjuní, uno de las numerosas fuentes de agua que en la última década se ha visto completamente agotada por la conjunción del cambio climático, la mala gestión y la sobreexplotación.
"En caso de que los españoles estén dispuestos, esperamos tener un acuerdo de colaboración lo antes posible en este campo. Ya hemos tenido diálogos, pero no hemos regularizado nada. Hay una responsabilidad mundial con este tema, independientemente del país en el que estemos", razonó la vicepresidente.
Ebtekar acudió a Varzaneh para participar en un encuentro con motivo del Día Mundial de los Humedales celebrado el pasado martes, un encuentro impulsado por Naciones Unidas, que ha hecho de la protección de las escasas fuentes de agua de Irán una de sus prioridades en el país.
Precisamente el lago Gavjuní, de unos 476 kilómetros cuadrados y ubicado en la árida meseta central de Irán, ha sido uno en los que se han puesto en marcha proyectos para su recuperación, que han sido recibidos con opiniones encontradas por los pobladores.
"Lo que han estrenado es una cloaca. Nosotros queremos que nos devuelvan el agua del Zayanderud, nuestro río, que vendieron a otras ciudades", dijo a Efe entre llantos una mujer de Varzaneh.
La mujer se refería así al desvío del agua del río, que alimentaba el Gavjuní, una iniciativa que arrancó hace 15 años para poder regar otras áreas e impulsar la productividad agraria, lo que aparentemente ha tenido efectos adversos.
"Antes, el agua de riego regresaba al ciclo del río y los acuíferos, pero ahora se la llevaron para cultivar árboles y plantas no adecuadas para la región, que consumen mucho. La sequía ha influido, pero en un 70% el problema es la errónea decisión que se tomó entonces", afirmaron a Efe los campesinos de la zona, que no quisieron identificarse.
Este problema ha sido común en otros humedales del país, como el antes magnífico lago Urmía, en el noroeste del país, el más grande del Medio Oriente y hoy reducido a un 10% de su tamaño original o el lago Hamun, en la frontera afgana, seco desde hace 16 años por la construcción de diques en sus fuentes de agua y por la acción del cambio climático.
Tanto ambientalistas como funcionarios como Hamid Zohrabí, director general de Medio Ambiente de la provincia de Isfahán coinciden en señalar que la prioridad "es solucionar el sistema de riego agrícola" que consume un 90 por ciento del agua del país.
Para eso, desde las autoridades se confía en que el fin de las sanciones económicas y el aislamiento que sufría el país permita ahora acceder a "tecnologías compatibles con el medio ambiente".
La falta de agua es uno de los mayores problemas históricos que ha afrontado Irán, cuya orografía complica la distribución de los escasos recursos hídricos, que se concentran en las altas montañas del norte y el oeste, mientras que la inmensa mayor parte del centro y el este del país constituye un enorme desierto.