La ONU destaca la baja mortalidad por desastres en 2018 pero alerta sobre El Niño
Un total de 10.373 personas fallecieron en desastres naturales en el mundo en 2018, una cifra relativamente baja por la ausencia de grandes catástrofes, aunque Naciones Unidas alerta que el cambio climático y fenómenos como El Niño obligan a mantenerse alerta este año en regiones como Latinoamérica.
La Oficina para la Reducción de Riesgos de Desastres de Naciones Unidas (UNISDR) publicó hoy su informe anual sobre catástrofes en el mundo en el que la cifra de fallecidos en 2018 se situó como la sexta más baja en lo que va de siglo, lejos de la media de 77.000 muertes.
El número de 2018, bajo pero superior a los 8.500 fallecidos de 2016 y los 9.700 de 2017, fue resultado de que "no hubiera ninguna catástrofe de enormes proporciones, y también de una mejor gestión de riesgos a nivel nacional y local", destacó en una rueda de prensa la alta representante de la UNISDR, Mami Mizutori.
El organismo calculó el número de afectados por catástrofes naturales el año pasado en 61,7 millones, también lejos de la media del siglo (193 millones), mientras que no quiso publicar una cifra oficial de pérdidas económicas, aunque en la rueda de prensa se adelantó que superaban de largo los 160.000 millones de dólares.
Los desastres naturales más mortíferos del pasado año fueron aquellos relacionados con actividades sísmicas (terremotos, tsunamis, volcanes), que causaron 5.199 muertos, gran parte de ellos en Indonesia.
En ese archipiélago murieron por desastres naturales 4.535 personas, lo que situó al país como el más golpeado por estas catástrofes, seguido por India (1.388 fallecidos) y Guatemala (427).
El peor desastre de 2018 fue el terremoto y posterior tsunami del mes de septiembre en Célebes (Indonesia), que mató a 3.400 personas, seguido del que en agosto, en la también indonesia isla de Lombok, provocó 564 muertos.
Las inundaciones causaron 2.859 muertos y fueron los desastres que afectaron a más personas (35,4 millones), incluyendo 23 millones por las crecidas en el sur de la India, que con este número se situó como la nación donde más personas vieron sus vidas alteradas por las catástrofes, delante de Filipinas (6,49 millones) y China (6,41).
UNISDR destacó también sobre el año pasado el especial impacto de las olas de calor en países desarrollados, con incendios que causaron en Grecia 126 muertos (la peor catástrofe de este tipo ocurrida nunca antes en Europa) y 88 en California (EEUU).
Las tormentas, que afectaron a 12,8 millones de personas y causaron la muerte de 1.593, causaron las mayores pérdidas materiales, principalmente por los efectos en Norteamérica de los huracanes Florence (14.000 millones de dólares) y Michael (16.000 millones) o los del tifón Jebi en Asia Oriental (12,5 millones).
El cambio climático es un factor detrás de sequías, inundaciones y tormentas, y la lucha contra él debe seguir siendo una prioridad según la ONU: "Se agota el tiempo para limitar el calentamiento global a 1,5 o 2 grados, y tenemos que ser igualmente activos en labores de adaptación", subrayó hoy Mizutori.
En Latinoamérica, el peor desastre natural del año pasado fue la erupción del volcán de Fuego en Guatemala en junio, con 425 muertos, y en la rueda de prensa de la UNISDR se advirtió que Latinoamérica podría sufrir en 2019 el impacto del fenómeno meteorológico El Niño, que podría llevar tiempo extremo a sus costas.
"Los eventos meteorológicos se pueden predecir extremadamente bien, ahora la responsabilidad es para los gobiernos de esos países, que deben poder trasladar esas alertas a la gente", subrayó al respecto la experta Debarati Guha-Sapir, del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres.
Centroamérica fue en 2018 una de las regiones más golpeadas por las sequías, que afectaron a 2,5 millones de personas y contribuyeron al aumento de la migración en países como Guatemala, Honduras, El Salvador o Nicaragua, según UNISDR.
El peor año de desastres naturales en lo que va de siglo fue 2010, cuando sucesos como el terremoto en Haití, la ola de calor en Rusia o la sequía en Somalia causaron más de 297.000 muertos.